La ubicación de los grupos en el hemiciclo, primer reto de la nueva Mesa del Congreso
Los diputados electos el 20 de diciembre acudirán el miércoles, 13 de enero, a la sesión constitutiva del Congreso sin saber dónde tienen que sentarse. Salvo los miembros del Gobierno en funciones que ocuparán la bancada azul, ninguno de ellos tiene aún asignado un escaño. Ni siquiera los veteranos. “Habrá que madrugar. El que llegue a última hora tendrá que buscarse la vida”, avisan con cierta maledicencia a los novatos los que conocen ya la liturgia.
Aunque ese día la colocación será algo baladí, el asunto de cuántos grupos habrá y dónde se ubicará cada uno en el hemiciclo tiene mucha importancia, motivo por el que ha empezado a suscitar roces entre los portavoces asignados por cada partido para negociar el reparto de cargos en la Cámara. No es lo mismo estar detrás de la bancada azul, en mitad del hemiciclo, que arriba o en un lateral, en donde es mucho más difícil que te vean. O en el denominado ‘gallinero’ -los últimos escaños poblados de columnas- donde por lo general van a parar los diputados del Grupo Mixto.
El miércoles se esperan gestos de cortesía. Nadie recuerda bronca o tensiones a la hora de ubicarse para asistir a la puesta de largo del Congreso de esta XI e incierta legislatura. La disputa real por el espacio vendrá después, una vez que quede constituida la Mesa del Congreso, que es el órgano encargado de hacer esa distribución de escaños en función del número de diputados que tiene cada grupo.
Tradicionalmente, el partido del Gobierno se sienta en los escaños que hay detrás de los bancos azules, reservados al presidente y a sus ministros, como muestra de apoyo y para hacer notar su presencia. El portavoz del grupo mayoritario se coloca detrás del escaño del presidente, junto al resto de los miembros de la dirección del grupo parlamentario.
En la legislatura anterior, salvo la protesta de Amaiur que se vio relegado al fondo del hemiciclo, no hubo problemas al tener el PP la mayoría absoluta. El PSOE tampoco tuvo a nadie que ensombreciera su papel de principal partido de la oposición.
Sin embargo, ahora todo son incertidumbres. No se sabe quién gobernará. Ni siquiera si habrá Gobierno. Y la diversidad de grupos que han resultado de las elecciones del pasado 20D complica esta tarea.
A todo esto se junta que Podemos insiste en formar cuatro grupos diferentes, uno propio y otros tres para sus candidaturas en Cataluña, Valencia y Galicia, algo que los demás grupos ven poco factible si se aplica estrictamente el reglamento. Además, supondría el cobro de subvenciones, cupo propio de presentación de iniciativas y capacidad de intervenir cada uno en los debates. Quienes se oponen con mayor ahínco a esta posibilidad son el PP y Ciudadanos. La pugna, pues, está servida.
El ritual de la sesión
El comienzo de la sesión constitutiva está fijado el miércoles para las diez de la mañana. A esa hora los diputados y diputadas tendrán que haber ocupado sus escaños. Después se formará la Mesa de Edad presidida por el diputado de mayor edad y los dos diputados más jóvenes.
El siguiente paso es la elección del nuevo presidente de la Mesa del Congreso, un trámite que se realiza por medio de papeleta en urna y por llamamiento. Cada diputado debe escribir un solo nombre. Si ninguno de los candidatos que se presenten obtiene mayoría absoluta, como se espera, habrá una segunda votación con idéntico procedimiento.
En esta segunda vuelta no es posible abstenerse pero si propiciar votos nulos, poniendo en la papeleta cualquier nombre por disparatado que sea (lo que da origen a muchos chascarrillos), saliendo elegido el candidato que obtenga más votos.
Después se elige a los cuatro vicepresidentes y a los cuatro secretarios de la Mesa, en dos urnas distintas. Cada diputado pone un nombre para cada cargo y son elegidos por orden, según el número de votos. En la anterior legislatura este órgano de gobierno de la Cámara estuvo compuesto por PP, PSOE y CiU. En esta ocasión se espera que esté formada por PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos.
El presidente electo solicitará finalmente a cada diputado el juramento o promesa de acatar la Constitución, para lo que serán llamados por orden alfabético.
La primera tarea de la nueva Mesa será precisamente organizar los grupos de la Cámara y distribuir los escaños. Quince días después, tendrá lugar la solemne sesión de apertura de la legislatura. Según preven los grupos, la incógnita para saber quién gobernará el Congreso continuará al menos hasta la víspera de la sesión constitutiva.