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Los que se oponen a lo que queremos
Hubo un tiempo en el que la ley en España la hacían clérigos y militares como en el Irán, Arabia Saudita y otros ariscos lugares en los que a ustedes, votantes de derechas, no les gustaría vivir.
El actual pueblo español surgió de una carnicería civil en la que las democracias occidentales de la mano de las naciones del Eje Nazi Fascista suministraron maquinaria de guerra, combustible y fórmulas diplomáticas con las que parar el totalitarismo comunista que aterraba sus tímidos corajes y que a su juicio amenazaba Europa, en España, propiciando, cuatro años después de machacar España, la mayor hecatombe humana que los tiempos pasados y presentes han conocido. Cuarenta años de felicidad franquista era demasiado para los españoles de 1975. No eran capaces de vivir con tanta felicidad, orgullo, y armonía. Así que de manera desesperada rechazaron el bienestar, la prosperidad, la comodidad y la tranquilidad de las que disfrutaban con el Régimen arrojándose, ellos que eran apolíticos, en brazos de una democracia constitucional que fue elaborando las normas y servicios de los que hoy disfrutamos la mayoría, derrotando en las urnas una y otra vez a quienes se opusieron a través del partido político nostálgico del franquismo formado por el PP actual, Vox y Ciudadanos, cuyo pegamento es la zurrapa nacional católica. Desde el año 1975 hasta la actualidad la carcundia nostálgica de procesiones rodilla en tierra y desfiles brazo en alto se opusieron a la aprobación de la Constitución democrática contra la que votaron, a la laicidad del estado y sus autoridades, a la enseñanza pública, a la no obligatoriedad de ser católico, a la descentralización de la administración nacional, a las leyes que regularon el divorcio, el control de la natalidad, la libertad de conciencia, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la libertad femenina, la buena muerte y se siguen oponiendo a cuantas leyes favorecen las libertades civiles para las mujeres y hombres españoles. Estos fracasados que pretenden regresar al corrupto paraíso nacional católico y fascista son los que desde diciembre de 1975 están en pie de guerra contra las libertades que la mayoría de los españoles de izquierda, derecha y centro, disfrutamos.
Esta minoría gansteril que necesita la oscuridad para medrar, todavía retiene mediante la ignorancia, sus secuaces y asalariados oportunamente ubicados, las prácticas corruptas y lejos de la mirada pública, el control de los negocios en B, las empresas con sede fiscal en lo que denominan eufemísticamente “paraísos”, que son no más que zulos donde ocultan a las autoridades legales el dinero mal habido; siguen oponiéndose a la transparencia que les desarmará frente a la libre competencia. Tan temida por las empresas dirigidas desde la cúpula de Simón Pedro en Roma y desde los despachos “offshore” que la prensa digital española libre e independiente viene sacando a la luz con los medios que sus socios proveen frente a los conglomerados mediáticos que desde las radios, televisiones y demás medios de agitación y propaganda, digitales y de celulosa, distraen, blanquean, camuflan, confunden y pretenden adocenar a la opinión pública deteriorando el patrimonio común, a menudo dirigido por serviles empleados en busca de una puerta giratoria que les proporcione una nómina como muestra del agradecimiento por los servicios prestados a las empresas multinacionales y del IBEX, por el daño causado a la propiedad pública que codician privatizar y rentabilizar a mayor beneficio de esa minoría inmoral que lucha desesperadamente contra la libertad, la igualdad y la fraternidad entre la ciudadanía española.
No hay, como pretenden, dos bandos. Uno de progresistas con la cabeza llena de pájaros que se entrega a cualquier novedad irreflexivamente y otro con los pies en el suelo escépticos y conservadores. Eso es sólo burda propaganda. Los enemigos de las libertades aspiran a volver a un pasado en el que ser libre era delito y sólo había una manera de ser español: gánster, católico y reaccionario. Los demócratas de izquierda, derecha y centro debemos llevarlos ante la Justicia.
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