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Rivera explota su perfil más duro y se lanza ahora a por los bastiones del PP en las autonómicas y municipales

Pablo Casado y Albert Rivera coincidieron en su atuendo en la última jornada de campaña en Andalucía

Carmen Moraga

Cuentan en el PP que Pablo Casado perdió su primer debate en TVE porque no se esperaba los ataques de Albert Rivera, que en medio del bloque sobre política económica le espetó una frase copiada de la ministra de Hacienda y candidata socialista, María Jesús Montero: “¿Sabe dónde está el milagro económico del PP? En la cárcel”.

Al día siguiente, en Atresmedia Rivera atacó otro flanco débil para el PP, el aborto, y dijo que su posición es la de un “partido antiguo”. También acusó a Mariano Rajoy y a Cristóbal Montoro de prometer rebajadas de impuestos y luego preparar un “hachazo” con el incremento de las cargas fiscales. El candidato de Ciudadanos exhibió en los dos espacios televisivos su lado más combativo, con continuas interrupciones al resto de sus rivales y sin respetar los turnos de palabra.

El nuevo Rivera ha exhibido durante la última campaña un perfil mucho más agresivo, no solo ha cambiado el fondo de sus mensajes para pelear ahora en el campo de la derecha, también la forma, con unos modales más adustos. Esos cambios coinciden con un momento clave en la historia de Ciudadanos. El partido que partía por detrás en los sondeos ve ahora a su alcance el liderazgo de la derecha mientras el PP continúa en una especie de descomposición, perdiendo votos elección tras elección desde 2015. La diferencia en las generales fueron 9 escaños y algo más de 200.000 votos.

La dirección de Ciudadanos tiene la sensación de estar muy cerca y se preparan ahora para afrontar las próximas elecciones del 26M -europeas, autonómicas y municipales- con la intención de arrebatar feudos claves para el PP. La gesta de aumentar 25 escaños, hasta los 57, ha instalado la euforia entre sus filas.

Hace unos meses, Rivera decidió retirar de los estatutos la apuesta por la socialdemocracia y abrazar el “liberalismo progresista” y ha redoblado sus ataques a Pedro Sánchez desde el mismo momento en que presentó la moción de censura contra Rajoy, que Ciudadanos se negó a apoyar, tras haber retirado el apoyo a las cuentas del PP. Ahora Ciudadanos se cierra en banda a negociar cualquier tipo de acuerdo para su investidura, pese a las presiones que está recibiendo de sectores mediáticos, económicos y financieros para que el Gobierno no dependa de Unidas Podemos y los nacionalistas. “Los españoles han preferido un Gobierno de Sánchez con Podemos y los nacionalistas. Los que han votado han sido los españoles, no la CEOE ni los bancos”, zanjó su líder durante una entrevista con Ana Rosa Quintana en Telecinco.

El líder de Ciudadanos insiste en que no cambiará de opinión frente a los que lo siguen dudando y así se lo dirá al presidente del Gobierno en funciones en la reunión que va a mantener con él el martes que viene, enmarcada en la ronda de contactos que Sánchez inicia el lunes con el PP. “Le diremos que vamos a liderar un oposición firme pero con sentido de Estado”, han adelantado fuentes del partido en donde afirman que Ciudadanos es el único partido legitimado para hacerlo, y no el PP tras la deblacle que ha sufrido en las elecciones.

A pesar del veto impuesto a Sánchez en estas generales, Rivera se ha abierto a negociar pactos puntuales tras el 26M con aquellos líderes socialistas que estén gobernando y que se hayan mostrado críticos con los nacionalistas. El cordón sanitario en cualquier caso también afecta al candidato socialista a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, al que Ciudadanos trata de presentar también como un radical, según repite su cabeza de cartel Ignacio Aguado. En el resto de territorios las cosas están más abiertas. “En cada comunidad autónoma y en cada municipio habrá políticas distintas. Como partido de centro liberal y constitucionalista hablaremos con todos aquellos que no hayan hecho políticas a favor de los nacionalismos”, señaló Rivera en la misma entrevista en Telecinco.

El líder, no obstante, ha adelantado que primará cualquier acuerdo con el PP a pesar de que a lo largo de esta nueva campaña va a ser seguir distanciándose lo más posible de Casado y de Abascal, con los que sigue manteniendo una dura pugna por el electorado de derechas. En Ciudadanos contemplan con regocijo la pelea desatada entre ambos dirigentes después de que los populares comprobaran que buena parte de los votantes que han perdido en las generales prefirieron a Vox, partido al que ahora tildan de “extrema derecha” mientras hace escasos días Casado invitaba a entrar en el Gobierno, si hubiera podido liderarlo tras el 28A.

