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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Los impostores

Foto: Sergey Skleznev

Mariano Cuesta

  • Necesitamos personajes que se alejen del drama, que normalicen la existencia de las personas con discapacidad para que borremos, por fin, esas miradas

Esta semana me he hecho una pregunta. ¿Es aceptable que una persona sin discapacidad interprete en el cine a una persona con discapacidad? ¿Están quitando protagonismo a actores que tienen discapacidad o es compatible, y hasta saludable, que esto ocurra así? Desde mi punto de vista puedo decir que no me molesta en absoluto que actores sin discapacidad nos interpreten, creo que puede ser una manera estupenda de ponerle cara a nuestra situación y de que gente famosa sea la que ponga el foco en nuestros problemas.

Particularmente entiendo el mundo de la actuación como un mundo fantástico donde cualquiera puede ser cualquiera cosa. Eso implica que no necesariamente personas con discapacidad se tengan que interpretar a ellas mismas, y al revés, que puedan interpretar personajes que, aún teniendo una discapacidad, no sea el centro de la trama. Lo llevo diciendo durante mucho tiempo. Echo mucho de menos personajes/actores con discapacidad cuya trama argumental no sea su propia enfermedad o el sufrimiento vital que esto conlleva.

Necesitamos personajes que se alejen del drama, que normalicen la existencia de las personas con discapacidad para que borremos, por fin, esas miradas. Excepto casos contados, hay pocos actores con discapacidad en el panorama audiovisual. Me viene a la cabeza R J Mitte, de Breaking Bad, o Gaten Matterazzo. En el caso español la cosa no está tan clara en cuanto a actores o actrices se refiere: El Langui, cantante de rap, que ha hecho sus pinitos en varias películas, sobre todo una, El truco del manco, de la que ya hablamos aquí. Y también han hecho sus pinitos en la actuación gente como Pablo Pineda, por ejemplo, con la película “Yo también”.

Cuando se me ocurrió este escribir sobre este tema lo primero que me vino a la cabeza fue la película “Mi pie izquierdo” en el que Daniel Day-Lewis interpreta a Christy Brown, un artista irlandés que sufre parálisis cerebral y que aprendió a pintar con su pie izquierdo, de ahí el título de la película, el actor vivió unos meses cerca de una residencia para personas con discapacidad y estudió a los pacientes.

Entiendo que hay ciertas reivindicaciones políticas, entendiendo esto como social, del espacio público, de llevar a la mayoría de la gente los problemas de muchos colectivos y servir de escaparate para denunciar muchas de las injusticias que nos asolan. Y este caso no iba a ser menos, pero sigo creyendo que la creación artística va más allá de lo político.

Asumo que no necesariamente la discapacidad hay que tomarla desde la persona que la sufre, sino que es todo un colectivo, hay personas que pueden ayudar a visibilizar grandes causas, llevarlo a los medios, darles publicidad. Pero sigo pensando que la actuación ha de ser eso, plantear problemas, cuestiones incómodas, a la sociedad y que esta se pregunte cómo resolverlo. Así es cómo debería funcionar. De un tiempo a esta parte la frontera entre la ficción y la realidad se ha borrado de tal manera que dentro de poco consideraremos que la representación ha dejado de ser una metáfora para ser criminalizada de manera real.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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