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Carlos Carrizosa: el eterno secundario que supo esperar es el elegido por Arrimadas para salvar los muebles en Catalunya

El presidente del grupo de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña, Carlos Carrizosa. EFE/ Enric Fontcuberta

Carmen Moraga

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Dicen que solo era cuestión de tiempo, que Inés Arrimadas deseaba que fuera Carlos Carrizosa (Barcelona, 1964), su fiel escudero en el Parlament durante su etapa más dura, y no Lorena Roldán, quien ocupara la candidatura de Ciudadanos a la Generalitat de Catalunya. Y al final será así aunque el reto le llega al veterano dirigente catalán en el momento más adverso para la formación.

La designación de Carrizosa este miércoles por el Comité Permanente del partido ha sido la primera decisión de calado que ha tomado Arrimadas a su vuelta del permiso por maternidad. La decisión ha sido revestida de unanimidad y de buenas palabras por parte incluso de la propia defenestrada –“ha sido una decisón tomada en equipo”, ha dicho Roldán–, quien hace ahora justo un año ganó las primarias y fue designada como cabeza de cartel para unos comicios que todavía no tienen fecha. Por entonces aún presidía el partido Albert Rivera, principal defensor de Roldán. Carrizosa no quiso hacerle sombra y no se presentó a la contienda.

Aunque son muchos los que coinciden en que Carrizosa es un candidato con un perfil más adecuado que el de Roldán para hacer frente a unas elecciones claves en el territorio donde nació el partido, el procedimiento para su designación no ha gustado a todos. “Los Estatutos no lo contemplan. Debería haberse presentado como un decisión de Lorena de renunciar a la candidatura y anunciar después que Carrizosa se postulaba para nuevas primarias”, apunta un dirigente crítico con la dirección.

En la cima del partido hay nerviosismo. Y prisas. A pesar de que Quim Torra no ha puesto aún fecha para las elecciones, el clima en Catalunya es de precampaña desde hace muchos meses. Y las encuestas internas que maneja el partido y las que se han publicado en diferentes medios de comunicación no son nada esperanzadoras para Ciudadanos. De ser la fuerza más votada en 2017, con Arrimadas como candidata, puede pasar a convertirse en una de las últimas del Parlament. Un duro revés, si se cumplen los pronósticos, para la nueva dirigente de la formación que no ha conseguido representación en Galicia y obtuvo dos escaños en el País Vasco gracias a que los candidatos de su partido iban en puestos de salida tras el pacto de coalición cerrado con el PP, que fue el gran perdedor .

Los sondeos han influido en este cambio de caras en Catalunya: el último barómetro del CIS catalán apunta que Carrizosa es un dirigente mejor valorado que su compañera de filas por los votantes, no solo de Ciudadanos sino del propio PP. La decisión, por lo tanto, no se podía demorar mucho más cuando aún está por ver si estos partidos van a ir por separado a las urnas o con una candidatura conjunta, como hicieron en las elecciones vascas.

Desde la llegada de Arrimadas a la dirección del partido eran muchos los que advertían de que para remontar esos sondeos se necesitaba a un dirigente con mayor “pegada”, un “duro” como Carrizosa cuyos encontronazos con Quim Torra y el Govern han sido sonados. La imagen del dirigente de Ciudadanos arrancando lazos amarillos de los escaños o su expulsión del hemiciclo del Parlament por parte del presidente, Roger Torrent, tras uno de los plenos más broncos de esta legislatura hizo crecer su figura entre sus compañeros y la militancia. Dentro del partido algunos incluso equiparan su estilo político al de Cayetana Álvarez de Toledo, la recién defenestrada portavoz parlamentaria del PP. Una imagen de 'duro' que no se corresponde luego con el trato amable y cercano que en el plano personal caracteriza a Carrizosa.

