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La investidura del nuevo alcalde de Granada desata la enésima crisis entre PP y Ciudadanos

Imagen de archivo de Inés Arrimadas y Pablo Casado.

Álvaro López / Carmen Moraga

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Los, por el momento, fallidos intentos por presentar una alternativa viable a la del PSOE para hacerse con la Alcaldía de Granada, tras la dimisión, el pasado jueves, del anterior regidor Luis Salvador, de Ciudadanos, desataron este lunes la enésima crisis entre el Partido Popular y la formación que preside Inés Arrimadas. Un esperpéntico cruce de declaraciones y comunicados evidenció las enormes dificultades de entendimiento de los dos partidos para poder reeditar la alianza que lograron en el consistorio granadino tras las elecciones de 2019 y que saltó por los aires a principios de junio con la dimisión del equipo de gobierno de los seis ediles del PP, que exigían que Salvador les cediera la alcaldía en función a un supuesto pacto de alternancia.

Después de un mes de presiones de los populares para que el ya exalcalde se marchara –tras perder también el apoyo de los ediles de su propio partido–, en el PP de Granada son conscientes de que la situación es tan compleja que reeditar el bipartito que tenían hasta entonces con el partido de Arrimadas es casi imposible. Cada uno hace la guerra por su cuenta y la comunicación está tan rota en varias direcciones que lo que empezó como un órdago de los populares para hacerse con el bastón de mando, va camino de acabar en una alcaldía para el PSOE.

El último encontronazo entre ambos partidos dejaba en evidencia, sobre todo, a Ciudadanos. A primera hora de la tarde de este lunes, el grupo municipal del PP proponía de candidato al exconcejal de Personal, Francisco Fuentes, con el que se aseguraban “12 de los 14 votos necesarios” para hacerle alcalde. Pero apenas 20 minutos después, Ciudadanos sorprendía con una rueda de prensa de su vicesecretario general, Daniel Pérez Calvo, en la que ponía encima de la mesa el nombre de otro candidato distinto a Fuentes. Según Pérez Calvo, las direcciones nacionales de Ciudadanos y PP habían acordado que José Antonio Huertas –edil del partido de Arrimadas y ahora alcalde en funciones– sería su opción para convertirse en alcalde de Granada.

“El objetivo del acuerdo entre Ciudadanos y PP es evitar que el PSOE y su candidato imputado puedan llegar a la alcaldía del Ayuntamiento de Granada”, señaló Pérez. “Esta mañana Marina Bravo ha contactado con Teodoro García Egea y, desde la sensatez y la lógica de dos partidos que piensan en el interés de los ciudadanos, han decidido que hay que poner punto final a esta situación”, abundaba. Pérez explicó que “la respuesta pasa por el cumplimiento del acuerdo de Gobierno alcanzado hace dos años por PP y Ciudadanos”, porque, a su juicio, “estaba funcionando y no tendría sentido común” que ahora se diera “un volantazo que pagarán los granadinos”.

Salvador insiste en que él y el otro edil de Cs favorecerán “la lista más votada”

Ese sorprendente anuncio se desmoronaba tan solo una hora después con el desmentido oficial del PP. Mediante un comunicado de prensa, los populares negaban haber suscrito acuerdo alguno con Ciudadanos, como había sostenido minutos antes el 'número dos' de Arrimadas, aunque valoraban positivamente que se abriese esa puerta. Hasta ese momento, se daba por hecho que los dos ediles de Ciudadanos, Luis Salvador y el propio Huertas, votarían a favor del PSOE en la investidura del miércoles, pero el anuncio de la dirección nacional de la formación que se dice “liberal” dibujaba otro escenario.

No obstante, en declaraciones a elDiario.es, el propio Salvador confirmaba a última hora del lunes este extremo. El exalcalde de Granada, que fue diputado y senador del PSOE antes de marcharse a Ciudadanos, adelantaba su decisión, explicada anteriormente en la rueda de prensa que ofreció el día de su dimisión: “Huertas y yo favoreceremos la lista más votada y la estabilidad”, es decir, la de los socialistas. Además, el propio Huertas ha descartado presentarse a la investidura. De esta manera ambos contravienen las directrices de la dirección nacional del partido que es no apoyar a un candidato “imputado”. De confirmarse su decisión tanto Salvador como su único edil fiel se arriesgan a ser expedientados, si es que no abandonan su militancia antes en el partido. Incluso no se descarta que Salvador regrese al partido en el que anteriormente militó y acepte estar en algún área del nuevo gobierno municipal si el PSOE logra el bastón de mando.

