Así trabajan hosteleros, comerciantes y aparatistas en la Feria de Abril de Sevilla: “Aquí se echan demasiadas horas”

Trabajadores preparando las casetas del recinto ferial

Javier Ramajo

2

Han pasado tres años desde la última Feria de Abril de Sevilla y muchas de las personas que trabajan en el recinto mientras otros se lo pasan bien esperan que el esfuerzo les compense. El conflicto con los caseteros, que llegaron a convocar una huelga, ha estado en el foco de la polémica en las semanas previas. Pero en la edición recién inaugurada, ya todos piensan en cómo rentabilizarla pese a la subida en los precios de los suministros y de los productos, de la que todos los testimonios recogidos aquí se quejan. “Muchos churros tengo que vender si la garrafa de 25 litros de aceite me cuesta 80 o 90 euros”, comenta Eli López, que regenta un puesto de calentitos y buñuelos en una de las entradas al Real. “Aquí se echan muchas horas, demasiadas, más de lo habitual. Nadie viene a trabajar a la Feria ocho horas porque no interesa. Hay que estar doce para que interese, para que merezca la pena, pero pagando las extras, todo legal”, comenta José María, que tiene un negocio de hostelería en el Aljarafe y dirige un equipo de dos cocineros, dos camareros y dos porteros en una caseta de Joselito el Gallo, contratados por los socios.

Marta Sánchez es presidenta de la caseta 'La papa', que este año cumple sus bodas de plata en el recinto de Los Remedios. A escasas horas del “pregón” que todos los años dan “el sábado” antes del pistoletazo de salida, se notan las ganas de que llegue el momento después de dos ediciones suspendidas por la pandemia. Comenta que, entre la treintena de socios, contratan a “una empresa que se encarga del montaje de la caseta” y, por otro lado, a otra empresa que se hace cargo del servicio de catering y que esta vez es nueva y procede de Sanlúcar de Barrameda, donde tienen o tenían un bar, no sabe concretar.

Los contratos para que los socios y amigos de 'La papa' disfruten de esta semana tienen una serie de “cláusulas” en las que las empresas se comprometen a tener dados de alta en la Seguridad Social a su personal. “Incluso la gente de Sanlúcar se alquila un piso para todo su personal en estos días”, explica esta mujer, comentando que “todo lo tienen que tener en regla”. La presidenta se congratula de que traerán a la caseta “pescado de Sanlúcar todos los días” y que la negociación para el listado de precios ha sido positiva, destacando que “hay cosas más baratas que en la Feria de 2019”, la última que se pudo celebrar y que ahora se va a retomar con todo su colorido a tenor del buen tiempo climatológico que se prevé.

“Lo que pagan está por debajo de lo que dice el convenio”

Pero no es oro todo lo que reluce en el recinto ferial. A expensas de las habituales actuaciones de control por parte de los inspectores del Ministerio de Trabajo, tanto desde el punto de vista de economía irregular como de condiciones de trabajo, “se está contratando a personal por debajo de las horas que efectivamente realizan y eso es algo que la inspección debería atajar rápidamente para que se respeten las normas laborales”, apunta Enrique Jiménez, secretario General de la Federación de Servicios para la Movilidad y el Consumo de UGT Sevilla.

A su juicio, pese al ruido previo de los casetero con la reforma laboral, la situación que se vive este año en el real “no varía mucho de la que ocurrió hace tres años”. Pero insiste: “No creo que eso sea tan difícil de verificar que las cosas se hagan bien. Se puede pedir la relación de empresas que están trabajando en la feria y los trabajadores que estén dando de alta. Ahí se podría ver que la mayoría no están a 40 horas y eso es un fraude, porque en cualquier caseta hay un montón de personas que están trabajando 14 ó 16 horas y están dadas de alta por cuatro horas”, señala el representante sindical.

“Aquello que defendían los caseteros de que no era viable, pues al final hay feria y han encontrado personal porque hay gente para trabajar”, dice Jiménez en relación a la subida del paro conocida esta semana. “¿Les van a pagar o les va a mal pagar? Con el convenio provincial de hostelería en la mano, ya te digo yo que lo que pagan está por debajo de lo que dice el convenio. Esa es la situación pero, como sociedad, deberíamos entender que las personas no pueden trabajar 14-16 horas sin descanso durante nueve o diez días. Hay que dignificar eso y los empresarios deberían asumir unos costes mayores y no tantos beneficios, porque tendrían que poner encima de la mesa es cuánto ganan en cada feria. Está claro que se puede pagar y se puede hacer una gestión más eficaz, más organizada y más ordenada de los trabajadores, cumpliendo la ley y que todo el mundo esté a gusto”, explica.

De Córdoba, de Alicante, etc.

En una calle paralela a la de Marta Sánchez encontramos a Antonio que, como José María, lleva la restauración de una caseta. “Hace unos años se ganaba más dinero , pero ahora ha subido todo. Antes bastaba con tener filetes, pimientos fritos, gambas y poco más, pero esto cada vez se parece más a un restaurante. Se exige mucho y eso no va en consonancia con lo que te pagan”, explica este hombre procedente de la localidad sevillana de Guillena y que aprovecha esta semana para sacarse un extra.

