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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

La identidad femenina a través de la mirada de Isabel Coixet

Fotograma de la película Elisa y Marcela.

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Es una extensa lista la que nos podemos encontrar cuando buceamos entre la filmografía de Isabel Coixet. Desde el año 1984 no ha parado de curtirse como directora y afianzar su carrera detrás de las cámaras. A través de un fuerte activismo social ha conseguido tratar muy diversos temas, aunque con una base muy recurrente: el feminismo. Entre las películas que se engloban dentro de esta temática, podemos destacar Elisa y Marcela (2019) o La librería (2017). Mediante su trabajo quiere explorar en lo más hondo de los deseos femeninos, utilizando para ello personajes que se encontraban oprimidos y que necesitaban liberarse de todo aquello que les ataba, para poder conseguir esa libertad tan anhelada. Teniendo esto en cuenta, podemos decir que Isabel Coixet apuesta por un cine en el que las mujeres ansían tomar las riendas de sus vidas.

Discriminación en el mundo del cine 

En el año 2020, según el Informe realizado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), las mujeres ocupaban únicamente el 19 por ciento de los cargos de dirección de cine en España. Además, tan solo el 29 por ciento de las películas dirigidas por mujeres estuvieron apoyadas, este año anterior, por televisiones generalistas, frente al 71 por ciento que dirigían los hombres. Esta línea también la siguen las televisiones privadas, apenas apostando por películas rodadas por mujeres. En ese mismo año, Televisión Española (TVE) compró 46 películas, de las cuales únicamente 15 estaban dirigidas por directoras. En cambio, AtresMedia estrenó 6 películas y ninguna de ellas tenía a una mujer como directora, dejando al descubierto el gran abismo que las separa respecto a los largometrajes de los cineastas. Esta diferencia en los datos también la podemos encontrar en los premios que se les ofrece por el trabajo realizado; el año pasado, tan solo una mujer cineasta, Belén Funes, fue nominada a los Premios Goya en las categorías de “Mejor dirección” y “Mejor dirección novel”, frente a los nueve hombres que fueron nominados en ambas.

Es recalcable, asimismo, el hecho de que los largometrajes dirigidos por mujeres cuentan con un 51 por ciento menos de presupuesto para poder ser llevados a cabo; pero no solo eso. La amplia discriminación existente en cuanto a salario conlleva que en la industria cultural las mujeres cobren un 19,6% menos que los hombres, según un estudio realizado por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) este mismo año 2021.

Isabel Coixet es el ejemplo de las dificultades que se encuentran las mujeres para poder alcanzar el éxito. Empezó en publicidad y redacción de anuncios y poco a poco consiguió coger fuerza en la gran pantalla. Pero no ha sido un camino fácil y, debido a la escasa o nula financiación que le ofrecían en España, ha tenido que salir a rodar muchas veces a América del Norte. Gracias a su perseverancia, hoy día contamos con un trabajo que denuncia multitud de situaciones que se han dado y se dan en nuestra vida cotidiana, invitándonos a realizar una profunda reflexión.

¿Por qué es importante la existencia de directoras como Coixet?

Las películas de Coixet crean sentimientos en los espectadores, consiguiendo una atmósfera que no todos los directores son capaces de crear. En palabras de la filmóloga Barbara Zecchi, Isabel Coixet nos regala un cine “que sirve, reconforta, ayuda a entender las cosas que pasan, a descifrar el denso ladrillo de la vida cotidiana. A vivir. Un cine que rompe con los estereotipos de género, que crea figuras femeninas empoderantes, mujeres con voz y agencia, sujeto de la mirada”. Es gracias a ella que los personajes femeninos de sus películas se colocan al mismo nivel que las figuras masculinas presentes en los filmes dirigidos por directores masculinos y dejan de ser un mero objeto de deseo sexual para convertirse en un sujeto activo, artífice de toda la trama de la película.

En sus largometrajes muestra la realidad de las mujeres que, convirtiéndolas en sujetos activos, luchan por lo que quieren y se enfrentan tanto a sus miedos como a sus inquietudes, haciéndoles frente. En las películas de esta directora de cine las mujeres cobran un papel esencial en la trama, pasando de ser meros personajes secundarios para convertirse, a todas luces, en las protagonistas de estas historias. No hay en estos filmes mujer que no tenga, de una forma u otra, un gran mundo interior y que no esté representada como un sujeto activo y diverso.

