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Bernie Sanders y el reto de definirse como socialista en EE.UU.

Bernie Sanders y el reto de definirse como socialista en EE.UU.

EFE

Washington —

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Bernie Sanders es el mayor rival de Hillary Clinton en la carrera demócrata a la Casa Blanca, pero insiste en definirse como socialista, una etiqueta que puede resultar contraproducente para su campaña en un país donde muchos siguen asociando el término con el comunismo de la Unión Soviética.

Con Clinton en plena racha en las encuestas y entre los donantes, Sanders planea dar pronto un discurso para explicar su noción del “socialismo demócrata”, una corriente cada vez más aceptada entre los jóvenes del país pero que aún resulta confusa para parte del público estadounidense.

Según expertos consultados por Efe, la forma en que Sanders explique la ideología con la que se identifica desde hace décadas será crucial para el futuro de su campaña, basada en denunciar la creciente desigualdad y la erosión de la clase media en EE.UU.

“Los estadounidenses no entienden lo que significa el 'socialismo demócrata', y muchos piensan que es como el comunismo”, dijo a Efe el director del centro de estudios presidenciales y del Congreso en la American University de Washington, James Thurber.

Sanders es, en esencia, un demócrata progresista, y su uso del término es “contraproducente en su búsqueda de la nominación” porque “confunde” a los votantes, añadió Thurber.

Peter Dreier, un profesor universitario que ha estudiado la figura de Sanders, cree que el socialismo es en realidad “tan estadounidense como el pastel de manzana”, porque fue esa corriente la que propició avances como la creación de la seguridad social, los seguros médicos para pobres o el derecho a formar sindicatos.

“Pero durante la Guerra Fría, muchos estadounidenses confundían el socialismo con el comunismo, y todo lo que fuera progresista se identificaba como comunista. Todavía vivimos con ese legado, incluso 60 años después. Los estadounidenses no entienden la diferencia”, afirmó Dreier a Efe.

Estados Unidos es una de las pocas democracias occidentales que carece de un partido político importante con raíces en el movimiento laborista, y ningún candidato serio a la Presidencia se ha definido como socialista en unas elecciones generales en el último siglo.

La campaña de Sanders está generando una mayor aceptación del término especialmente entre los jóvenes, “que han experimentado la recesión” económica de 2008 y se interesan por modelos “similares a un Estado del bienestar”, explicó Dreier, que es profesor de políticas en el Occidental College de Los Ángeles (California).

Según una encuesta publicada en junio por la consultora Gallup, el 47 % de los estadounidenses votaría por un socialista como presidente, una proporción que ha ascendido en los últimos años pero que sigue siendo inferior al porcentaje que apoyaría a un candidato ateo o musulmán, dos opciones poco populares en EE.UU.

Lane Kenworthy, profesor de Sociología en la Universidad de California y autor del libro “Social Democratic America”, cree que el uso de la etiqueta “socialismo demócrata” por parte de Sanders “reduce su atractivo entre los estadounidenses en general”.

“Lo irónico es que una etiqueta más precisa para Sanders sería socialdemócrata, y no socialista. Sus principales propuestas son crear algunos servicios y programas de seguros públicos, como la baja laboral pagada; y expandir otros, como los seguros de salud públicos”, indicó Kenworthy a Efe.

Pero Sanders lleva cuatro décadas definiéndose como socialista, y ahora es “demasiado tarde” para cambiar, según Dreier.

“Sanders no puede huir de la etiqueta, así que lo que tiene que hacer es explicarla”, alegó el analista.

“Igual que (el presidente Barack) Obama tuvo que dar un discurso sobre la raza (durante la campaña presidencial de 2008) para poder definirse a sí mismo en lugar de que le definieran otros, Sanders tiene que dar un discurso sobre el socialismo demócrata para explicar lo que quiere decir”, sostuvo Dreier.

Para Kenworthy, lo que debe hacer el aspirante demócrata es ir más allá de la etiqueta y “centrarse más en sus propuestas políticas”, cada vez más populares entre los estadounidenses.

En el primer debate demócrata, Clinton se distanció de Sanders cuando este abogó por “fijarse en países como Dinamarca, Suecia y Noruega, y aprender de lo que han conseguido para su pueblo”.

“No somos Dinamarca. Me encanta Dinamarca, pero somos Estados Unidos (...) y sería un error alejarnos de lo que construyó la mayor clase media de la historia”, respondió Clinton en un alegato a favor del capitalismo.

Esa fue, según Dreier, “una forma sutil de decir que el socialismo es antiestadounidense, y de hacer que Sanders parezca extremista o inelegible”.

Ese primer ataque hace probable que si la campaña de Sanders “se hace más popular”, Clinton lo acuse de “rojo”, añadió Dreier.

“Al fin y al cabo -concluyó-, eso fue lo que hicieron con Obama en 2008”.

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