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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Django

Django Reinhart

Mariano Cuesta

Hay veces en que la discapacidad pasa a un segundo plano. Es el caso de Django Reinhart. Quizá a algunos os suene y a otros no lo hayáis escuchado nunca por este nombre, pero estoy seguro de que más de una vez habéis escuchado canciones suyas.

Django Reinhart es uno de los exponentes más brutales de la historia del jazz. Su historia es la del talento por encima de cualquier dificultad y ahora veremos porqué.

Django nació en Bélgica en 1910, en una colonia gitana itinerante. Su padre fue payaso y su madre bailarina de la misma compañía de circo.

Desde muy temprano tuvo contacto con la música, algo típico entre los gitanos de aquella época, gracias a un banjo que le regalaron. Así empezó a tocar. Ya empezaba a hacerse famoso en aquel ambiente.

Una noche, cuando tenía 18 años, llegó a su caravana y estaba llena de flores de película fotográfica que había hecho su mujer para venderlas al día siguiente. Oyó un ruido así que acercó una vela a las flores creyendo que era un ratón la fuente del ruido, con tal mala suerte que las flores se prendieron y salió todo ardiendo.

La prometedora carrera de Django había tocado a su fin, o eso parecía. El resultado de la fatidica noche es que su mano izquierda quedó muy dañada, perdió la movilidad de meñique y anular y estuvieron a punto de amputarle la pierna pero él se negó.

Con semejante panorama, durante la convalecencia, uno de sus amigos le llevó una guitarra y así aprendió a tocar de nuevo. Como es lógico tuvo que adaptarse a las circunstancias y descubrió una nueva manera de tocar.

Django Reinhart no es una figura conocida por su discapacidad, sino por su gran talento. Y es algo que particularmente me hace muy feliz porque siempre se nos intenta ensalzar de alguna manera. Gran esfuerzo, sacrificio, capacidad de superación son palabras expresiones que siempre se asocian, por lo general. Pero es que todos tenemos esas mismas características, lo que pasa es que vender historias inauditas es mucho más interesante.

Tener una dificultad en la vida puede llevarnos a un punto de inflexión. En este caso, lejos de acabarse la carrera de Reinhart hizo que su talento se impusiera y es lo que al final ha quedado.

Tanto trascendió el talento de Reinhart que Woody Allen dedicó una película a su figura, a través de un “rival” ficticio llamado Emmeth Ray, protagonizado por Sean Penn. En la película se cuenta la vida de este guitarrista cuyo mayor miedo es enfrentarse a Django. La figura del gitano belga aparece durante toda la película hasta tal punto de convertirse en una obsesión, pero nunca se hace referencia a su discapacidad, sino a su talento.

No se vende su música como un espectáculo de superación sino talento, independientemente de su discapacidad. Eso es lo verdaderamente importante.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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