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Gaza, el Golán, la acusación de Bibi y su rival, claves electorales en Israel

EFE

Jerusalén —

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La tensión en Gaza, el reconocimiento de EE.UU. sobre el Golán, la acusación por corrupción de Netanyahu, el personalismo del sistema político y la ausencia de propuestas con los palestinos han marcado la campaña electoral en Israel.

La decisión de anticipar las elecciones -previstas para octubre- a abril ya fue interpretada como una baza de Netanyahu para salvar con una reelección su figura política ante un posible procesamiento judicial cuyo anuncio llegó cuarenta días antes de los comicios.

A finales de febrero, el Fiscal General del Estado notificó -pendiente de una vista- la acusación al jefe de Gobierno en tres casos de corrupción por soborno, fraude y abuso de confianza que motivaron las peticiones de dimisión por parte del espectro político no afín.

La necesidad de renovar el liderazgo israelí, después de una década ininterrumpida con Netanyahu en el poder (además de otros dos años en los noventa como jefe del Ejecutivo) y ahora señalado por escándalos judiciales, ha delineado la narrativa de la campaña.

“Estamos hablando de un hombre corrupto que está destruyendo el país”, declaró en una reciente entrevista con el digital Times of Israel, Beny Gantz, que con un partido recién creado, Resiliencia por Israel, emergió rápidamente como el posible sustituto del inmovilismo.

La alianza centrista, Azul y Blanco, que lidera este exjefe del Estado Mayor -con figuras como Yair Lapid de Yesh Atid o el exministro de Defensa Moshé Yaalón con la formación Telem- supera al Likud de Netanyahu (apodado Bibi) en las encuestas con una propuesta para romper el personalismo que consideran define el sistema político actual en Israel.

El Partido Laborista, con Avi Gabai a la cabeza, también basa su mensaje en que una reelección del actual jefe del Ejecutivo “dañará” al país, cuya imagen institucional se ha visto perjudicada en los últimos años.

Los afines al Likud, como la recién creada formación Nueva Derecha de la titular de Justicia, Ayelet Shaked, y de Naftalí Benet -llamado a ocupar la cartera de Defensa en un futuro Gobierno de coalición- plantearon su plan para reformar el sistema judicial.

Con uno de los anuncios más controvertidos de la campaña, Shaked ironizó con un perfume llamado “Fascismo” sobre las acusaciones a sus propuestas de nombrar a los jueces del Tribunal Supremo con aprobación el Gobierno y el Parlamento en vez de la judicatura: “Para mí huele a Democracia”, sentenciaba en el controvertido vídeo.

El presidente de Israel, Reuvén Rivlin, ha mostrado su preocupación en más de una ocasión ante las desavenencias entre el poder Legislativo y Judicial que han protagonizado este último mandato de Netanyahu y ha reprochado reiteradamente los “intentos de debilitar a los guardianes de la democracia israelí”.

Para Gantz, en las elecciones del martes, el país se juega su futuro democrático.

Mientras, Netanyahu ha buscado los refuerzos de su candidatura más fuera que dentro del país, con viajes y recepciones diplomáticas, y las fotos en las últimas semanas con el presidente de EE.UU., Donald Trump, el ruso, Vladimir Putin, o el brasileño, Jair Bolsonaro, que realizó una visita oficial al país, poco después de hacerlo también el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo.

En un gesto interpretado como un claro espaldarazo a Bibi ante su reto electoral, probablemente el más duro de su carrera y en el que se enfrenta a un rival con claras posibilidades de superarle en voto, Trump aprobó a finales de marzo por decreto el reconocimiento de Washington a la soberanía israelí en los ocupados Altos del Golán sirio, contra el consenso internacional.

La campaña ha estado también marcada por las consecutivas crisis de la Franja de Gaza que introdujeron la retórica de la “fortaleza” ante los palestinos en los mensajes de campaña de los partidos, sin que ello derivase en una escalada bélica, que casi todos querían evitar antes de los comicios.

Las negociaciones indirectas con el movimiento islamista Hamás para un acuerdo de tregua prolongada prosperan, sin que los candidatos hayan interferido excesivamente en la estrategia del Ejecutivo.

Las propuestas concretas para abordar una solución permanente al conflicto palestino en su globalidad han quedado sin embargo fuera de agenda.

Si bien Gantz y Gabai han sugerido avanzar en alguna dirección hacia un acuerdo, a diferencia del status quo que defiende el Likud de Netanyahu, proclive a construcción de asentamientos en Cisjordania, nadie se ha arriesgado a dar demasiada visibilidad a este polémico factor en campaña, entendiendo que podría hacerles perder votos en unas elecciones planteadas en el eje entre la continuidad o la renovación.

Laura Fernández Palomo

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