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Casado se siente legitimado para imponer las listas y el discurso duro en el PP en toda España

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, durante la campaña andaluza.

Iñigo Aduriz

El líder del PP, Pablo Casado, se ha atribuido el “resultado histórico” de las elecciones andaluzas que, por primera vez en 40 años, puede permitir a los populares gobernar la comunidad con la ayuda de Ciudadanos y Vox –a pesar de perder 300.000 votos y siete escaños–, y tiene previsto utilizar ese “éxito” para hacer valer su liderazgo interviniendo en la designación de todos los candidatos autonómicos y municipales de su partido para el ciclo electoral de 2019.

El presidente de los populares está convencido de que las opciones de su partido de llegar a la Junta tras cuatro décadas de socialismo se deben a su maratoniana participación en la campaña –10.000 kilómetros y más de 50 actos–, pero también a su intervención en la configuración de las candidaturas al nombrar directamente a cuatro de los ocho cabezas de lista del PP andaluz –los de Sevilla, Córdoba, Cádiz y Almería– tras una complicada negociación con el equipo del candidato autonómico, Juanma Moreno.

La dirección nacional del PP considera que ese modelo de control de Génova sobre las listas electorales andaluzas ha funcionado porque ha permitido “ratificar” el proyecto de Casado al frente del partido tras ganar las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría.

A ello se une el “discurso pata negra” con el que el equipo de Casado se refiere al giro a la derecha emprendido por los populares desde la llegada de su líder a la Presidencia y que también juzgan “decisivo” para haber mantenido al PP como segunda fuerza en Andalucía y servir de dique de contención a Vox. El equipo de Casado considera que la extrema derecha podría haber logrado incluso más de los 12 escaños conseguidos si no hubiera sido por la participación del líder popular en la campaña.

No es un “reino de taifas”

Génova advierte ahora de que tiene previsto extender esa fórmula de intervención en las listas y de discurso “pata negra” en todos los territorios para impregnar al partido de las nuevas señas de identidad del PP. Como insiste una y otra vez la dirección de Casado, la suya es una formación “nacional” y no un “reino de taifas”. El presidente de los populares quiere “conocer” a todos los integrantes de esas listas e incluir a personas afines en todas ellas para evitar que las direcciones regionales vayan por libre.

Esto implicará que el vicesecretario de Organización, Javier Maroto, o miembros de su equipo se irán desplazando por las distintas comunidades sondeando con reuniones con alcaldes y con otros cargos locales las opciones para elaborar unas candidaturas lo más equilibradas posibles y en las que haya una presencia de dirigentes afines a Génova.

La dirección del PP excluye de esa intervención de las listas a comunidades en las que el partido no tiene problemas para gobernar. Citan como ejemplo de territorios en los que el sistema actual “funciona” como Galicia –donde Alberto Núñez Feijóo gobierna con mayoría absoluta–, Castilla y León –feudo popular de Juan Vicente Herrera– o Murcia –donde el PP gobierna ininterrumpidamente desde 1995–.

“Vamos a hacer una campaña detrás de otra como en Andalucía, yendo a todos los rincones”, aseguraba el domingo Casado en su primera comparecencia pública tras las elecciones andaluzas. Una vez pasados los comicios, el partido se va a centrar en lograr un acuerdo de investidura o de gobierno con Ciudadanos o Vox pero también tiene previsto volcarse en preparar la Convención Nacional que se celebrará a mediados de enero y en designar a los candidatos autonómicos y municipales.

Empieza en Aragón y Murcia

Con ese objetivo, Casado va a visitar todas las provincias y comunidades españolas. Este fin de semana empieza en Aragón y Murcia y en las próximas semanas seguirá viajando por toda España dando los nombres de los candidatos con cuentagotas.

Algunos feudos populares siguen impacientes este proceso. Es el caso de Madrid, donde Casado tendrá que decidir si mantiene a los actuales dirigentes autonómico y municipal o si, por el contrario, apuesta por el cambio. En el Ayuntamiento ejerce como portavoz José Luis Martínez Almeida y en la Comunidad de Madrid está al frente Ángel Garrido tras la dimisión de Cristina Cifuentes. Los dos quieren ser candidatos pero Casado calla, evitando respaldar a uno y a otro cada vez que los periodistas le preguntan por sus planes.

En las últimas semanas han sonado los nombres de Adolfo Suárez Illana y Javier Maroto, para el ayuntamiento, y de Antonio González Terol, para la comunidad, pero Génova ni confirma ni desmiente su designación. Fuentes de la dirección nacional del partido apuntan, además, que los madrileños serán los últimos nombres que dará el líder del PP.

Otras plazas clave son la Comunidad Valenciana y su capital, Valencia –donde según algunas informaciones suena el nombre del eurodiptado Esteban González Pons– o Barcelona, donde Casado busca un nombre que contrarreste el posible tirón del aspirante respaldado por Ciudadanos, el exprimer ministro francés, Manuel Valls.

Casado quiere publicar todos los nombres antes de la Convención Nacional de enero para que el encuentro en el que el PP pretende reafirmar su giro a la derecha sea el pistoletazo de salida de la precampaña hacia los comicios de mayo. Hasta entonces, el líder de los populares irá a “todas las autonomías” a lanzar, según sus propias palabras, “un proyecto ganador”.

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