Pablo Iglesias ha anunciado este martes 4 de mayo que abandona la política. “Dejo todos mis cargos. Dejo la política, entendida como política de partido e institucional”, ha asegurado al filo de las 23.30 tras los resultados de las elecciones a la Comunidad de Madrid, que han deparado un incontestable triunfo de la derecha. El candidato de Unidas Podemos ha logrado mejorar en las elecciones a la Comunidad de Madrid los datos que obtuvo su partido en 2019. Es la primera vez que la formación sube en las urnas en comparación con el resultado anterior en la misma convocatoria. Si hace dos años Unidas Podemos tocó suelo en Madrid con 181.231 sufragios, un 5,60%, muy cerca de la frontera que marca la entrada en la Asamblea regional, este martes ha obtenido 258.028 votos (un 7,21%) y 10 diputados (tres más), con la participación disparada por encima del 76%.
Pero este dato no maquilla el batacazo general que se ha dado la izquierda en Madrid. Ni oculta la decepción de no haber cumplido casi ninguno de los objetivos que estaban detrás del inesperado salto que dio Iglesias de la política estatal a la autonómica: impedir un nuevo gobierno del PP en Madrid.
Así lo ha dicho Pablo Iglesias en una breve comparecencia sin preguntas ante los periodistas que siguen la noche electoral en la sede de Unidas Podemos. “Hemos fracasado”, ha dicho Iglesias en referencia a su propio resultado y al de la izquierda, que ha “estado muy lejos de armar un gobierno” alternativo al de Isabel Díaz Ayuso. Iglesias ha “felicitado” a la candidata de Más Madrid, Mónica García, que ha quedado por encima de un PSOE que se ha desfondado en las urnas. “Aunque la suma de las izquierdas sea insuficiente, es un resultado magnífico”, ha dicho sobre García.
Pero para Iglesias no es suficiente. El dirigente que quiso asaltar los cielos, y llegó a ser vicepresidente del Gobierno, juega siempre a todo o nada. El todavía secretario general de Podemos ha convocado este mismo martes una reunión urgente de la ejecutiva de su partido para anunciar su decisión de dejar ese cargo orgánico y de renunciar a la “política institucional”, pero no a hacer política desde otros lugares, como ya hacía antes de fundar Podemos en 2014.
“Aunque hayamos mejorado, el resultado sigue siendo insuficiente”, ha dicho Iglesias. El secretario general de Podemos ha dicho que su intención al dar el paso de dejar la Vicepresidencia del Gobierno y encabezar la candidatura de Pablo Iglesias era propiciar una “participación masiva” este 4M. Y ocurrió, con 12 puntos más que en 2019. Pero en un sentido contrario al previsto. “Esto no se ha traducido en lo que buscábamos y ha consolidado la victoria de la derecha”, ha reconocido Iglesias, quien ha dicho haberse convertido “en el chivo expiatorio” de la ultraderecha política y mediática. El candidato de Unidas Podemos ha asegurado haber sido víctima de una “deshumanización” y ha citado expresamente la reacción de la derecha ante las amenazas de muerte hacia su familia, que incluso desde Vox se llegó a poner en duda su veracidad.
Iglesias ha dicho que “la inteligencia política” tiene que estar “por encima” de otras consideraciones. “Ser útil para Unidas Podemos es mi mayor aspiración”, ha añadido. “Más allá del afecto y del cariño, es evidente que a día de hoy, y estos resultados lo dejan claro, no contribuyo a sumar. No soy una figura que pueda contribuir a ganar en la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento dentro de dos años”, ha añadido. “Cuando tu papel en la organización se ve limitado y moviliza lo peor de los que odian la democracia, uno tiene que tomar decisiones”, ha concluido.
“No voy a ser un tapón para una renovación de liderazgos que se tiene que producir”, ha dicho Iglesias para justificar su dimisión. El todavía secretario general de Podemos ha asegurado que en el Gobierno hay “un gran equipo liderado por Yolanda Díaz”. “Puede ser la próxima presidenta del Gobierno”, ha dicho, pese a que la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo todavía no ha asumido públicamente el liderazgo de Unidas Podemos.
Pablo Iglesias pone así el final a siete intensos años de vida política, desde que en enero de 2014 lanzó Podemos. Antes de despedirse con un “hasta siempre”, Iglesias ha citado dos versos de El Necio, canción de Silvio Rodríguez: “Yo no sé lo que es el destino / Caminando fui lo que fui”. La letra concluye: “Allá Dios, que será divino / Yo me muero como viví”.
La campaña de Pablo Iglesias se ha mantenido constante en su mensaje desde que el 15 de marzo anunciara su intención de dejar la Vicepresidencia del Gobierno para ser el candidato de Unidas Podemos este 4 de mayo: apelar a la movilización del votante de izquierdas para defender los servicios públicos que, ha dicho en múltiples ocasiones, son quienes más los necesitan; y para impedir la entrada de la ultraderecha de Vox en la Puerta del Sol de la mano del PP de Isabel Díaz Ayuso. Dos ejes que, en realidad, confluían en uno: poner pie en pared “con el trumpismo” que, ha sostenido, enarbola la derecha madrileña y que podría “socavar las condiciones” materiales que son condición de posibilidad de “la libertad y la democracia”.
Iglesias intentó polarizar su campaña con la de Ayuso, convertir las elecciones en una suerte de plebiscito entre la gestión de la presidenta madrileña y la del Gobierno de coalición. No pocas veces el candidato de Unidas Podemos ha planteado que la única estrategia de Ayuso es convertir Madrid en un “ariete” contra el Ejecutivo que lidera Pedro Sánchez. Ayuso no ha dejado tampoco pasar la oportunidad de activar a los suyos, si es que quedaba alguno por movilizarse, ante el rechazo que genera la figura del secretario general de Podemos. Las amenazas de muerte recibidas por Iglesias, que iban dirigidas también a su familia, así como por miembros del Gobierno e incluso la candidata del PP, no hizo que esta presión menguara.
El candidato de Unidas Podemos se ha centrado así en despertar a los barrios y municipios del llamado cinturón rojo de Madrid, que abarca el este y el sur de la capital y de la región, y que en el bienio 2015-2016 se tiñeron de morado para dar a Podemos y a sus candidaturas hermanas el triunfo en el bloque de izquierdas en sucesivas elecciones. Las apelaciones a la clase trabajadora han sido continuas. En el barómetro del CIS previo a los comicios, los madrileños que se autorreconocían en esa categoría tenían al partido de Iglesias como principal referente. El lema de la campaña dejaba clara la estrategia: “Que hable la mayoría”.
Iglesias ha recurrido igualmente al que es, hoy por hoy, principal referente del espacio político: Yolanda Díaz. La vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, cuya popularidad no para de crecer incluso entre los votantes de otros partidos, especialmente del bloque progresista, pero no solo. Díaz ha participado en actos, visitas y ha pedido el voto de forma explícita para el candidato de Unidas Podemos.
Pablo Iglesias deja ahora el camino libre para una “renovación” de Podemos, según sus propias palabras. No hay fecha para que esto ocurra, pero el partido que salga de ese proceso ya no será el mismo.
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