“Inundar la zona con mierda” como técnica parlamentaria
Estaba Jon Iñarritu haciendo unas declaraciones a un periodista en los pasillos del Congreso el jueves por la mañana cuando pasó al lado un diputado de Vox. Precisamente el diputado de EH Bildu respondía en ese momento a una pregunta sobre el clima permanente de bronca en el hemiciclo. Al parlamentario ultraderechista Luis Gestoso se le ocurrió comentar la jugada mirando a los periodistas y diciendo: “Blanqueáis el terrorismo”.
Ya no es sólo en el hemiciclo donde vuelan los cuchillos. Ahora también insultan a los periodistas o a otros parlamentarios cuando están haciendo su trabajo. Hay cárteles de la droga que funcionan con más profesionalidad. ¿Cuál es la intención de todo esto? ¿Que los diputados terminen agarrándose por las solapas y empiecen a sacudirse? ¿Que los periodistas respondan en los mismos términos?
Iñarritu explicó que todo este clima de tensión propiciado por Vox no es algo que surja porque algunos pierdan los nervios: “Es una estrategia planificada. No es un planteamiento de un calentón que puedas tener en medio de un debate y que hagas un comentario desafortunado”. Esto último puede ocurrirle a cualquier grupo parlamentario. Es distinto si se trata de una elección deliberada para deslegitimar a los rivales y de paso calentar los bajos instintos de sus votantes.
Esa tarea de zapa se traslada de forma automática a las redes sociales. Allí se presume de todo aquello que los demás grupos pueden considerar impropio de la institución.
El diputado de EH Bildu lo relacionó con “el brutalismo parlamentario” de Steve Bannon, el ultraderechista que fue consejero de Donald Trump en su campaña y en la Casa Blanca. Si hay una idea que define bastante bien a Bannon es esta: “Los demócratas no importan –dijo en 2018–. La auténtica oposición está en los medios de comunicación. Y la forma de tratar con ellos es inundar la zona con mierda”.
Cuanta más mierda haya sobre el escenario, tanta que sea difícil mantenerse en pie ante el riesgo de resbalón, más fácil será convencer a tus votantes de que todo lo malo que dicen sobre ti es falso. No puedes creer a nadie, mucho menos a los medios de comunicación, así que sólo crees a los tuyos. Se trata de una estrategia perfecta para convencer a la gente de que debe creer solo lo que confirme sus ideas o prejuicios.
Por la mañana, la diputada de Vox Patricia de las Heras hizo un recuento de aquellos que supuestamente se ven beneficiados por las cesiones del Gobierno. A saber, “comunistas, separatistas, golpistas, malversadores, pederastas, violadores, y aquellos que defienden a los condenados por terrorismo, es decir, filoetarras”. Dejó esta última palabra para el final como forma de provocar a la presidencia de la Cámara, que ha decidido vetar esa expresión. Una diputada de Vox fue expulsada de la tribuna esta semana por negarse a retirarla.
La presidenta, Meritxell Batet, tuvo que intervenir otra vez para leer la cartilla: “Les pido que cada vez que suban a esta tribuna no suban a herir ni a ofender”. Ya puede pedirlo en todos los idiomas posibles, que algunos no le van a hacer ningún caso.
No es un problema que se limite a Vox. Parlamentarios del PP y Ciudadanos han utilizado expresiones similares y alegan que limitarlas es un ataque a su libertad de expresión. De hecho, la líder de Ciudadanos cree que la extrema derecha se queda corta. “Desde luego que la diputada de Vox no dijo la verdad, porque no son filoterroristas. Son directamente terroristas”, dijo Inés Arrimadas, que recibió los aplausos de la bancada de Vox.
El Parlamento es ese lugar en que puedes acusar a otro representante de la soberanía nacional de ser un asesino y luego sentirte orgulloso de haber imputado un grave delito a una persona sin pruebas específicas (esas costumbres habituales en los tribunales). Pero no lo intenten los que no tienen el privilegio de ser diputados. Es muy probable que les caiga una querella.
El día anterior, fueron los diputados del Partido Popular los que montaron en cólera cuando Irene Montero les acusó de promover la cultura de la violación por las campañas de los gobiernos gallego y madrileño que hacían hincapié en lo que debe hacer una mujer para evitar agresiones. Batet dijo en el pleno que esa imputación directa a todo un grupo parlamentario “no es adecuada”. Por la cara que puso, a la ministra de Igualdad no le gustó nada el reproche, que a los del PP les pareció insuficiente.
Tampoco se quedaron muy contentos el jueves los diputados de Podemos cuando el vicepresidente de la Cámara, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, anunció que eliminaba del diario de sesiones la palabra 'fascista' empleada por un portavoz de UP. “La limitación de la libertad de expresión. Prohibir el uso de un término político en Parlamento. Incalificable”, dijo Pablo Echenique en Twitter.
Retirar una palabra del diario de sesiones es una medida que está a disposición de la presidencia. Su utilidad es prácticamente nula en una época en que todo se conoce en tiempo real.
El grupo parlamentario del PP se desquitó el jueves de lo sucedido el día anterior concentrándose en la escalinata de la fachada del Congreso con una pancarta que exigía cambios en la ley del 'solo sí es sí'. Como venganza personal, Alberto Núñez Feijóo menospreció en Albacete a la ministra de Igualdad por su edad al defender los antecedentes de su partido: “Le recuerdo que quizá cuando ella estudiaba estudios primarios, el PP ya estaba legislando contra la violencia doméstica y la violencia de género. En 1998 el PP aprobó el primer plan contra la violencia doméstica”.
Dice Batet que los parlamentarios no deberían “herir ni ofender”. Pues a algunos eso les va a dejar sin discurso.
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