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Andrés Villena: “Las élites de la Administración ponen muy difícil a los gobiernos aplicar políticas progresistas”

El periodista Andrés Villena, autor de 'Las redes de poder en España'.

José Precedo

Andrés Villena Oliver (Elche, 1980) ha buceado en el segundo peldaño de los gobiernos, esos altos cargos de la Administración por debajo de los ministros que no salen en los periódicos pero que ejercen influencia y están en el núcleo de las grandes decisiones de un país. Sus conclusiones están en Las redes de poder en España, élites e intereses contra la democracia, que publica Rocaeditorial dentro de su colección libros eldiario.es.

Villena, licenciado en Economía y Ciencias de la Comunicación, ha trabajado como periodista en Informativos Telecinco, Público, la edición española del Huffington Post y también en El Plural. En 262 páginas hace un repaso sobre el segundo escalón de los gobiernos del Partido Popular y del PSOE y el origen de lo que él llama “tecnoestructuras” y lo que influyen sus perfiles y su ideología caracterizada por la ortodoxia económica. En un pasaje del libro, Villena defiende que las políticas públicas acaban condicionadas por este tipo de dirigentes: “Que no se pueda hacer algo distinto a lo corriente no se debe únicamente a las presiones externas sobre nuestra democracia, sino también a los condicionantes ideológicos y sociales de buena parte de los altos cargos del Ejecutivo”.

Habla usted en el libro de un grupo de ejecutivos próximos al PSOE que insertados en el mundo empresarial pueden llegar a ser intercambiables con los altos gestores del PP. ¿Qué es esa tecnocracia que ocupa tanto espacio en el libro?

Hablo de tecnoestructura, da un poco igual el nombre de la pongamos. Son personas que valen tanto para la administración pública como para lo que en teoría política se llamaría mercado y que en realidad ni es del todo administración pública ni mercado. Son personas que en España y en Francia están representadas por los funcionarios de élite que son puestos que vemos en los medios de comunicación de pasada: abogados del Estado, los tecos (Técnicos Comerciales y Economistas del Estado), inspectores de Hacienda, jueces, diplomáticos, administradores civiles... Son profesionales que superan unas oposiciones dificilísimas. Hace tiempo se decía que eran títulos heredados, a día de hoy no lo son: los tribunales que los examinan son bastante transparentes y objetivos. Pero si eres hijo de diplomático y vives en cuatro países distintos, adquieres un capital social y humano que es superior al de otros con los que compites. Estos profesionales suelen estar bien relacionados.

Hay un libro que se titula La élite burocrática que te cuenta que si tú y yo estamos opositando para abogado del Estado y somos más o menos buenos e ideológicamente conservadores, llegará el Opus Dei u otros grupos que nos pueden financiar la academia y luego préstamos para el primer destino.

Luego, obviamente ese favor se tiene que devolver y eso genera cohesión: yo te conozco a ti, tengo confianza y cuando yo me vaya a un puesto te llevaré conmigo porque confío en ti y en que piensas como yo. Eso tiene consecuencias y si hay una estructura de abogados del Estado o Inspectores de Hacienda cuando llega un gobierno reformista tipo PSOE lo tiene mucho más difícil para aplicar políticas públicas progresistas porque el statu quo o el llamado sentido común se mueve siempre en la misma dirección. El consenso del peligro en la inflación, por ejemplo, va cambiando pero muy, muy lentamente y es una fuerza que hace que los cambios vayan mucho más lentos.

No sólo está la estructura formada por abogados del Estado que luego son perfiles mixtos: muchos acaban en el consejo de administración de las grandes empresas. Cuando llegas a esos niveles, las diferencias ideológicas entre unos y otros son... Un Jordi Sevilla, por ejemplo, que fue jefe de gabinete de Solbes, ¿en qué se diferencia de Luis de Guindos? Pues en matices, posiciones partidistas estratégicas, tácticas. No hay una visión del mundo radicalmente diferente y lo importante es que participan de mitos no suficientemente demostrados. Mitos como el de la Transición o el euro. Son dos tabúes que no se pueden tocar. En los medios se cuestiona más la Transición incluso que el euro. No es que poca gente cuestione salir del euro, ni siquiera se hace con los criterios del Pacto de Estabilidad...

