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El cambio de estrategia de Yolanda Díaz con Iglesias inquieta al PSOE y a los aliados de Sumar

Yolanda Díaz, durante la presentación de Sumar, el pasado 2 de abril, en Madrid

Alberto Ortiz

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Yolanda Díaz exhibió el pasado domingo en 'Lo de Évole' (La Sexta) un tono y un discurso poco habituales en sus apariciones públicas. Por decisión o por efecto de las preguntas del periodista, Jordi Évole, la vicepresidenta segunda del Gobierno fue pasando de las palabras medidas a lanzar fuertes ataques contra Podemos, pero sobre todo contra su fundador, Pablo Iglesias, que impregnó prácticamente toda la conversación. Ese cambio de actitud ha planeado esta semana en los diálogos informales en el Congreso, especialmente entre los representantes del PSOE pero también entre sus aliados. Todos están preocupados por las consecuencias que puede acarrear la consumación de un giro estratégico en un momento delicado para el espacio político al que quiere unir de cara a las elecciones generales.

La Sexta emitió la entrevista a la ministra de Trabajo el pasado domingo, un día después de la Fiesta de la Primavera, el acto con el que Podemos lanzó su precampaña de cara a las municipales y autonómicas del 28 de mayo. La entrevista se grabó unos días antes, en una semana en la que Díaz ya había decidido pasar a la ofensiva contra Iglesias, con el que mantiene un pulso prácticamente desde que le cediera el liderazgo del espacio de Unidas Podemos, hace ya dos años. 

La antesala de la entrevista es conocida. Yolanda Díaz lanzó su candidatura el 2 de abril en un acto en Madrid al que la dirección de Podemos decidió no asistir. Lo hizo porque consideró que para estar allí debía haber primero un acuerdo de mínimos con Sumar que garantizase unas primarias abiertas para las generales. Pero el equipo de la vicepresidenta no quería una negociación bilateral con el partido de Ione Belarra y, si bien también quiere que haya primarias, prefiere que estas se negocien entre todos los miembros del espacio a la izquierda del PSOE.

Con todo, la relación entre los dos espacios políticos, en precario equilibrio desde hace meses por diferentes tensiones, ha empeorado de forma significativa, según reconocen ambas partes.

La semana pasada, en una entrevista con la periodista Ana Requena en un acto de elDiario.es por el noveno aniversario del blog Micromachismos, Yolanda Díaz se soltó con algunas críticas. “Soy libre y estoy harta de ser 'de' hombres. Tengo vida propia, perfil propio y proyecto propio”, dijo, en un mensaje similar al que lanzó en el polideportivo Magariños, donde se liberó de las “tutelas”. Un día después del acto de abril, en una entrevista en el diario El País, rebajó la importancia de la eventual ausencia de Podemos en su espacio político: “Claro que no sería un fracaso”. 

El jueves, Díaz estuvo en la presentación del último libro de Elizabeth Duval, Melancolía, en el que lanzó nuevas críticas veladas. “Las izquierdas españolas están afincadas en una parte melancólica brutal”, advirtió, en una charla moderada por la periodista de La Sexta María Llapart. “Las izquierdas españolas están afincadas en algo que procura más tener razón que cambiar la vida de la gente”, insistió, antes de añadir: “Hay que tener algo claro, que es cambiar la vida de la gente. Menos agoreros, más hacedores en la vida pública”.

Pero si el cambio de estrategia estaba pensado como algo gradual, sin grandes aspavientos, la entrevista con Évole lo cambió todo. La conversación, a diferencia de las que mantuvo el periodista en años anteriores con Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o incluso Albert Rivera en su momento, se grabó en el reservado de un restaurante japonés, entre platos de sushi y con una luz tenue, roja, con jarrones de fondo, y no en un bar o en un lugar que pueda proyectar cercanía con el votante medio. Para la introducción, los guionistas se reservaron una recreación de una discusión interna de la yakuza, la mafia nipona.

Más allá de los simbolismos, la entrevista giró en torno a la división interna del espacio y muy poco alrededor de las propuestas políticas del espacio de Yolanda Díaz, a pesar de que ella misma criticó en el programa que en las discusiones entre partidos se habla mucho de listas y poco de programa. Además, la sonrisa inicial de la vicepresidenta fue mutando a un semblante más duro a medida que el contenido de la conversación entraba en su pelea con Iglesias. Ni la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ni la ministra de Igualdad, Irene Montero, tuvieron mucho protagonismo. Si fue por decisión del entrevistador, la vicepresidenta no supo o no quiso salir de ese marco. Las entrevistas de Lo de Évole y Salvados incluyen varias horas de grabación, que luego se editan para dejar cada programa en aproximadamente una hora. Évole reconoció días después de la entrevista con la vicepresidenta segunda que no había sido su mejor día.

