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¿Cuánto tiempo puede aguantar Pedro Sánchez?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

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Es muy difícil que haya sorpresas de aquí hasta que empiece el verano. Es decir, hasta que tengan lugar las tres elecciones previstas: catalanas, vascas y europeas. Luego, lo más probable es que la política empiece sus vacaciones y hasta que llegue septiembre no ocurra nada. A partir de ese momento, casi todo serán incógnitas. Y la suerte de la legislatura estará desde ese momento en el aire.

Las citadas elecciones, todas ellas, deberían desvelar algunas de las cuestiones que pueden decidir ese futuro incierto. Empezando por las catalanas. Los puntos cruciales de las mismas serán: 1) las dimensiones de la prevista victoria de Salvador Illa y del PSC. ¿Será suficiente para llevarle al Gobierno? ¿Con qué aliados? 2) Derrotarán clamorosamente Puigdemont y Junts a ERC como dicen algunos sondeos? 3) ¿Renovará Vox su claro predominio sobre el PP en Cataluña?

La respuesta a esas preguntas aclarará algo, o bastante, el panorama general, el de la política española. Una gran victoria de Illa reforzaría a Pedro Sánchez y un fracaso del PSC respecto de las actuales expectativas lo debilitaría mucho. Por otra parte, si Illa arrasa y deja muy mal parados a los partidos independentistas, éstos podrían reaccionar en clave anti-Illa y anti-Madrid. Además, si Junts machaca a ERC, se podría reforzar la tentación de Puigdemont de hacer la guerra por su cuenta, olvidándose de cualquier pacto para sostener al gobierno socialista.

También podría ocurrir lo contrario: que Puigdemont, sobre todo si consigue entrar a tiempo en el Parlament, se sienta legitimado para exigir a Sánchez la convocatoria de un referendo a cambio de apoyarle en Madrid. Por último, si Vox pierde fuerza -ahora tiene 11 escaños frente 3 del PP- Feijóo mejoraría sus posibilidades de alcanzar La Moncloa, sobre todo si esa caída es conspicua. En el caso opuesto, ocurriría lo contrario.

Las elecciones vascas contienen dos incógnitas en relación con el panorama general: 1) el resultado de los socialistas, que, si es muy malo, como dicen algunas encuestas, dañaría fuertemente a Sánchez. 2) Si Bildu supera, por primera vez, al PNV, este último partido podría repensarse su política de apoyo a la izquierda en Madrid.

El intríngulis de los comicios europeos está en saber si el PP va a golpear tan fuertemente al PSOE como anuncian algunos exponentes de la derecha. Eso, en lo que a España se refiere. Que, a escala comunitaria, la pregunta, más que inquietante, es si la ultraderecha va a tener el éxito que algunos vaticinan, particularmente en países tan cruciales como Alemania y Francia.

De aquí hasta que hayan tenido lugar esas elecciones, precedidas de sus correspondientes campañas, el tiempo político estará en buena medida ocupado por esas peleas. Que no harán sino intensificar el mal ambiente de enfrentamientos que se vive desde hace años.

Los escándalos actualmente en candelero irán perdiendo fuerza. Al de Koldo le está ocurriendo ya a falta de novedades al respecto. El del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid debería correr dentro de no mucho la misma suerte y entrar en el terreno de los procedimientos judiciales.

Con una consecuencia añadida y no precisamente pequeña. Que la implicación personal, y política, de Isabel Díaz Ayuso en el asunto seguramente ha arruinado para siempre sus aspiraciones a ser la líder que sustituta a Alberto Núñez Feijoo a la cabeza del PP. Ni siquiera un partido tan bronco como ese puede confiar la suerte de sus elecciones a alguien que ha incurrido en comportamientos tan intolerables como la señora Ayuso.

Más allá de eso, el PP puede hacer poco, cuando menos a corto y medio plazo, para modificar la dinámica política que seguirá estando regida por la acción y la estrategia de Pedro Sánchez. No estaría mal que el líder socialista mirara con nuevo interés lo que está ocurriendo a su izquierda. Sobre todo en Sumar, que no vive sus mejores momentos y no sólo por la reciente actuación de sus socios catalanes, sino por la pérdida de iniciativa que está sufriendo Yolanda Díaz. Pero también en Podemos. Que por muy mal que esté, y parece que lo está, podría aguar más de una fiesta con sus cuatro diputados.

Después del verano, el Gobierno se dedicará a preparar los presupuestos para 2025. Y probablemente no haga mucho más en el terreno legislativo. Al menos mientras no se consolide sin resquicio ni amenaza alguna la mayoría que logró aunar para hacerse con la presidencia del gabinete. Porque Sánchez no puede arriesgarse a nuevos disgustos en las Cortes.

Lo que quede de legislatura será por tanto bastante vacía en lo que a iniciativas legales se refiere. Si a partir del otoño no hay una moción de censura, apoyada por el PP, Vox y por algún partido más –Junts, por ejemplo– el tiempo político será, sobre todo, de preparación de las futuras elecciones generales. Que podrían tardar en llegar. ¿Cuánto? Dependerá de la capacidad de controlar la situación que tengan Sánchez y el gobierno. Porque está claro que no van a convocar elecciones para perderlas. A no ser que lo tengan más remedio.

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