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Cuando sube la participación, la izquierda (casi siempre) gana

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Ana Ordaz / Raúl Sánchez / David Noriega

El 2D, el Partido Popular —con el apoyo de Ciudadanos y Vox— relevaba al PSOE en el Parlamento de Andalucía. Era la primera vez en 36 años que un partido distinto al PSOE ocupaba la Presidencia de la Junta de Andalucía, y que la formación de extrema derecha obtenía representación en las instituciones, logrando 12 diputados. Aquel día, cerca de tres millones de andaluces (2.842.114) con derecho a voto no acudieron a los colegios electorales, registrando una abstención del 43%, la más alta desde 1990.

¿Pudo el bajo nivel de participación ser determinante en el vuelco electoral en Andalucía? ¿Beneficia la abstención a la derecha? ¿Cómo ha sido históricamente la movilización de votantes de izquierdas y de derechas en las elecciones generales en España? Para descubrirlo, eldiario.es ha analizado los datos de abstención y participación y los resultados electorales de las elecciones generales celebradas desde 1977.

Nunca una abstención inferior al 20% en las generales

En España, 1982 fue el año de la Copa Mundial de Fútbol, de la visita del Papa Juan Pablo II y de la victoria del PSOE de Felipe González en los comicios del 28 de octubre. Fue también el año con mayor porcentaje de participación en unas elecciones generales en nuestro país: el 80% de las personas inscritas en el censo electoral acudieron a votar. Un dato participación que nunca se ha vuelto a alcanzar.

Aunque ha habido otras elecciones al Congreso de los Diputados con similares datos de participación (el 77% en 1996, o el 76% en 2004), en las tres últimas elecciones generales la abstención no ha bajado del 30%. Las de 2016, en concreto, fueron las que peor resultado cosecharon en este sentido, disparándose hasta el 33,5%: más de 12 millones de personas no acudieron a votar. Se trataba de una inédita repetición electoral y el suyo fue el peor dato de participación desde 1977. En España, la abstención media en las elecciones generales es del 27%.



El electorado de derechas, más fiel que el de izquierdas

Una broma recurrente en España que se repite cuando se acercan unas elecciones es que el votante de derechas no vota, sino que ficha. ¿Estamos ante un tópico electoral o es verdad que sus votantes son más fieles? Los datos señalan que el electorado de las formaciones de derechas ha sido tradicionalmente más constante (en votos) que el de izquierdas.

Para las candidaturas de izquierda se ha incluido al PSOE, Podemos, IU y partidos nacionalistas como ERC o Bildu. En el bloque de derechas se ha incluido al PP (antes Alianza Popular), Ciudadanos y formaciones regionales conservadoras como Convergència, PNV o Coalición Canaria. Ver todos los partidos incluidos en la metodología.

El siguiente gráfico muestra cómo han fluctuado los apoyos (porcentaje de voto sobre el total del censo electoral) a ambos bloques en las elecciones generales celebradas desde 1977: la línea correspondiente a la izquierda oscila mucho más que la de la derecha, que se mantiene más estable.



La suma de los partidos de derecha en nuestro país obtuvo su mejor dato en unas elecciones generales en el año 2011, cuando el 38% de los españoles llamados a votar optaron por opciones conservadoras; y el peor, en 1989 (29,4%). Por su parte, la suma de los partidos de izquierda obtuvo su mayor porcentaje de votos sobre el total del censo electoral en 1982 (43,1%); y en 2011 cuando menos (30,2%). Es decir, que mientras que la brecha de los apoyos a las formaciones conservadoras es de menos de 9 puntos porcentuales, en las formaciones progresistas esta brecha aumenta hasta los 13 puntos porcentuales.

La abstención beneficia a la derecha (con excepciones)

Entonces, ¿facilita el alto nivel de abstención la formación de gobiernos de derecha? Si atendemos a los resultados de las elecciones celebradas en el siglo XXI en nuestro país, la respuesta es afirmativa. En los comicios de los años 2000, 2011, 2015 y 2016, de los que resultaron gobiernos del Partido Popular, la participación nunca subió por encima del 70%. Al contrario ocurrió en las elecciones de 2004 y 2008, que registraron los datos de participación más elevados de este siglo (el 75,7% y el 73,8% respectivamente) en las que formó gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.

“El trazo grueso es ese: cuando existen esos picos de movilización, a nivel agregado, la izquierda, o en este caso el PSOE, ha sido el más beneficiado porque su electorado se ha concentrado en las zonas más urbanas, que es donde más se incrementa el pico de movilización. Por eso existe esa idea”, explica el profesor de ciencia política de la Universidad Pablo de Olavide José Manuel Trujillo. Él, además, asocia los picos de movilización a momentos puntuales, como el cambio político en 1977; desplome de UCD en 1982; o los atentados terroristas del 11M en 2004.