Pedro Solbes cuenta en sus memorias que cuando [José Luis Rodríguez] Zapatero en 2004 le ofrece el Ministerio de Economía pone dos condiciones: traerse a MAFO, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, primero de secretario de Estado y luego gobernador del Banco de España. Y que se sigan los criterios ortodoxos. Solbes ejerce como una especie de contable de la troika de la que venía porque él era el comisario de Finanzas que intentó multar a Alemania y Francia. Un gobierno democristiano o un gobierno del PSOE o incluso de Podemos va a tener que contar con ellos y ellos van a condicionar la forma de entender la realidad del Estado.

Defiende que las políticas públicas acaban siendo determinadas por los condicionantes ideológicos y sociales de esos altos cargos. Que no se pueda poner en marcha determinadas políticas depende tanto de eso como de las presiones de las instituciones supranacionales.

Hay muchos factores. Por un lado tienes que contar con una serie de mecánicos del Estado, que son los funcionarios de élite: los juristas son importantísimos, los técnicos comerciales, los inspectores de Hacienda. Las políticas fiscales expansivas tienen que contar siempre con su colaboración. Y ahí operan condicionantes personales de cuerpos muy cohesionados y que hacen mucha fuerza entre sí.

Y luego está lo que en sociología llamamos creencia, que una frase que tú te crees pero que no tiene por qué estar demostrada. Por ejemplo, que hoy día no podemos aspirar al pleno empleo porque generaría inestabilidad y demasiada inflación y déficit por cuenta corriente. Lo defiende hasta Miguel Sebastián, que no es un hombre de consejos de administración, es una persona relativamente austera, un profesor de universidad. A él y a Solbes y a tantos otros les afectan estas cosas. El PSOE ha contado con miembros de lo que se podría llamar clase dominante. En un capítulo hablo del Archipiélago Sicav y aludo por ejemplo a las redes de la exministra Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo y que está conectada a través de sicav con las familias del barrio de Neguri. No quiere decir que por tener un gran patrimonio se condicionen directamente las políticas pero determinadas redes... a parte de unas creencias, determinan las posiciones. Que directamente no se plantean hacer políticas contra los pobres pero tampoco van a asomar en el debate preocupaciones por personas que están en la calle... y tampoco se van a cuestionar las creencias sobre el pleno empleo, no entran a esos debates.

Utiliza la definición del sociólogo de Wilfredo Pareto para concluir que esos altos cargos en las administraciones del PSOE son zorros y en la del PP ejercen como leones.

Para cualquier persona de izquierdas, citar a Wilfredo Pareto podría parecerle aberrante, pero este autor tiene unos marcos teóricos que permiten entender la realidad de manera estupenda y él decía que los leones son esos que rugen y te acojonan -un buen ejemplo podría ser el exministro del Interior del PP Jorge Fernández Díaz, con su delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, que aquí cargó contra el 15M a base de porrazos y multas. Como zorros teníamos a Zapatero y a Alfredo Pérez Rubalcaba tonteando con el 15M, a ver si conseguía captarlos. Zapatero hizo coincidir la aprobación de los cambios de las sicav con la luz verde al matrimonio LGTBI. Fíjate qué dos estilos de dominar: el poder blando y el poder fuerte.

Reserva un espacio especial a dirigentes claves como Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España y su polémico papel en la inspección bancaria.