Durante la semana, la entrevista se ha colado en las conversaciones de diputados y periodistas en el Congreso y prácticamente todo el mundo coincide en que la vicepresidenta no salió bien parada de lo que se pudo ver en la televisión. Varios diputados del espacio político de Unidas Podemos, cercanos a la ministra, lamentaban estos días el momento elegido para la entrevista o la incomodidad mostrada ante ciertas preguntas. Uno de los momentos más difíciles del episodio llegó cuando Évole preguntó a Díaz por quién votaría el 28M en Madrid. La escasa claridad de la vicepresidenta levantó la sospecha generalizada de que se inclinaría por la candidata de Más Madrid, Mónica García, que compite contra Alejandra Jacinto, de Unidas Podemos, el espacio por el que la ministra hoy por hoy es diputada. 

“En política hay que saber callar algunas cosas”, decía un diputado de Unidas Podemos estos días. En público, varios miembros de ese grupo parlamentario defendieron esta semana las candidaturas de ese espacio político de cara al 28 de mayo. “No me cabe duda de que hará campaña por candidatos de Podemos y de Unidas Podemos, de las diferentes formas de nuestro espacio”, dijo este martes el portavoz de Galicia en Común, Antón Gómez-Reino. “Yolanda Díaz se caracteriza por ser una mujer comprometida. Creo que es absolutamente clave que Roberto Sotomayor entre en el Ayuntamiento de Madrid y que Unidas Podemos pueda ser clave para echar a Almeida y es absolutamente clave que Alejandra Jacinto entre en la Comunidad de Madrid porque es la mejor candidata”, añadió. 

En mitad de las discusiones sobre este asunto, el CIS de esta semana caló entre algunos dirigentes como una llamada de atención. El barómetro de este mes, elaborado entre el 31 de marzo y el 5 de abril (el lanzamiento de la candidatura de Yolanda Díaz fue el 2 de abril) otorga a Sumar un 10,6% de los votos y a Podemos un 6,7%, un resultado que por la forma en que funciona el sistema electoral en España les alejaría seguramente del número de escaños con los que cuenta el total de Unidas Podemos en la actualidad. Un importante diputado del grupo confederal manifestaba este jueves que sin la unidad con Podemos un resultado así sería una mala noticia. De juntar esos porcentajes, el resultado superaría el 17%, frente al 11,1% de Vox, y aunque en política 1+1 no son dos, las perspectivas han insuflado esperanza en algunos sectores del espacio. “Esta encuesta dice claramente la necesidad de ir juntos, de la unidad. Pero lo pensamos independientemente de esta encuesta”, afirma la portavoz de Podemos, Isa Serra, en conversación con este diario.

La preocupación también ha escalado en estos días en las filas del PSOE, donde no gustaron por ejemplo las acusaciones de machismo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que lanzó en el programa Yolanda Díaz. “La que distorsionaba ahí soy yo. En la forma de hacer política ellos se entienden mejor que yo con ellos”, dijo, sobre las conversaciones entre Iglesias, Sánchez y ella cuando los tres estaban en el Gobierno. “Sí, como todos”, respondió además expresamente cuando se le preguntó sobre si el presidente es machista. Un ministro de la parte socialista del Gobierno reprochaba esta semana que el comentario estuvo “feo”. “Se pasó de frenada”, resumía. 

Reproches de Iglesias y bajo perfil en Podemos 

El primero en responder a la entrevista fue Pablo Iglesias con un artículo en la revista Ctxt en el que afirmó que la conversación había generado “mucha tristeza entre militantes y gentes de izquierdas” y donde se preguntaba en qué ayudaría a que Ada Colau revalidase la alcaldía o la izquierda mantuviese el Gobierno en la Comunitat Valenciana. “No sé en qué ayuda la ensalada de hostias de ayer a que nos vaya bien en las elecciones municipales y autonómicas”, dijo horas después, más duro, en la tertulia de RAC1. Yolanda Díaz había criticado el día anterior que Podemos pedía unidad entre ataques: “Si pides la unidad a torta limpia, a tu electorado lo estás deprimiendo y luego da igual que te des la mano”. 

Pero el tono de la reacción de Iglesias no se trasladó al de los dirigentes de Podemos. La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, dijo ese mismo lunes en una entrevista con Radio Nacional de España que su compromiso con la unidad seguía siendo claro. “Si hay voluntad de firmar ese acuerdo para primarias abiertas, estoy disponible esta tarde, la semana que viene o después de las elecciones de mayo”, dijo sin entrar a valorar las críticas de Díaz en público, si bien fuentes del partido reconocían que el tono de la vicepresidenta no había sentado bien. 

Podemos, como se pudo ver en la Fiesta de la Primavera del fin de semana pasado, ha optado por reivindicar la importancia de su espacio, de marcar las diferencias con el resto de formaciones de izquierdas, a las que reprochan carecer de la valentía que ellos sí dicen encarnar y tratar de obtener un buen resultado el 28M que les permita negociar en mejores condiciones un acuerdo con Sumar.

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