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Los hospitales públicos pagan 307.200 euros por cada tratamiento personalizado contra la leucemia infantil

Los hospitales públicos pagan 307.200 euros por cada tratamiento personalizado contra la leucemia infantil

CIVIO / Ángela Bernardo

Los hospitales públicos pagan exactamente 307.2000 euros (sin IVA) por cada tratamiento de Kymriah, una novedosa terapia –englobada dentro del tipo de las CAR-T–, desarrollada por Novartis, contra dos tipos de cáncer de la sangre. Aunque el Ministerio de Sanidad había publicado la cifra de 320.000 euros un dato confirmado en una resolución del Consejo de Transparencia-, lo cierto es que esa cantidad corresponde al precio máximo que fija para cada tratamiento individual, pero no es el coste real que asumen las administraciones. El precio efectivo, los 307.200 euros, es más bajo y sale hoy a la luz por primera vez dada la opacidad que continúa caracterizando las relaciones entre el Gobierno y la industria farmacéutica.

El tratamiento consiste en la extracción de un tipo de células defensivas del paciente (linfocitos T), que luego son modificadas genéticamente en el laboratorio y reintroducidas en el afectado. Mediante su manipulación, se añade una especie de llave (llamada CAR) en el exterior de los linfocitos T para que reconozcan unas cerraduras que existen en la superficie de las células malignas del paciente y así puedan atacarlas de forma dirigida. En la actualidad existen dos CAR-T aprobadas en la Unión Europea (Kymriah y Yescarta). Novartis es la farmacéutica que comercializa Kymriah, cuyo principio activo es el tisagenlecleucel. Esta terapia CAR-T está autorizada para el tratamiento de niños y jóvenes con leucemia y de pacientes adultos diagnosticados con un tipo de linfoma, siempre que hayan recibido otros tratamientos previos y, posteriormente, hayan sufrido una recaída en la enfermedad.

Para poder conocer el coste real de Kymriah, Civio ha encontrado tres contratos públicos diferentes que muestran el mismo precio unitario, lo que permite determinar cuál es la cantidad efectiva que se abona por esta terapia CAR-T. Ese es el caso, por ejemplo, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que en total desembolsará cerca de tres millones de euros para tratar a nueve pacientes entre 2019 y 2021. Y también de la Gerencia del Sector Sanitario de Zaragoza 1, que recoge no solo el precio de una terapia individual (esos 307.200 euros), sino que también incluye el IVA, lo que incrementa el coste a un total de 319.488 euros. Por su parte, el Consorci Hospital Clínic de Barcelona ha adjudicado un contrato a Novartis por cerca de 1,6 millones de euros. En este caso, el documento contempla la administración de cinco terapias, cuyo precio unitario coincide con los datos anteriores: el coste sin IVA asciende a 307.200 euros para cada una de ellas.

La opacidad en los precios de los medicamentos

Desde hace unos meses, Sanidad publica el coste máximo fijado para todos los nuevos medicamentos, pero no el precio real que se paga a los laboratorios, con los que se suele negociar, de forma opaca, descuentos. Es decir, no existe un dato oficial por parte del Gobierno sobre el verdadero coste asumido por los fármacos, incluyendo las terapias CAR-T. Pero los múltiples organismos de compra (entidades estatales, comunidades autónomas, plataformas sanitarias dentro de esas mismas regiones, etc.) contratan de forma individual su adquisición. Y en algunos documentos de contratación se difunde -por convicción o por despiste- los precios de adjudicación reales que se abonan a las farmacéuticas. Ese coste unitario es siempre el mismo: 307.200 euros sin IVA por cada tratamiento de Kymriah, lo que nos permite conocer y publicar por primera vez el precio real, como desveló Civio con el medicamento Sovaldi contra la hepatitis C.

La opacidad suele ser la tónica habitual en las relaciones entre la administración pública y la industria: lo más común es que se oculte el precio real que se paga por los medicamentos. Una vía muy frecuente es publicar el total de la adjudicación, pero no el precio efectivo abonado por cada tratamiento ni el número de unidades que se administrarán. Por ejemplo, el Gobierno del País Vasco publicó en su plataforma de contratación pública una resolución de adjudicación para adquirir Kymriah, detallando el presupuesto total sin IVA (cerca de 16 millones de euros), pero sin desglosar el coste de cada tratamiento individualizado ni el número de terapias que cubriría dicha adjudicación. Preguntado por Civio, el Servicio Corporativo de Farmacia de Euskadi se negó a confirmar si el precio unitario de Kymriah era de 307.200 euros. ¿El motivo? La firma de un acuerdo de confidencialidad con Novartis, que impide que las administraciones públicas difundan los precios negociados con el laboratorio.

Los tratamientos CAR-T son muy caros, pero también han supuesto un verdadero punto de inflexión en medicina. Tanto Kymriah como Yescarta están destinados a pacientes que no contaban con opciones después de que las terapias previas hubieran fallado. Aun así, las CAR-T no están exentas de riesgos, tal y como destaca la publicación independiente Prescrire. El uso de Kymriah o de Yescarta puede conllevar efectos secundarios graves e incluso potencialmente mortales. Por ello, Sanidad ha designado una red limitada de centros en España que pueden administrar este tipo de tratamientos personalizados a la vez que monitorizan su impacto.

De acuerdo con el plan publicado por el Gobierno, los precios máximos de Kymriah en otros países son parecidos a los fijados en España. Según dicho documento, en Francia es de 320.000 euros, tras la aprobación de una autorización temporal de uso del medicamento. En Reino Unido, el coste de Kymriah asciende a 282.000 libras por paciente (aproximadamente unos 328.000 euros). Es decir, las cifras son muy similares pese a la diferente riqueza de los distintos países, lo que se opone al mantra repetido por la industria farmacéutica: un representante de la patronal europea aseguró hace unas semanas que la opacidad en las negociaciones permite que las regiones más pobres paguen menos por los medicamentos. Pero la evidencia al menos en casos como el de las terapias CAR-T, el propio Sovaldi y varias vacunas prueba que esa afirmación es falsa.

Este artículo ha sido publicado originalmente en Civio.Civio

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