Carlos Carrizosa no es ningún advenedizo. Nacido en Barcelona hace 56 años y abogado de profesión, milita en Ciudadanos prácticamente desde su fundación en 2006. Se forjó en la política catalana a la sombra de Rivera. En 2012 ocupó por primera vez un escaño en la Cámara autonómica junto a otros históricos del partido como José María Villegas, Matías Alonso o José María Espejo-Saavedra. En aquella lista por Barcelona iba como número cuatro Inés Arrimadas. Al grupo se sumaron poco después Fernando de Páramo y Fran Hervías.

Cuando en 2015 la mayoría de ellos fueron abandonando Catalunya detrás de Rivera para dar el salto a Madrid, Carrizosa permaneció allí junto a Arrimadas como portavoz del grupo parlamentario, y acató con disciplina el no haber sido él el elegido para ocupar su lugar.

Con ella vivió la victoria de diciembre de 2017, un triunfo agridulce que no permitió al partido gobernar ni desbancar al independentismo de la Generalitat. Tras la marcha a Madrid en 2019 de Arrimadas, Carrizosa fue designado presidente del grupo parlamentario y ‘heredó’ su despacho en el Parlament mientras Lorena Roldán se convertía en jefa de la oposición y candidata a la Generalitat. Eran órdenes de Rivera. Carrizosa entonces tampoco quiso competir por el cargo.

Aunque sus relaciones con Roldán no son malas, dentro del partido algunos destacan la pugna soterrada que desde hace meses mantenía con su compañera de filas para acaparar el protagonismo ante los medios de comunicación o en los debates en la Cámara. Sin desplantes públicos: el nuevo candidato a la Generalitat tiene fama de ser un dirigente de talante dialogante y poco dado a los enfrentamientos internos. Como secretario de Organizacion del partido en Catalunya fue el encargado de anunciar su victoria y felicitarla cuando, como se esperaba, la senadora ganó las primarias. “Respeta a Lorena. El genio lo reserva para los debates con los nacionalistas y los republicanos”, señalan quienes le conocen.

Uno de los episodios que certifican ese talante dialogante y pacificador es la intervención que protagonizó en el Consejo General más bronco que ha celebrado Ciudadanos, en el que se designó a finales de 2019 -tras la debacle cosechada en los comicios del 10N- la gestora que iba a pilotar la transición hasta la celebración de la VI Asamblea General extraordinaria en la que se enterraría la era Rivera. Carrizosa calmó los ánimos entre los sectores entonces enfrentados: el crítico, capitaneado por Francisco Igea, y el oficialista, que representó en aquella tensa reunión Manuel García Bofill, presidente del máximo órgano entre Asambleas. A ambas partes les pidió “unidad” para enfrentarse a la nueva y difícil etapa que iba a iniciar el partido . “No nos vamos a abrir en canal porque los medios de comunicación están deseando cogernos por las vísceras para hacernos daño”, les advirtió. “Nosotros somos los que estamos unidos, y los romanos están ahí fuera”, zanjó.

Con el bagaje y experiencia que acumula puertas adentro, su misión ahora será aglutinar en una lista unitaria a los partidos que Ciudadanos denomina “constitucionalistas” -PP y PSC- en la que Ciudadanos quiere que se integren también independientes y miembros de la “sociedad civil” para “que ningún voto constitucionalista se vaya a la basura”. Para ello está dispuesto, si fuera necesario, a volver de nuevo a un segundo plano y dejar que esa hipotética coalición la encabece un candidato de “consenso” ajeno a su partido.

El comunicado hecho público este miércoles de Ciudadanos para anunciar la decisión del Comité Permanente explicaba que la maniobra del cambio se ha hecho precisamente para facilitar que esa candidatura la lidere “un cargo público en Catalunya para que no pueda ser identificado como un candidato de siglas y difumine cualquier idea de partidismo, facilitando así la futura coalición constitucionalista”. El PSC de Miquel Iceta, de entrada, ya ha rechazado la idea. Y el PP autonómico, que dirige ahora Alejandro Fernández, tampoco está entusiasmado con la fórmula pero prefieren a Carrizosa como interlocutor que a Roldán, a quien no perdonan que llegara a manifestarse en su día, antes de entrar en Ciudadanos, a favor de la independencia de Catalunya.

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