De más lejos viene otro Antonio, Cabello, de 61 años. Lleva desde una semana en la Feria montando con detalle su poblado puesto de chucherías, piñonate, alfajores, garrapiñadas, algodón de azúcar, regalices, coco y juguetes de los más variados, uno de los clásicos estos días en Los Remedios. “Y todavía faltan cosas por poner”, dice con inconfundible acento cordobés, de Aguilar de la Frontera. Lleva desde los16 años en el negocio, de feria en feria, pero “cada vez es más duro, porque lo ponen más difíciles, las exigencias de la administración son más difíciles”, lamenta. “El ayuntamiento nos dijo que nos iba a quitar un 20% de las tasas y, al final, nos ha dejado abrir dos días antes en compensación, pero aquí no hay nadie. ”Los de las casetas se gastan poco aquí“, se queja junto a su puesto, situado estratégicamente junto a la zona de atracciones más infantiles. De 12.00 a 3.00, la familia se distribuye para tratar hacer la mayor caja posible y ”seguir viviendo“. Y hasta la siguiente feria.

En la Feria y “en cualquier bar”

Enrique Jiménez, de UGT Sevilla, alude a que los abusos laborales que se puedan producir esta semana se refieren particularmente al sector de la hostelería pero señala que su reflexión se podría hacer extensible también “a las personas que se dedican a la instalación de las infraestructuras de la feria o de las atracciones”. “Viven de eso, es cierto, pero hay una serie de patronos que se aprovechan de la situación y no es de recibo”, aunque “lo más significativo es la hostelería”, indica. Y advierte: “Esto no es solo en la Feria, porque en cualquier bar puedes encontrar gente que trabaja ocho horas pero están dados de alta para cuatro horas. Entre todos tenemos que salir de la crisis que ha golpeado fuerte, pero no podemos apretar al que menos tiene”.

También asegura que las reclamaciones laborales durante y después del acontecimiento, y destaca que “el problema no es solo la vulneración de derechos que se produce sino que, en los acuerdos verbal, donde dije digo digo Diego, y ¿quién va a demostrar que lo que te dijo tu jefe ahora no es lo que hay?”, se pregunta. Según cocnluye, se trata de “un problema cultural que tenemos todos que aprender, porque a todos nos gusta llegar a la feria, pedir y que nos sirvan, pero no nos ponemos en el pellejo ni empatizamos con la persona que está detrás de la barra, y eso es lo que tenemos que hacer”.

El representante de UGT recuerda que la Feria de Abril “atrae una gran carga económica para la ciudad y genera en torno al 3% del PIB de Sevilla”, unos 900 millones de euros, “y no tiene sentido que vengan turistas y que se lleven una mala imagen de un trabajador que está allí roto, reventado, porque eso lo vemos todos”. “Tendríamos que dar una imagen de calidad, un servicio de calidad turística, y no podemos tener una persona sin dar de alta o con dos horas de cotización y trabajando 16”, sentencia, preguntándose también “cuántos accidentes laborales se producen en una semana de Feria”. “Gente que se quema, que se corta, que se lastima, y eso es fruto de una cantidad de horas sin descanso que no tiene parangón. Esa es la realidad”, señala Jiménez.

Todos los “aparatistas” consultados, como llama Eli a los dueños o trabajadores de las atracciones de la 'calle del infierno', dicen de carrerilla todas las localidades andaluzas que acogerán la siguiente parada feriante. La recita Jesús Gabino, que viene de Alicante y lleva un puesto de dardos y canastas al que espera sacar partida. Una semana lleva montando el lugar, un negocio familiar en el que lleva “toda la vida”. “M mujer es ferianta de nacimientos y yo llevo unos 30 años”, concreta. La pandemia, como a casi todos, le ha afectado. “Algunos ayuntamientos no se han enrollado y hemos tenido que trabajar en otras cosas, buscándonos la vida, porque dependíamos del político de turno y de las restricciones que había, sin ayudas”. En cuanto a las condiciones laborales, “muchas horas” pero “pagando la extraordinarias” a us personal. “Aquí hay un registro de horarios y no te puedes pasar ni un pelo”, asegura.

Para Eli Gómez (33 años), tercera generación de churreros de Dos Hermanas (Sevilla), venta ambulante desde 1966 y con 20 personas a su cargo y al de su hermano, recuerda a su abuelo trabajando en el puesto cuando El Prado albergaba la Feria de Abril. “No me apagues el buñuelo que tengo aquí dos clientas”, alza la voz a una compañera sin perder de vista el negocio, aún empezando. “La pandemia ha sido un palo muy gordo para los feriantes”, dice la que, mientras, fue voluntaria en Cruz Roja. “Aquí hay gente que invierte hasta 40.000 euros para una semana. Ponle luz, agua, sueldo, Seguridad Social, etc”, explica.

Todavía recuerda un año en que hizo “mucho calor en la Feria”, allá por 2012 o 2013. “Los churros con tanta calor como que no apetecen”, y aquella vez acabaron con “lo comido por lo servido”. Su negocio ha subido algo los precios “quince años después” pero es que “todos los productos han subido”, dice mientras señala a su padre, con una camiseta de 'staff'. Con muchas personas dependiendo de ella y de su hermano, Eli López espera que esta semana “vaya bien la cosa” ya que el gremio de los feriantes ha quedado “muy dañado” desde que la Covid-19 llegara.

No muy lejos del establecimiento de la joven de Dos Hermanas encontramos a Javier García, de 42 años, que explica que son cuatro personas en su atracción de 'coches de choque' para los más pequeños y que él hace de “monitor y manteniniento”. Un negocio familiar, como tantos otros, que recorre toda la provincia de Cádiz a tenor de las numerosas localidades, con fecha y feria, que enumera el trabajador. La “subida de precios de los suministros y en general” y las “exigencias cada vez más de papelos, tasas, seguros, etc” complica la supervivencia de este tipo de atracciones, comenta Javier.

Etiquetas
stats