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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

El orgullo retrón y Derek Paravicini

Derek Paravicini en acción -- De su perfil de facebook

Pablo Echenique-Robba

El otro día leía (creo que en un comentario) que una de las (muchas) cosas que diferencian el “movimiento” retrón del movimiento gay es que los cascaos no tenemos un día o una marcha del “orgullo retrón”.

Realmente yo nunca he entendido bien el asunto del “orgullo gay”. O, mejor dicho, nunca he entendido la denominación. Entiendo perfectamente que, en una sociedad en la que ---¡aún en pleno 2013!--- sigue habiendo idiotas que se sienten mejores que los demás y que desprecian a las personas cuyas características no coinciden con su platónico y absurdo concepto de la “normalidad”, en una sociedad en la que esta estulticia descarnada se plasma en las leyes, en una sociedad en la que parece que lo más importante del mundo es qué haces con tus genitales, los gays y otros colectivos discriminados reaccionen diciendo “¡aquí estoy! ¿pasa algo, payaso? ¿piensas que eres mejor que yo? ¡ven y demuéstralo!”. Eso lo entiendo perfectamente.

Pero, ¿orgullo? ¿Por qué orgullo?

Según me parece a mí, el orgullo es un sentimiento que puede ser originado por los logros conseguidos con esfuerzo, pero no por algo que te viene más o menos dado. Entiendo que un gay pueda estar orgulloso de los cambios sociales que, poco a poco, la lucha por sus derechos ha ido consiguiendo. Pero que esté orgulloso de ser gay, lo siento, no lo veo. Es como que yo me sienta orgulloso por ser heterosexual.

O por ser retrón.

Lo cierto es que no he hecho nada para ser hombre, humano, heterosexual, tipo sanguíneo A negativo, retrón o para llamarme Pablo. De lo que sí podría sentirme orgulloso (aunque no soy yo muy dado a ese sentimiento) es de los logros que he conseguido en mi vida a base de esfuerzo y trabajo. Algo parecido a lo que decía mi socio la semana pasada.

Estaba pensando en estas cosas cuando vi la siguiente charla de TED que me dejó con la boca abierta:

La he puesto con subtítulos en inglés pero, si no entiendes inglés, no importa. Sáltate la parte en la que el maestro (ya ampliamente superado por su alumno) habla, y mira ---¡y escucha!--- “simplemente” cómo toca el chaval.

Se llama Derek Paravicini, y nació tres meses y medio antes de tiempo. Pesaba medio kilo. Nació ciego y con una forma severa de autismo.

Además de esto, tiene lo que se llama “oído absoluto”, es decir, sabe exactamente cuál es una nota sólo con oírla. Pero tiene mucho más. Tiene oído absoluto no sólo para notas, sino también para acordes, puede cambiar cualquier pieza de clave en un segundo (cosa que, según dice su maestro, provocaría un ataque al corazón a cualquier pianista), improvisa, toca a la velocidad del demonio y se sabe de memoria miles de piezas.

En definitiva, que puede usar a la mayoría de los pianistas no retrones para limpiar el suelo.

Fue entonces, al acabar la charla, cuando sentí una pizca de orgullo (creo) que me dejó pensando. No sólo no soy autista, ni músico, sino que ¡ni siquiera soy Derek! No he tenido absolutamente nada que ver con los logros de esta persona, ni soy su amigo, ni su padre. Ni nada. Sólo soy retrón, y de una especie completamente distinta.

Es fácil confundir unos sentimientos con otros (cualquier psicólogo lo sabe), y eso hace que, como consecuencia, no sea fácil nombrarlos. Por eso, no estoy seguro que lo que sentí se llame orgullo, empatía, optimismo o no tenga nombre. En cualquier caso, creo que sé más o menos de dónde proviene y creo que sé describirlo. Lo de ponerle nombre se lo dejo a los que piensan que eso es importante.

El sentimiento (sin duda positivo) contiene los siguientes ingredientes: Admiración por algo que otra persona u otras personas han hecho bien. Reconocimiento de que no ha sido nada fácil conseguirlo, de que las dificultades han sido grandes, de que lo que vemos existe “a pesar de muchas cosas”. Impresión de pertenecer (aunque sea levemente) al “mismo grupo” que la persona o personas que han producido el logro.

Supongo que el mismo esquema se aplica al sentimiento (¿orgullo?) que experimentaba por la sanidad pública española que había antes que el PP se la empezase a vender a los piratas (y eso que ni siquiera nací español), y creo que ahora entiendo un poco mejor el día del “orgullo gay”.

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