En el caso de la película Mi vida sin mí (2003), tanto Ann, el personaje principal de esta historia, como la madre de Ann y su compañera de trabajo, Laurie, son representadas haciendo hincapié en todo lo que sienten, piensan o esconden, nunca quedándose en la superficie y ahondando en lo más profundo de sus sentimientos y preocupaciones.

Y esto es lo que ocurre en otras de sus películas, como es La vida secreta de las palabras (2005) en la que Hannah, la protagonista del filme, anda, come y vive como una autómata, guardando todos sus sentimientos para sí. Todo ello es motivo de la violencia y torturas sufridas en la guerra de los Balcanes, hecho que se denuncia en esta película y que Coixet investigó a fondo a la hora de crear este personaje. En esta película se lleva a cabo una representación del cuerpo femenino y de la relación traumática que sufre la protagonista respecto a él por todo lo vivido durante la guerra. Siente culpa por el mero hecho de haber sobrevivido a aquellas atrocidades. Es una mujer que renuncia al habla (prefiere vivir en silencio) y al cuerpo (renuncia a su sexualidad a consecuencia de los hechos sufridos). Es una película en la que se muestra una evolución psicológica en todos y cada uno de los personajes, aunque centrada en Hannah. Al inicio de la película, sin querer hablar y sustraída de la vida, acaba externalizando los traumas vividos y consigue salir de ese autoaislamiento.

En la película Aprendiendo a conducir (2014), Wendy comienza siendo una mujer frágil, dependiente de su marido en todos y cada uno de los aspectos de su vida. Pero después de un matrimonio fracasado se da cuenta de que no puede hundirse y dejarse llevar por la pena, por lo que decide dar uno de los pasos más importantes para ella: aprender a conducir. Quitar el miedo a situaciones que no le agradan y superar retos y obstáculos que la vida le va poniendo. Esa clase de mujer es la que nos encontramos también en Elisa y Marcela (2019), película que cuenta el primer matrimonio homosexual oficiado en España por la Iglesia. Narra la historia de dos mujeres que tuvieron que hacerle frente a todo lo que conocían para poder ser felices y construir la vida que ellas deseaban, haciendo oídos sordos a las opiniones del resto. Al igual que Florence, protagonista de La librería (2017), una mujer cuya gran pasión son los libros. Una librería a sus espaldas, que todos los vecinos del pueblo quieren ver cerrada o de la que quieren apropiarse. Y la pequeña Christine, una niña que ayuda en la librería a Florence. Una niña valiente que toma decisiones arriesgadas en son de la justicia moral.

En la película Ayer no termina nunca (2013), Coixet nos cuenta la historia de Candela, una mujer que perdió a su hijo, por lo que el dolor por su pérdida es inmenso. En esta película se explora el mundo interior de este personaje femenino, sus inquietudes, miedos e inseguridades. Pero demuestra una fortaleza que se hace palpable a medida que el filme avanza, siendo ella un sujeto activo, apasionado, que siente y vive cada cosa que hace o dice.

La identidad femenina que se observa en la filmografía de Coixet deja de lado cualquier idealismo y se centra en la realidad de las mujeres de nuestra sociedad, intentado acabar con los roles de género arraigados desde hace décadas. Es por ello que se desmarca considerablemente del cine que realizan los hombres, en el que, en la mayoría de ocasiones, las mujeres aparecen como meros sujetos pasivos. Todos los personajes en las películas de Coixet, ya sean principales o secundarios, están dotados de fuerza y cuentan con un objetivo claro en la vida, demostrando ser capaces de conseguir todo lo que se propongan. Es gracias a esta clase de cineastas que se empieza a romper el ideal anticuado y poco representativo de la realidad que existe. Poco a poco se empieza a conseguir que las mujeres tengamos esa igualdad, seguridad y libertad que nos merecemos. Aunque todavía quede mucho camino por recorrer.

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