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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Las dos vías de PP y Ciudadanos para dificultar el Gobierno de Pedro Sánchez: la Mesa del Congreso y la mayoría del Senado

La presidenta del Congreso, Ana Pastor, mira a Ignacio Prendes, miembro de Ciudadanos en la Mesa.

Aitor Riveiro

Pedro Sánchez será presidente del Gobierno este viernes si los grupos parlamentarios cumplen el compromiso dado durante el debate de la moción de censura celebrado este jueves. El secretario general del PSOE obtendrá alguno más de los 176 votos necesarios para alcanzar la Jefatura del Ejecutivo. Pero su camino no será sencillo. PP y Ciudadanos no se lo pondrán fácil. Y tienen recursos políticos para hacerlo. Pero también institucionales, dada la actual composición de las Cámaras legislativas.

Sánchez ha asegurado en múltiples ocasiones que quiere formar “un Gobierno del PSOE”. Es decir, sin presencia de otros partidos. Con 84 diputados, más el representante de Nueva Canarias, Pedro Quevedo. Una idea que ha reiterado durante el debate parlamentario y que le ha dejado clara a Pablo Iglesias: “Tenemos que ir a elecciones. Esta legislatura ha acabado”.

Contará, con tanto, con ese Gobierno del PSOE y su representación parlamentaria para aprobar los proyectos que el Ejecutivo presente antes de que convoque esas elecciones, como el de los Presupuestos Generales de 2019 en los que este jueves ha anunciado que se pondrá a trabajar en cuanto entre en La Moncloa, lo que invita a pensar que no tiene intención de disolver las Cortes Generales, al menos, en este 2018.

Lo que no modificará la moción de censura será la composición de la Mesa del Congreso, un órgano que se ha demostrado fundamental durante el breve segundo mandato de Mariano Rajoy. El Reglamento establece que los miembros de la Mesa son elegido para toda la legislatura y que solo una vacante obligaría a elegir un recambio para ese puesto.

El todavía líder del PP logró en 2016 que el PSOE que controlaba la Gestora no solo le invistiera con la abstención de 68 de sus 84 diputados, sino que le permitió sumar con Ciudadanos cinco de los nueve puestos de la Mesa. La mayoría. Tanto el PP como el partido de Rivera han usado esa posición para permitir que el Gobierno de Rajoy haya bloqueado en menos de dos años más de 60 proposiciones de ley de la oposición, impedido la tramitación de otras alargando de forma artificial el proceso de enmiendas o rechazando comparecencias en las comisiones parlamentarias.

La Mesa seguirá así con la misma composición. Y con Ana Pastor al frente, una de las personas más fieles a Rajoy y que con más insistencia suena como su posible sucesora. Pastor ha utilizado su posición de forma habitual para beneficiar a su partido o, en su caso, dificultar la labor de los demás. Uno de los últimos ejemplos: la dilación del inicio del concurso público para la renovación de RTVE.

Durante el debate de investidura, Sánchez y Rivera han protagonizado uno de los enfrentamientos más duros. Ambos han desvelado conversaciones privadas y se han acusado de anteponer intereses personales y electorales a los de España. Los representantes de Ciudadanos abandonaban pasadas las nueve de la noche el Congreso muy enfadados con el futuro presidente y no daba la sensación de que las relaciones con el PSOE vayan a ser muy buenas en los próximos meses.

Si el PP y Ciudadanos, con Pastor al frente, optan por dificultar la acción de Sánchez, podrán hacerlo. El propio secretario general del PSOE se lo reconocía a su homólogo de Podemos durante su debate: “Lo difícil es encontrar la concreción numérica para la reversión de lo hecho por las mayorías absolutas del PP”.

Mayoría absoluta del PP en el Senado

La otra piedra que el PP puede poner en el camino de Sánchez es el Senado, donde detenta la mayoría absoluta. Este jueves, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, acallaba con una breve rueda de prensa los rumores sobre la posible dimisión de Mariano Rajoy para impedir que se llegara a consumar la moción de censura.

Cospedal, además, comenzó la labor de oposición del PP contra Pedro Sánchez. “Es lo contrario a lo que necesita el país. Será un gobierno que no sabemos cómo va a funcionar, en qué pactos con radicales e independentistas se asienta”, señalaba.

El PP lo hará en el Congreso. Pero también en el Senado, donde incluso con un Gobierno suyo ha promovido una comisión de investigación sobre las finanzas de los demás partidos que utiliza para contraprogramar la que ellos llevan adelante en la Cámara Baja contra el propio PP.

El Senado tiene poca capacidad de veto legislativo, aunque sí puede entorpecer la tramitación de leyes y bloquear su aprobación. Las leyes deben pasar por la Cámara Alta pero, si son modificadas con respecto de lo que apruebe el Congreso, deberían volver a este, que tiene capacidad para revertir los cambios.

Tal cosa ocurrirá, previsiblemente, con los Presupuestos Generales de Rajoy que Pedro Sánchez se ha comprometido a respetar. Incluso en el caso de que el PP decida autoenmendarse en el Senado, el Congreso puede dar marcha atrás a los cambios.

El PP goza de una mayoría suficiente para manejar el Senado a su antojo. Podrá ampliar plazos de enmiendas, convocar comisiones, utilizar las sesiones de control para atacar la labor de Gobierno. Pero solo en casos muy excepcionales, como una reforma constitucional o la aplicación del artículo 155, es determinante.

Siempre y cuando, eso sí, que Pedro Sánchez logre una mayoría en el Congreso que revierta esos cambios. Como el líder socialista ha dejado dicho que tiene intención de gobernar con sus 84 diputados y buscar apoyos variables en función de la necesidad, su grupo deberá buscar en cada situación los números necesarios. Un ejercicio de equilibrismo parlamentario continuo.

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