Sin embargo, los binomios “alta abstención-gobiernos de derechas” y “baja abstención-gobiernos de izquierda” no son una norma ni una correlación perfecta. Existen excepciones. En 1989, con una abstención superior al 30%, el PSOE de Felipe González obtuvo 175 escaños. También en 1986 el PSOE ocupó La Moncloa, con casi nueve millones de votos, a pesar de una abstención del 29,5%. Y al contrario ocurrió en las elecciones de 1996, en las que, con un elevado nivel de participación (el 77%), el PP de José María Aznar (con el apoyo de CiU, PNV y Coalición Canaria) arrebató por primera vez el gobierno a los socialistas.



Sobre las excepciones de la década de los 80, Trujillo indica que esa alta abstención responde a una “conformidad pasiva con lo que estaba ocurriendo”. “En esos años debemos tener en cuenta que el PSOE llevaba con un Gobierno mayoritario desde 1982 y no había una alternativa de cambio”, explica. En 1996 ocurrió lo contrario: “La victoria socialista en 1993 ya había sido mucho más limitada, hubo necesidad de pactos y las elecciones del 96 se convocan anticipadamente porque Felipe González no conseguía sacar adelante los presupuestos. Se creó un clima de competitividad muy alto, que aumentó la movilización”.

Salvo estas excepciones, la línea de tendencia muestra que el bloque de las formaciones de derecha ha obtenido sus mejores resultados cuando la abstención ha sido más elevada. En 2016, con una abstención del 31%, los populares, liderados por Mariano Rajoy, obtuvieron más de 13 millones y medio de votos. En 2011 el PP no llegó a los 11 millones de votos, pero la abstención fue más elevada, del 33,5%.



El politólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Simón, señala que “lo importante no es saber la participación total, sino quién sale a votar”. Precisamente, indica que “en 2015 la abstención estuvo sobre la media y fue muy bipartidista” pero que “en 2016 esto no fue así y del millón de votos que Podemos perdió en la repetición electoral, un tercio se fue a la abstención”. Donde esta abstención se produjo “con algo más de intensidad fue en las ciudades”, apunta Trujillo, lo que afectó a la formación morada, muy urbana en su origen. Una característica que comparte con Ciudadanos, que también puede llegar a sufrir este efecto. “Cuando irrumpe un partido como Ciudadanos, que también es urbano, una desmovilización en las ciudades también le perjudica”, señala.

Simón apunta a otra casuística: la que afecta a los procesos electorales de los municipios afectados por escándalos de corrupción. En ellos, según diferentes estudios, se ha visto que “los electores de derechas, en vez de votar a otro partido, se abstienen cuando se descubren casos de corrupción. Eso no hace que pierdan el poder, pero es un mecanismo de defensa”.

La izquierda, más abstencionista que la derecha

En sus sondeos postelectorales, el CIS pregunta a las personas encuestadas a quién votaron (recuerdo de voto), según su escala de autoubicación ideológica. Así, el estudio pretende recoger si los electores de izquierdas se abstienen más que los de derechas, o viceversa. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las encuestas tienen problemas para medir correctamente los niveles de participación en unas elecciones, incluso en sondeos realizados después del proceso electoral.

Por ejemplo, en la encuesta realizada tras los comicios de 2016, el dato correspondiente a la opción “no votó” es del 16,6%, pero la abstención en aquellas elecciones alcanzó el 33,5%. Lo mismo ocurre para el postelectoral de 2015: el estudio recoge una abstención del 11,7%, frente al 30,3% registrado.

Teniendo esto en cuenta, a la pregunta de si se abstienen más los electores de izquierdas que los de derechas, en las últimas cuatro elecciones generales ha sido así, según los sondeos postelectorales realizados por el Centro de Investigaciones Sociológicas.

De acuerdo con los datos de los estudios, las personas encuestadas que se ubicaron a sí mismas más a la izquierda en la escala ideológica (1 y 2 de 10) manifestaron no haber acudido a las urnas en porcentajes más elevados de los que manifestaron quienes se ubicaron más a la derecha (9 y 10 de 10).



Tras los últimos comicios generales de 2016, la abstención de los encuestados de izquierdas fue del 8,2% frente al 4,5% de los de derechas. Lo mismo ocurrió en los niveles intermedios de la escala: la abstención del centro-izquierda fue del 11%, la del centro-derecha, del 7,7%. Más acusada fue esta diferencia en las elecciones de 2011, en las que el Partido Popular de Mariano Rajoy obtuvo la mayoría absoluta. Aquel 20N la abstención de la izquierda fue del 12% y la de la derecha del 5,5%, según los datos del CIS.

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