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La polémica del máster paraliza el Gobierno de la Comunidad de Madrid

Cristina Cifuentes en el último pleno de la Asamblea de Madrid. / Efe

Sofía Pérez Mendoza / José Precedo

El Gobierno de la Comunidad de Madrid se paró el 21 de marzo. La mañana en la que eldiario.es publicó la primera información sobre la falsificación de las notas de Cristina Cifuentes en el máster de la Universidad Rey Juan Carlos la agenda de la presidenta madrileña se interrumpió drásticamente.

Fuentes del Ejecutivo apuntan a que nada desde entonces ha sido igual y que la situación empieza a hacerse insostenible. La crisis obligó a suspender actos políticos e incluso una de las reuniones semanales de su gabinete hace 15 días. El Consejo de Gobierno previo a los festivos de Semana Santa no se celebró por primera vez en la legislatura. El monotema del máster lo ha inundado todo. Sus comparecencias públicas, las contadas entrevistas en medios de comunicación y su interacción en las redes sociales, donde el equipo de la presidenta ha intentado introducir otros debates y ha recibido un aluvión de memes, chistes y también insultos relacionados con el asunto de la Universidad Rey Juan Carlos.

La propia Cifuentes lo admitió durante una de sus comparecencias en la convención del PP de Sevilla, que quedó eclipsada por su polémica: el escándalo de su título le está impidiendo gobernar. “Este asunto está distorsionando la acción del Gobierno. Confío en que podamos estar en las tareas de gestión y de Gobierno”, dijo a primera hora de la tarde del viernes en otra rueda de prensa multitudinaria antes de que empezasen las jornadas del PP para tratar de zanjar el asunto y que su partido pudiese vender otros mensajes. Sin éxito, la polémica del máster le acompañó durante el fin de semana. Y a la vuelta en Madrid el lunes, las cosas siguieron igual.

Su planificado álbum de fotos institucional apenas registra instantáneas nuevas, más allá de sus carreras para evitar a la prensa las pocas veces que se ha dejado ver. La cita de los jueves en la Asamblea de Madrid ha sido inexcusable. El día después de que estallara el escándalo se escabulló de los medios a la entrada, a mediodía y a la salida; una semana después, tras el pleno extraordinario, el código ya había cambiado: había que aparentar normalidad. Con esa máxima, acudió a hacerse la foto con el ministro de Fomento en la presentación del plan de Cercanías para atajar los problemas estructurales de la red. Allí tampoco admitió preguntas.

El impulso de reactivar la agenda duró apenas unas horas. A media tarde, la Universidad Rey Juan Carlos comunicó que trasladaba a la Fiscalía la investigación sobre el máster al apreciar “indicios de delito”. Aún no había terminado la sesión plenaria y Cifuentes cargaba sobre sí una nueva losa. “Es una buena noticia”, dijo a los periodistas al salir. No quiso repetir esta vez el error de esconderse ante nuevas revelaciones. Después vino la noticia de defensa falsificada y la rueda de prensa del rector que confirmaba que no había constancia del registro del trabajo de fin de máster y tampoco de que se hubiera producido su defensa.

El Gobierno asegura que no ha dejado de trabajar por los madrileños en estos 22 días. Pero con la presidenta encerrada en el despacho, la proyección de esa acción de gobierno ha sido nula. La polémica del máster lo ha devorado todo. También el espacio para exponer los acuerdos de Gobierno semanalmente.

El portavoz del Ejecutivo, encargado de contárselos a los periodistas cada martes, ha tenido que responder por la presidenta en las dos últimas semanas. La anterior se la ahorraron con el argumento de que había tres consejeros ausentes. Los días previos la disculpa para cancelar su participación en la toma de posesión del rector de la Universidad de Alcalá de Henares fue una gripe.

Las ruedas de prensa tras el Consejo de Gobierno se han convertido en una sucesión de preguntas sobre el máster quedando en un absoluto segundo plano los acuerdos del Ejecutivo, limitados a operaciones ordinarias que no se salen mucho de la tónica habitual de un Gobierno con contados grandes anuncios.

En la última de estas citas, Ángel Garrido ya no podía ocultar la “crisis del Gobierno y del PP”. “No merece la pena hacer mucha más reflexión. ¿En esta situación Madrid puede seguir siendo el motor? Sí, y tenemos la obligación de seguirlo siendo”, afirmó ante la evidente parálisis en la acción de Gobierno.

La ruptura de Ciudadanos ha apretado un punto más las tuercas de la crisis. La situación se puso tan peliaguda a última hora del martes que el equipo de la presidenta informó de que se borraba de la entrega de premios de la Asociación Víctimas del Terrorismo donde ella misma recibía un galardón. El único acto al que ha asistido en las últimas tres semanas, además de la foto de Cercanías y el comité autonómico del PP donde anunció una querella contra dos periodistas de este medio.

Su entorno admite que ya es no es posible escapar al caso máster, tanto como para dudar si asistir a una convocatoria de ambiente tan favorable y en su propia sede como la de este miércoles. De hecho, algunos en el PP interpretaron su ausencia inicial como una pésima señal: “Si ya no va a esto, en su propia casa, no le queda nada”. Finalmente apareció, pero tampoco hizo declaraciones.

El silencio continúa. La agenda del jueves está de nuevo vacía pero Cifuentes no quiere marcharse. El lunes rompió relaciones con Ciudadanos tras un intento de descafeinar la comisión de investigación sobre el máster en la Asamblea. En las últimas horas tampoco escucha a sus compañeros de partido. Ya solo responde ante Mariano Rajoy.

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