Ese repentino cambio de tono fue de inmediato contestado por Abascal que escribió en su cuenta de Twitter: “Toda la campaña plagiando nuestro mensajes y tratando de imitar nuestro estilo y ahora, como los progres, insultáis a los votantes de Vox por tener principio. Se os está poniendo cara de UCD”, le reprochó, llamando al líder del PP “veleta azul”, al igual que llamó a Rivera “veleta naranja”.

Ante esta refriega, el equipo de Rivera, que durante la última semana de campaña decidió abrir la veda contra Casado y seguir ignorando a Vox, ve ahora muchas más posibilidad de mejorar sus resultados el 26M. El objetivo es ocupar el espacio de centro derecha que durante 30 años ha sido liderado sin discusión por el PP y tras los resultados la dirección trata de demostrar que su estrategia de veto a Sánchez les ha funcionado, frente a otro sector del partido más vinculado a la socialdemocracia que no se ha encontrado cómodo con las nuevas posiciones que mantiene Ciudadanos.

De cara al 26M la principal batalla se centrará en Madrid, tanto a nivel autonómico como municipal, en donde Ciudadanos podría liderar el bloque de las tres derechas. Murcia, Castilla y León e incluso La Rioja, estarán también en el punto de mira de Rivera, junto a Ceuta y Melilla, así como importantes ayuntamientos de capitales de provincias, como Málaga, feudo histórico del PP.

En Madrid, los populares han dejado de ser la fuerza hegemónica en la región. El PSOE ganó con 11 escaños frente a 7 logrados por los conservadores - en 2016 llegó a 15-, mientras Ciudadanos conseguía ocho, superándoles por un diputado. Los populares han quedado relegados a la tercera posición con casi 616.000 sufragios menos. Cinco de esos escaños perdidos -y 520.417 votos-, han ido a parar a Vox.

Si se proyectan estos resultados sobre las próximas elecciones autonómicas, el esquema se reproduce: el PSOE saldría vencedor de los comicios pero no tendría diputados suficientes para alcanzar la mayoría en la Asamblea de Madrid. Según la simulación realizada por eldiario.es, los socialistas obtendrían, siempre que los madrileños y madrileñas votaran en el mismo sentido que el 28A, 37 escaños; Ciudadanos 29, PP 24, Podemos 22 y Vox 19. Las cifras hay que tomarlas con mucha precaución porque nadie garantiza que la participación (inusualmente alta el 28A) vaya a repetirse un mes después, además de las diferentes variables que juegan en unas autonómicas.

En todo caso, la proyección de las generales situaría a Ciudadanos como la fuerza más votada de la derecha. De darse un resultado como este, los de Rivera serían los responsables de liderar un posible pacto a tres con PP y Vox. El partido ha evidenciado además que se maneja bien en las guerras subterráneas asestando un mazazo al PP con el fichaje del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, a dos días de las generales. En el Ayuntamiento de la capital, las perspectivas tampoco son malas para su candidata, Begoña Villacís, dado que el partido se quedó a menos de 11.000 votos de los populares en Madrid capital (en las generales) y muchas encuestas vaticinan que el bloque de derechas también podría gobernar y desbancar a la alcaldesa Manuela Carmena.

En Castilla y León -en donde Cs arrastra la sombra del pucherazo de Silvia Clemente-, Murcia y La Rioja, las encuestas se decantan de momento hacia el partido gobernante, el PP, pero con Ciudadanos pisándoles los talones. Por ello los de Rivera se volcarán en estas tres autonomías para intentar liderar los gobiernos. A nivel municipal, Málaga será otro de los objetivos de Cs. En esta provincia andaluza han quedado segundos, tras el PSOE, pese a ser un feudo histórico del PP, que descendió al tercer puesto.

El partido de Rivera tampoco descuidará otras comunidades gobernadas por la izquierda, como Aragón y Asturias, o Cantabria, gobernada por el regionalista Miguel Ángel Revilla, en las que el bloque de derechas también ha quedado bien situado tras el 28A. Lo que está claro es que Rivera no quiere seguir siendo simplemente “bisagra” para ayudar a formar gobiernos, como ha hecho con el PP en la Comunidad de Madrid, en La Rioja o en Murcia, o como lo hizo anteriormente con el PSOE en Andalucía. Ahora quiere liderarlos por lo que endurecerá su discurso para abrirse paso ante el “bipartidismo” y la amenaza de la fuerte irrupción del partido de Abascal. El dilema es si se abrirán a pactos con el PSOE, como parece haber dejado la puerta abierta Rivera, o si preferirán apoyarse en el PP y Vox como han hecho en Andalucía.

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