En mi opinión ha sido junto con Jaime Caruana el peor de los gobernadores en la historia reciente. Fernández Ordóñez estaba vinculado al Grupo Prisa y entonces hablaba de la explosión de una burbuja que nos llevaba a una situación sin salida. Y luego se le olvida y cuando llega 2006 ignora a los inspectores, mantiene la prohibición de la palabra burbuja y hace una regulación de las fusiones frías que daría para un libro entero. Y de lo único que habla es de flexibilizar el mercado laboral. Él participa de un sistema de bancos centrales donde estaba Trichet por entonces y aquella carta que llegó y nos obligaba a aplicar el 135 cuando el Gobierno de Zapatero se partió en dos mitades: la parte amable que era Zapatero y luego se aparta para que esté Rubalcaba y pone a un nuevo ministro de Trabajo que se había manifestado contra la reforma laboral del PP. Y luego están los leones, que son Almunia y MAFO, que fracasan en todo y llegamos a los 5 millones de desempleados. Paradójicamente, el pueblo acaba pidiendo un gobierno de leones y se produce la sustitución entre paro y pobreza. Consiguen bajar el paro y la prima de riesgo a costa de una pobreza que no sale tanto en los datos del INE.

Uno de los déficits democráticos que señala es que estas élites no rinden cuentas.

Hablando con los técnicos de Hacienda te cuentan que muchos inspectores hacen cursos en institutos de empresas sobre la elusión fiscal, que es un término legal. Una cosa es no poner puertas al campo y otra empezar a regular ese tipo de comportamientos porque eso lo que refleja no es que haya gobiernos que atenten contra sus propios votantes, sino una élite de poder que es transversal e independiente de los gobiernos. Y que se utiliza el Estado como una especie de vaca a ordeñar y obtener grandes beneficios. También hablo del tema de los carteles de la obras pública con pliegos que venían de parte de la propia constructora.

Eso ha pasado pero es directamente corrupción.

Es un caso denunciable como corrupción pero hay otros que no. Si un técnico comercial del Estado al que le están pagando 4.000 euros mensuales quiere ganar 9.000, se va a Pricewaterhouse. Y no tiene por qué ser corrupción ese salto porque nos estaríamos cargando una libertad fundamental. Pero lo que no puede ser es que nos venga el número dos de Montoro que había fundado una consultora para eludir citada en el escándalo de LuxLeaks y nos suba el IVA Puede ocurrir pero algo no funciona. En los ochenta y noventa debatíamos sobre si más Estado o menos Estado. Cierto discurso concluía que es mejor que haya menos Estado porque así la empresa penetra. Es mentira: se está utilizando al Estado como una palanca para crear más plusvalías.

Dice también como anomalía que la ley de incompatibilidades es muy laxa sobre todo con los abogados del Estado.

Claro, nos centramos sobre todo en el tema de los ministros y ahí cada vez se van haciendo más cosas. Habría que observar más abajo: la directora de Seguridad Alimentaria de Mariano Rajoy venía de un puesto similar en Coca-Cola. Probablemente no sea una cuestión ilegal. Lo que ha pasado con Soraya Sáenz de Santamaría en el despacho Cuatrecasas con todos los asuntos que tenía pendiente, el tema del exministro Rafael Catalá... Yo creo que queda mucho de ese caciquismo heredado del franquismo. Entonces había ministros que estaban en consejos de administración privados y eso hoy nos choca. Dentro de 20 años igual sucede con estas prácticas que vemos ahora.

Lamenta que los orígenes de todos estos profesionales son siempre parecidos y alude a familias de prebostes del franquismo años después colocando a sus segundas o terceras generaciones que se ha mantenido la administración.

Los apellidos se van repitiendo de una manera increíble. Ya Amando de Miguel en los años 70, cuando estaba más centrado en la investigación social y menos en las tribunas de opinión, afirmaba que los cuerpos de élite de la administración eran mucho más inaccesibles que las grandes empresas. O sea que un hijo de trabajadores agrarios, que era el extremo de la España de los 6O, lo tendría más fácil para ser ejecutivo de Banesto o del Banco Central que para ser abogado del Estado. Eso va evolucionando porque se van creando sistemas para la igualdad de oportunidades y afectan a estos cuerpos del Estado. Recientemente ha salido un libro de un teco que cuenta que la economía actual está totalmente desfasada y apuesta por una visión más progresista y hay algunos que votan a Podemos.

