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La reforma que propone Sánchez para las investiduras: dos ejemplos autonómicos y un consenso difícil de reunir

Pedro Sánchez, en una imagen de archivo

Gonzalo Cortizo

En medio de las tensiones para formar Gobierno entre el Partido Socialista y Unidas Podemos ha surgido el debate sobre la posibilidad de impulsar una reforma de la Constitución que evite el actual bloqueo político, favorecido por una norma pensada en clave de bipartidismo. Pedro Sánchez quiere cambiar la Constitución para que la lista más votada tenga más fácil llegar al Gobierno, sin necesidad de tener que armar una mayoría absoluta. 

La idea planteada desde el PSOE no responde a una simple improvisación al calor de las negociaciones iniciadas entre las dos formaciones de izquierda. El Centro de Investigaciones Sociológicas ya preguntó en su barómetro de junio si los ciudadanos estaban de acuerdo con una reforma constitucional para que la investidura no requiera mayoría absoluta. Fue la primera aproximación a un debate que esta misma semana se ha cerrado con el anuncio formal del presidente en funciones. Ante los encuestadores del centro público, un 43,7% se posicionó a favor, frente a un 31% que cree que el cambio es innecesario. 

El artículo que Sánchez prevé cambiar plantea la necesidad de que el candidato a la presidencia del Gobierno obtenga el puesto por mayoría absoluta en primera votación o con más apoyos que votos en contra en la votación. La Constitución señala que tras un fracaso en la investidura, la convocatoria de elecciones se provoca como un automatismo a celebrar dos meses después del primer intento fallido. 

Los planes del PSOE para cambiar las reglas del juego no tendrían efecto en el actual momento de bloqueo, pero sí podrían afectar al panorama que se puede plantear en caso de repetición electoral, según aseguran fuentes jurídicas a eldiario.es. Sin embargo, el PSOE no cuenta con los apoyos necesarios para llevar adelante la propuesta. 

Sin consenso para la reforma

Si el PSOE insiste en su idea, podría llevarla a debate en el Parlamento tras el fracaso de la investidura. Se trata de una reforma constitucional que no requiere una mayoría agravada pero sí necesita el apoyo de 210 diputados, con los que Sánchez no parece contar en estos momentos. La reforma podría provocar la celebración de un referéndum solo con que lo pidan el 10 por ciento de los parlamentarios. Unidas Podemos, que cuenta con 42 diputados, se bastaría para forzar esa consulta. 

Pablo Iglesias ya se ha posicionado en contra de la reforma: “Este no es el principal problema de los españoles”, aseguraba este viernes durante una entrevista matinal en TVE. En la formación morada creen que el PSOE está usando la Constitución como “arma arrojadiza” ante la falta de apoyos. 

Desde el Partido Popular se muestran más comprensivos. Pablo Casado coincide con Sánchez en que hay que evitar bloqueos pero difiere de su fórmula y se niega a tocar la Constitución. Los populares son más favorables a una reforma inspirada en los modelos griego e italiano que priman con 50 escaños al ganador de unas elecciones. Esa idea obligaría a aumentar el número de diputados de los 350 actuales a 400. 

En Ciudadanos tampoco se muestran favorables al cambio. Desde la formación que lidera Albert Rivera se muestran propicios a establecer un “umbral mínimo del 3% nacional” que asegure un mínimo de representatividad en el Congreso pero sin alterar, dicen, el “principio de representatividad” que recoge la Constitución. “Los escaños se ganan en las urnas aunque haya partidos que busquen a la desesperada cambiar las reglas del juego”, aseguran desde esta formación, que con su reforma complicaría la presencia de los partidos nacionalistas en el Congreso.

La idea lanzada desde el PSOE se basa en modelos que ya están en marcha en algunos parlamentos autonómicos como el de Asturias o País Vasco. El estatuto asturiano impide a sus parlamentarios votar en contra en una investidura: solo pueden votar a favor o abstenerse. En Euskadi –una comunidad acostumbrada al multipartidismo– sucede lo mismo, el bloqueo político es prácticamente imposible frente a una formación que ha ganado unas elecciones con claridad. 

El debate se ha generado en medio de las tensiones entre PSOE y Unidas Podemos para cerrar un acuerdo que le permita a Sánchez continuar en La Moncloa. Por ahora se trata de una idea: no hay ninguna propuesta registrada en el Congreso que busque el cambio sobre el que estos días se debate en buena parte de las tertulias políticas. 

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