La mano de Teodoro García Egea

Sin embargo, en el Ayuntamiento de Granada las cosas no son tan fáciles como desliza el equipo de Arrimadas. El acuerdo que dice haber alcanzado con el PP es irrealizable a varios niveles. Ninguno de los tres concejales tránsfugas que dejaron Ciudadanos lo apoyaría por diferentes motivos. Y esto haría imposible que sumasen los 14 votos necesarios de la mayoría absoluta que hace falta para elegir al nuevo alcalde. Además, aunque fuentes populares reconocen que sí ha habido contactos entre ambos partidos para poner de candidato a Huertas, también explican que al final “unos y otros se han echado para atrás”.

En los pasillos del Consistorio se cree que el no acuerdo puede ser una estrategia de desgaste ideada por el secretario general del PP, Teodoro García Egea. Como Luis Salvador ya ha dicho en varias ocasiones que él solo apoyará al PSOE como lista más votada, que Ciudadanos saliese a dar el nombre de otro candidato que no fuese el socialista Francisco Cuenca, dio una imagen de falta de comunicación que debilitó a los de Arrimadas. Fuentes del Ayuntamiento de Granada dicen que Salvador va por libre porque se siente traicionado y abandonado por la dirección nacional de su partido. Por eso, digan lo que digan desde Madrid, él piensa votar al PSOE de Francisco Cuenca para que se haga con la alcaldía. Salvo sorpresa mayúscula.

De ese modo, lo que empezó como una operación del exconcejal popular Sebastián Pérez, apoyada por el Partido Popular, para derrocar a Ciudadanos y hacer que el PP tuviera el bastón de mando, usando como argumento un supuesto pacto de alternancia firmado en junio de 2019 entre Luis Salvador y el propio Pérez, tiene muchas opciones de acabar dándoles el poder a los socialistas. Ni la dimisión en bloque de todos los concejales del PP y dos de Ciudadanos, ni las presiones posteriores, ni las declaraciones de la cúpula de Arrimadas pidiendo volver a un bipartito han acercado las posturas. Todo lo contrario, ambas formaciones tienen sus puentes rotos a la altura de la ciudad de la Alhambra y el ya exalcalde Luis Salvador ha elegido en qué orilla quiere estar y no es en la del equipo de Gobierno que se disolvió hace un mes y que le obligó a irse hace cinco días.

A última hora de la tarde, la dirección de Ciudadanos envió un comunicado en el que expresa “su voluntad de que el próximo miércoles el PP vuelva al acuerdo de gobierno suscrito con la formación liberal, evitando que la capital granadina caiga en manos del Partido Socialista y su candidato imputado”. “Ciudadanos reivindica un acuerdo de gobierno solvente, que ha funcionado bien y que ha devuelto a Granada la estabilidad, consiguiendo la aprobación de unos presupuestos de consenso en plena pandemia y después de cinco años de parálisis y sin presupuestos en la capital. El acuerdo se suscribió por 4 años, toda la legislatura, como prueban las declaraciones del propio César Díaz, portavoz del PP en 2019. También lo atestiguó así Fran Hervías, hoy dirigente del PP, quien hace unas semanas decide urdir una trama en despachos para intentar atacar a Ciudadanos, romper el acuerdo de gobierno en Granada y, con él, la estabilidad en la ciudad, sin mayor fundamento que intereses personales. Eso provocó que, de manera inexplicable, el PP saliera del acuerdo de gobierno y que durante semanas, los granadinos hayan vivido una inestabilidad fruto de prácticas partidistas”, insiste la dirección de Arrimadas.

Por ello añade que “en aras de evitar que los granadinos pudieran salir perjudicados, perdiendo un buen Gobierno y quedando abocados a tener un alcalde imputado, Ciudadanos ha intentado desde el minuto uno que el PP rectifique, vuelva al acuerdo de gobierno e impida que el PSOE se haga con una alcaldía que Ciudadanos y PP han gestionado bien”. Finalmente, Ciudadanos lamenta “que la irreflexión del PP pueda acabar provocando que un imputado por prevaricación sea alcalde y ha manifestado reiteradamente que en el pleno de investidura del miércoles la formación liberal se mantendrá en el acuerdo del gobierno”.

Pese a mantener aún sus alianzas de Gobierno en Andalucía, Castilla y León y ayuntamientos importantes como el de Madrid, ambos partidos llevan meses enfrentados a nivel estatal, sobre todo a raíz del giro al centro de intentó poner en marcha hace meses Inés Arrimadas acercándose al PSOE, que se materializó en marzo en la fallida moción de censura que registraron Ciudadanos y los socialistas en la Región de Murcia, y los intentos y gestos para la absorción de la formación que se dice “liberal” por parte de la dirección del PP.

