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Bangladesh espera la llegada de algún voluntario rohinyá para su repatriación

Refugiados rohingyás cerca de la valla fronteriza entre Bangladesh y Birmania.

EFE

Teknaf (Bangladesh) —

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Las autoridades de Bangladesh esperan la llegada de algún voluntario rohinyá para comenzar este jueves, como estaba previsto, el inicio de la repatriación de miembros de esta minoría musulmana a Birmania (Myanmar), de donde huyeron hace casi dos años por ataques del Ejército birmano.

“Llevamos esperando desde las 09.00 (03.00 GMT) con toda la logística preparada. Si alguien viene voluntariamente lo llevaremos para su repatriación”, declaró a Efe en el Campo-26 Mohammad Khaled Hossain, encargado de este campamento de refugiados en la localidad suroriental de Teknaf, el más próximo a la frontera birmana en el sureste de Bangladesh.

Según Hossain, disponen de cinco autobuses y diez microbuses para el traslado de rohinyás a la frontera, ya que “los de mayor tamaño no pueden circular en las estrechas carreteras del campo”, explicó.

“Además seguimos entrevistando a rohinyás” para su repatriación, concluyó Hossain.

Las entrevistas están siendo realizadas por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) con presencia de funcionarios bangladesíes.

Autoridades locales habían confirmado ayer que hasta el momento habían entrevistado a 235 familias de rohinyás, que forman parte de los más de 700.000 refugiados que huyeron de la violencia en Birmania en 2017, que estaban dispuestos a ser repatriados.

Cuando faltan tres días para que se cumpla el segundo aniversario del inicio del éxodo rohinyá, Bangladesh y Birmania decidieron la semana pasada que hoy comenzaría la repatriación voluntaria de 3.450 miembros de esa minoría, después de que en noviembre del año pasado un intento similar fracasara por falta de voluntarios.

Uno de los rohinyás que acudió hoy a una de las entrevistas con ACNUR en el Campo-26 fue Nur Hossain, un conductor de 41 años que huyó de Birmania cuando empezaron los ataques el 25 de agosto de 2017.

Hossain reconoció a Efe que no regresará a Birmania con los otros ocho miembros de su familia, entre ellos seis hijas y un hijo, hasta que las autoridades birmanas no acepten algunas demandas.

“Necesitamos que nos den una tarjeta como rohinyás, nuestra seguridad debe ser garantizada y Myanmar debe liberar a aquellos que permanecen encerrados en campamentos”, argumentó el refugiado.

Cuando garanticen esas peticiones “sentiré que no limitarán mi libertad una vez regrese”, sentenció Hossain.

El problema hasta ahora es que las autoridades birmanas han acordado reconocer la residencia de los rohinyás en el país pero no su ciudadanía, una de las principales demandas de los refugiados, al considerarlos inmigrantes de origen bangladesí.

El Gobierno birmano informó que tienen previsto proporcionar “Tarjetas de Verificación Nacional (NVC)” a los rohinyás, en referencia a unos documentos que prueban la residencia del portador en Birmania, pero no su ciudadanía, que se arrebató a la inmensa mayoría de los rohinyás a principios de los años noventa.

El éxodo de los rohinyás comenzó hace casi dos años cuando un grupo rebelde de esta comunidad minoritaria lanzó una serie de ataques contra puestos gubernamentales en la región de Rakáin, en el oeste de Birmania, lo que provocó una desproporcionada respuesta del Ejército birmano contra este grupo.

Unos 738.000 rohinyás huyeron a Bangladesh y han permanecido desde entonces en campamentos de refugiados.

Los ataques, acompañados de denuncias de matanzas y violaciones, fueron calificados por el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU de “limpieza étnica de manual” con indicios de “genocidio”.

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