¿Cómo debería nutrirse esos cuerpos de altos funcionarios?

En Francia hay una escuela que oficializa mucho la carrera y eso permite centralizar el sistema. No sé como es el sistema británico, el norteamericano es mucho más plutocrático, ninguna panacea. Han descubierto casos ahora que se están produciendo de compra de títulos por parte de las familias. Hay sistemas para corromper la entrada en todas partes.

Cualquiera puede decir que pese a todo lo anterior en España al final las instituciones funcionan: tenemos al Partido Popular condenado por corrupción, a un miembro muy destacado de la Casa Real en la cárcel, a un director del FMI en prisión, a ministros del PP condenados.

Sí, incluso podríamos ir mucho más allá diciendo que hay medios de comunicación que pese a tener propiedad capitalista han dado cabida a voces nuevas aunque lo hacen con espectacularización a gritos en una especie de Salsa Rosa. Y hay una revolución feminista que yo creo que nos va a dar sorpresas y como las buenas revoluciones no son de un día para otro, y cambios en los derechos de la identidad. No hay que ser fatalista, pero es cierto que los sistemas para mantener su estabilidad deben conceder cambio y Pareto decía que las redes endogámicas cuando se hacen muy endogámicas y no dejan penetrar nueva energía nos llevan a la revolución. Y que después de esa revolución vendrá otras élites.

El último capítulo dice que el Gobierno de Sánchez sigue siendo extremadamente conservador por su fragilidad y las exigencias de las instituciones supranacionales.

Tengamos en cuenta que los políticos se mueven cada vez en cálculos electorales muy estrechos. Están pendientes de las encuestas más que nunca. Es casi una tecnocracia demoscópica. Sánchez en primer lugar va a estar muy comprometido con la ortodoxia fiscal. El no quiere tener ningún tipo de presión por parte de Bruselas ni de Frankfurt. Cuando se forme el Gobierno el ministro de Economía o de Hacienda será Nadia Calviño o un perfil similar que esté aprobado por la troika de manera directa o indirecta y por una especie de establishment de los mercados financieros. No va a haber aventuras en el ámbito económico ni fiscal y Podemos no lo va a poder evitar porque ahora mismo el Gobierno aunque se haya reforzado es débil y lo que quiere es mantenerse en esta especie de alta mar.

Usted habla de otras élites y de otros centros de poder fuera de España que son determinantes para la vida de la gente. Y cita a Goldman Sachs, por el que pasaron Romano Prodi, Monti, Papademos, Draghi. Y recuerda esa frase de Durao Barroso sobre que “no hay alternativa” a la austeridad.

Es curiosa la relación de Goldman Sachs con Grecia y aquellos créditos que se le dieron. Si además combinas todo ese pasado de grandes dirigentes mundiales que han pasado por Goldman y el hecho de que altos directivos de fondos como BlackRock digan públicamente que hay que aprender a votar para elegir al líder adecuado que tome las decisiones adecuadas... Se ve que la economía está muy controlada por las finanzas hasta el punto que hay un artículo de la Universidad de Zurich del año 2011-2012 que estudia las grandes multinacionales, 9.000 multinacionales mundiales, y descubre que están todas interconectadas y que hay un corazón financiero de unas 600 empresas que están en una especie de socialismo corporativo, tan conectadas entre sí que no se pueden distinguir las unas de las otras. Una de ellas era Lehman Brothers.

Cuando dejan caer a Lehman, fíjate lo que se lía. Paradójicamente todos estos mitos del libre mercado han llegado a un proceso de combinación de cruce y de acumulación que no hay un sistema de planificación. De ahí que haya tantos foros como Davos o Bilderberg porque los líderes tienen que ponerse de acuerdo y eso no tiene nada que ver con estas ideas liberales de la autorregulación y de todas estas cuestiones que nos venden de que hay que dar más libertad para que los mercados encuentren los precios adecuados y la información fluya. Todo al final funciona de una manera muy distinta.

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