Los enfrentamientos entre PP y Ciudadanos

Una de las grandes obsesiones del PP de Pablo Casado ha sido desde su llegada a la presidencia del partido, en 2018, la anulación de Ciudadanos como rival electoral para absorber a sus dirigentes y votantes en las filas populares dentro del proceso de “reunificación del centro derecha” con el que pretende situar a su formación política con opciones de recuperar el poder perdido en los últimos tres años tanto en el Gobierno estatal como en distintas autonomías.

Esa actitud de la dirección de los populares generó durante meses un clima de desconfianza entre las direcciones de Casado e Inés Arrimadas pese a compartir los gobiernos autonómicos antes citados, además de los que mantuvieron hasta marzo: la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia. En esta última comunidad el pasado 10 de marzo se encendió la mecha que hizo estallar una guerra sin cuartel entre ambas formaciones, por las mociones de censura pactadas por Ciudadanos con el PSOE para desbancar al PP tanto del Gobierno regional –donde los de Arrimadas gobernaban junto a los populares–, como en el Ayuntamiento de Murcia.

Solo triunfó la segunda de las iniciativas, ya que el PP de Fernando López Miras logró retener el Ejecutivo autonómico gracias a tres tránsfugas de Ciudadanos –que rompieron con la dirección de Arrimadas– y a otros dos de Vox que, juntos, tumbaron la moción registrada por los socialistas y la formación que se dice “liberal”.

Pero el viraje de la estrategia de Ciudadanos en Murcia abriéndose a pactar con el PSOE provocó un inédito terremoto político. Ese mismo 10 de marzo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunció que rompía su Ejecutivo de coalición con Ciudadanos, cesó a todos los consejeros del que hasta entonces era su socio y adelantó las elecciones madrileñas al 4 de mayo. En las urnas madrileñas, el PP logró absorber todo el voto del partido de Inés Arrimadas. Ayuso arrasó y se quedó a solo cuatro escaños de la mayoría absoluta mientras Ciudadanos perdió toda su representación en la Asamblea de Madrid.

Ese resultado se sumó al fiasco de las catalanas de febrero, cuando Ciudadanos solo logró retener 6 de los 36 escaños logrados en 2017, pasando de primera a séptima fuerza del Parlament. Y, más recientemente, numerosas encuestas auguran también una caída a a nivel estatal. Todo ello ha provocado una espantada de altos cargos de Ciudadanos a las filas del PP –como las de Fran Hervías o Toni Cantó, recién nombrado alto cargo del Gobierno de Ayuso en una Oficina del Español de nueva creación– que agudizó el empeoramiento de las relaciones entre ambas formaciones.

Nuevas fugas en el partido de Arrimadas

En Ciudadanos, además, siguen afrontando fugas de sus cuadros y cargos públicos como consecuencia de sus acuerdos y coaliciones con el PP. La última dimisión ha sido la de Ana Martínez Vidal –protagonista de la fallida moción de censura que pactaron con el PSOE–, que el domingo dejaba tanto su cargo como coordinadora autonómica de Ciudadanos en Murcia como su puesto miembro de la Ejecutiva nacional, dando lugar a una nueva crisis interna en la Región. Poco después se conocía que también abandonaba su responsabilidad el secretario de Comunicación de Ciudadanos en Murcia, Juan José Molina, lo que obliga a la dirección del partido a recomponer la cúpula autonómica deprisa y corriendo dado que han descartado nombrar una gestora.

Martínez Vidal explicó que continuará como diputada autonómica, al igual que Molina, pero se despidió reconociendo que “el mayor error” que cometió Ciudadanos en 2019 fue “pactar con el PP” que había estado allí 24 años en el poder “sin voluntad alguna de regenerarse”. En la dirección de Ciudadanos, no obstante, están convencidos de que tienen tiempo en estos dos años que quedan para la próximas autonómicas de “revertir la situación y volver a ser el referente en Murcia, como lo hemos sido hasta ahora”.

El triunfo arrollador de Ayuso en Madrid hizo a la dirección de Casado barruntar la posibilidad de adelantar los comicios en Andalucía y Castilla y León –las únicas comunidades en las que mantienen oficialmente su alianza, además de en ayuntamientos como el de Madrid– para tratar de aprovechar el tirón, según distintos dirigentes populares. Oficialmente, tanto la dirección del PP como de Ciudadanos siguen sosteniendo que sus acuerdos allí son estables y duraderos, al menos hasta el final de la legislatura. Precisamente, este lunes Inés Arrimadas acudía a Jaén a un encuentro con afiliados junto con el vicepresidente del Gobierno y líder de su partido en Andalucía, Juan Marín, con el que sin duda abordó la situación de Granada y sus relaciones con el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla. Pero la crisis desatada en Granada puede generar efectos directos en las relaciones entre PP y Ciudadanos en la Junta andaluza.

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