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El Festival del Amazonas cumple 10 años con menos glamour y más cine de autor

El Festival del Amazonas cumple 10 años con menos glamour y más cine de autor

EFE

Río de Janeiro —

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Desde el propio corazón de la floresta amazónica, la ciudad brasileña de Manaos acoge esta semana la décima edición del Festival de Cine de Amazonas eludiendo el estereotipo de la alfombra roja y acercándose más al cine de autor con cintas premiadas en los certámenes de San Sebastián y Sundance.

Tras una década, el festival ha conseguido asentarse en la escena latinoamericana con un cartel en el que este año tienen un peso específico las cintas premiadas en Sundance “Metro Manila” y “Wajma”, además de la ganadora de la Concha de Oro de San Sebastián, “Pelo Malo”, y la brasileña “Tatuaje”.

El festival nació hace ahora diez años como un intento por revitalizar la vida cultural de la ciudad que en el siglo XIX tuvo su auge como capital mundial de la producción de caucho, época en la que sus habitantes erigieron el espectacular teatro de la ciudad, de estilo neoclásico y cuya cúpula es la imagen más icónica de Manaos y que hoy es el centro neurálgico del evento.

En sus comienzos, tal y como recordó en un encuentro con la prensa el secretario de cultura del estado de Amazonas, Roberio Braga, los ciudadanos de la ciudad dieron la espalda al festival dejando casi vacías las salas durante la exhibición de los filmes.

Después de una década de exhibiciones, el evento se ha convertido en un hito social de la capital de la Amazonía brasileña, que excede los 7 días que se prolonga la cita y ha permitido que la industria del cine se asiente en una ciudad que ha pasado de tener 2 salas a 86, además de contar con casi 40.000 estudiantes de las diferentes disciplinas artísticas.

El impacto de esta industria en la ciudad ha proporcionado “un crecimiento gigantesco” en el número de empleados dedicados al trabajo cinematográfico, según Braga, si bien las autoridades no cuentan con datos ciertos sobre el desarrollo económico labrado durante este periodo.

El festival se ha convertido, según el actor brasileño André Guerreiro, participante en varias de las ediciones, en una referencia en Latinoamérica gracias a haber complementado el ambiente de los grandes eventos cinematográficos “con una atmósfera intimista que favorece el encuentro de artistas y productores con la audiencia”.

La cultura vuelve a renacer en la Amazonía y, como en sus años dorados, cuando hasta Manaos llegaban las estrellas rutilantes de la época, maestros de la gran pantalla como Ben Gazzara, Claudia Cardinale o Roman Polanski, para desfilar por una alfombra roja, ausente en esta edición por petición de los cineastas locales.

Pero además, el festival, cuya décima edición concluirá el jueves, se ha convertido en una oportunidad para que cineastas amazonenses y del resto del país iberoamericano tengan un escaparate en el que mostrar su obra gracias a las competencias de cortometrajes.

Para el director amazonense y dos veces ganador del certamen de cortos para locales Adelmar Matias, este proyecto supone “una oportunidad de ganar visibilidad”, además de “conocer la situación” de los creadores de su estado y darse a conocer “a nivel internacional”.

El guionista y director brasileño Tarsício Lara coincide con él y añade que, además, permite que su trabajo se encuentre con el público y “se comunique con él.”

Lara, autor del corto “Quimera”, uno de los más aplaudidos por el público asistente, se muestra especialmente satisfecho por poder llevar las historias de su trabajo, inspiradas en las tradiciones del norte de Brasil, y “ponerlas en contacto” con la audiencia de otras regiones.

Asimismo, el certamen tiene espacio para algunas de las grandes producciones brasileñas del año como “Tatuaje” y “Olho Nu”, el único documental seleccionado este año que se acerca a la figura de uno de los artistas más carismáticos del país iberoamericano, Ney Matogrosso.

El asistente de dirección de esa cinta, Rafael Saar, resume la misma esencia del festival, que, a su juicio, “permite dialogar a los artistas que utilizan mitos y figuras indígenas” con los habitantes del estado donde se desarrollaron.

“Es como el propio animal mascarado de las leyendas tradicionales que revela un Brasil tan evidente y hermoso en la Amazonía”, concluye.

Por Gonzalo Domínguez Loeda

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