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Un féretro que presume de Cruz Laureada: la condecoración que le negaron a Franco dos veces y se 'regaló' al ganar la guerra

El féretro de Franco cubierto con la Cruz Laureada.

Raúl Rejón

Como no era posible utilizar una bandera franquista durante la exhumación, la familia del dictador ha echado mano de su pasado militar para cubrir el féretro de su pariente con un pendón en el que se veía el emblema familiar que luce la Cruz Laureada de San Fernando. No es cualquier distinción, ya que hace referencia a la máxima condecoración militar que se concede en España. Francisco Franco la obtuvo en 1939, pero en su tercer intento. Su propuesta había sido rechazada en otras dos ocasiones.

La Laureada de San Fernando fue la primera orden militar española que no exigía 'limpieza de sangre', es decir, un origen noble. Se alcanzaba por méritos militares: “heroicos servicios militares de campaña”, describe el reglamento de 1920, en vigor cuando Franco obtuvo esa distinción.

Cuando el oficial de la Legión Francisco Franco Bahamonde servía en África se presentó como candidato a la laureada no una sino dos veces. Podía hacerlo legalmente si transcurridos diez días de la acción por la cual se consideraba acreedor no había recibido notificación de que se había iniciado su expediente.

Pero para recibir esta condecoración antes se tiene que pasar por un 'juicio' para decidir si lo que se relata como heroico es cierto. En el caso de Franco “los testigos que comparecieron durante el juicio desmintieron su narración”, explica el periodista Miguel Ángel Aguilar. No hubo laureada para el africanista Franco.

Al terminar la Guerra Civil, Franco, ya convertido en Jefe del Estado y Gobierno, vio la oportunidad de alcanzar esa ansiada medalla concebida para distinguir acciones bélicas de extraordinario valor que le habían negado. Sin embargo, el reglamento de la orden indicaba que sería el Consejo de Ministros el órgano que considerara acreedor a un general de tal condecoración. Y la concesión final correspondía al jefe del Estado –el texto dice “propone a S.M. [Su Majestad] la concesión de la recompensa”–.

El Consejo de Ministros estaba encabezado por Francisco Franco. Y el Jefe del Estado era Francisco Franco. Sin embargo, la disposición que da cuenta de la concesión de la Gran Cruz Laureada no está firmada por ninguno de esos cargos. Aparece el nombre del ministro de Defensa, Fidel Dávila y del vicepresidente del Gobierno franquista, Francisco Gómez Jordana y Sousa. “Habría estado un poco feo que se autofirmase la concesión”, ironiza Aguilar.

El periodista recomienda que se lea la lista de méritos que se citan en la disposición legal y se compare con los actos heroicos que se describen en el reglamento para considerar a un general digno de esta distinción.

El artículo del reglamento habla de pacificar o conquistar “sin contar para ello con recursos y medios superiores a la importancia de la empresa, y antes bien, supliéndolos con su pericia y valor, grandes y victoriosas acciones de resultados indiscutibles en la campaña, denuedo personal y sabias disposiciones que salven un ejército que él no haya comprometido”. Mientras tanto, el decreto franquista dice, entre otras cosas, que se concede por “treinta y tres meses de guerra en que se derrochan arte y valor no solo contra nuestros enemigos sino contra gran parte del Mundo que los alienta y ayuda. Treinta y tres meses de verdadera epopeya”.

Por su parte, la orden reza que “el país entero solicita al Gobierno que se haga justicia al que condujo a la victoria” aunque la propuesta concreta partió “del Ministro de Defensa Nacional”, general Dávila.

Contrastan los términos en los que se concedió esta medalla a Francisco Franco con los que pueden leerse en la Gaceta de Madrid de 1900 a la hora de otorgar la Cruz: “Relativo al expediente de juicio contradictorio para la cruz de San Fernando el Rey (q. D. g.), Y en su nombre la Reina Regente del Reino (…), ha tenido a bien concederle...” Estas resoluciones hacen expresa referencia al juicio de revisión de méritos y a la Jefatura del Estado.

Incluso, en 1937, el propio Francisco Franco incluía esa fórmula al conceder laureadas: “S.E. el Generalísimo de los Ejércitos, como resulta del juicio contradictorio instruido al efecto en el caso de...”. Y solo unos días después de recibir su ansiada cruz, él se la daba al contralmirante Moreno Fernández “como consecuencia del expediente de juicio contradictorio”. Un juicio del que no hay ni rastro en el texto utilizado para que Franco recibiera el título.

En todo caso la decisión fue, a tenor del texto, una respuesta al clamor popular: “Es acto de justicia que cabe al Gobierno interpretar el sentimiento unánime del país” y tuvo “a bien acordar y disponer” la condecoración. Se firmó el 19 de mayo de 1939. La fecha elegida para realizar un desfile de la victoria por Madrid.

La cuestión es que para esa fecha ya estaba concedida la Gran Cruz. Así que, antes de subir a la tribuna, Francisco Franco recibió su laureada de manos de otro sublevado, el general José Enrique Varela. Al fin y al cabo, este oficial de infantería había ganado dos: en 1920 y 1921 por sendos combates en África. Se quitó una de las que lucía y la prendió en el pecho del dictador, que subió al estrado con su medalla.

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