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Así afecta la segregación racial a la epidemia de obesidad que azota EEUU

Las personas de origen latinoamericano y los afroamericanos tienen la mayor prevalencia de obesidad en EEUU

Teguayco Pinto

“Los adultos negros y latinos de EEUU tienen índices desproporcionadamente más altos de obesidad que los blancos”. La semana pasada el Samuel DuBois Cook Center de la Universidad de Duke publicó un informe sobre el desigual reparto de la obesidad en el país norteamericano. El estudio señaló los factores socioeconómicos como una de las claves para entender la desigualdad, pero también destacó la segregación residencial como uno de los principales elementos que explican estas grandes diferencias.

“Los vecindarios predominantemente negros a menudo carecen de los recursos clave para la promoción de la salud, como parques y acceso a alimentos frescos”, advierten los autores del informe. Además, señalan que “esas marcadas diferencias entre barrios son, a su vez, el resultado de políticas de vivienda discriminatorias”.

Una epidemia que barre EEUU

De acuerdo con los datos más recientes del Centro de Control de Enfermedades de EEUU, la prevalencia de la obesidad es de aproximadamente un 40% en el país norteamericano, lo que supone que alrededor de 93 millones de estadounidenses la sufren. Sin embargo, esta epidemia no se distribuye igualmente entre la población. Las personas de origen latinoamericano y los afroamericanos tienen la mayor prevalencia, con un 47%, mientras que entre los blancos la prevalencia es de un 38% y entre los asiáticos es de un 13%.

Estudios anteriores ya han mostrado que el estatus socioeconómico es un protector contra la obesidad. Sin embargo, el informe destaca que tener unos ingresos más altos no protege a la población afroamericana en la misma medida que a los blancos, unas diferencias que se deben a “determinantes sociales y estructurales”.

“Mientras que el aumento de los ingresos puede producir un mayor acceso a los recursos que permiten el mantenimiento de un peso saludable entre la población blanca, los mecanismos impulsados por el racismo a menudo impiden que la población negra pueda acceder a recursos similares”, aseguran los investigadores.

El informe señala que son la segregación residencial y las diferentes características de los barrios, y no los factores genéticos o culturales, los principales impulsores de los diferentes índices de obesidad entre distintos sectores de población y que una vez que se consideran factores como la edad, los ingresos y la educación, las personas blancas, hispanas y negras que viven en los mismos vecindarios se enfrentan a probabilidades similares de sufrir obesidad.

Menos zonas deportivas y más comida basura

Los investigadores aseguran que, debido a los problemas de racismo que ha sufrido EEUU a lo largo de su historia, los barrios predominantemente negros han sido sistemáticamente devaluados y, por lo general, presentan un peor acceso a comida fresca (lo que se conoce como 'desiertos de comida'), un mayor acceso a comida poco saludable (lo que se denomina 'pantanos de comida') y un menor acceso a instalaciones para hacer deporte.

En un entorno urbano, los desiertos de comida se definen como aquellas zonas en las que los residentes no tienen tiendas de alimentos frescos a menos un kilómetro y medio de distancia. Según el informe, en EEUU estos desiertos se formaron principalmente entre 1970 y 1988, cuando las familias más acomodadas, en su mayoría blancas, se trasladaron fuera de las áreas urbanas de las grandes ciudades, que quedaron ocupadas principalmente por personas negras. Esto provocó una caída de los ingresos medios de estas zonas y el cierre de una gran proporción de los supermercados, disminuyendo el acceso a alimentos frescos en estas comunidades.

Por otro lado, los pantanos de alimentos es un concepto que hace referencia a la existencia de barrios con alto acceso comida no saludable y se basa en la proximidad a restaurantes de comida rápida y tiendas de licores. Generalmente, asegura el estudio, “un mayor acceso a las tiendas de comida rápida y licores se asocia positivamente con una mayor prevalencia de obesidad y ambos están más concentrados en los vecindarios predominantemente negros o de bajos ingresos”.

Respecto al acceso a zonas para practicar deporte, el informe señala que la población afroamericana es un 20% menos propensa que la población blanca a realizar actividad física. Sin embargo, también destaca que muchas de las zonas para practicar deporte en los barrios más pobres no se encuentran en zonas seguras y adecuadas y que esta falta de seguridad es una de las barreras más importantes para que sean utilizadas. “Incluso con una alta concentración de parques, las preocupaciones de seguridad disuaden a las comunidades de bajos ingresos del uso de ésta y otras formas de recreación al aire libre”, aseguran los investigadores.

La segregación también afecta a Europa

“El informe no refleja ningún resultado nuevo, ni original, pero es muy interesante”, explica a eldiario.es el investigador Manuel Franco, profesor de la Universidad Johns Hopkins y de la Universidad de Alcalá y que ha trabajado durante años realizando estudios similares en EEUU y España. Según este epidemiólgo, a pesar de que el concepto raza tiene un menor peso social en Europa, estos procesos de segregación residencial también se dan en las ciudades europeas, donde “los ricos y los pobres cada vez están más separados espacialmente”.

Actualmente, Franco trabaja haciendo estudios similares en España, donde analiza los factores que se relacionan con la obesidad adulta o infantil. “El informe de Duke tiene mucho que ver con lo que estamos haciendo nosotros en Madrid, donde hemos desarrollado el proyecto europeo Heart Healthy Hoods (Barrios Cardiosaludables), para estudiar las desigualdades en salud desde el punto de vista de las diferencias del entorno urbano”, cuenta este epidemiólgo.

“Lo que hacemos es estudiar los determinantes sociales de la enfermedad, que es lo que nosotros llamamos las causas de las causas”, explica Franco. Al igual que en el informe de la Universidad de Duke, las últimas investigaciones del epidemiólgo español y su equipo han analizado la distribución de las tiendas de alimentación y de las zonas para practicar deporte en la ciudad de Madrid. “Lo que hemos encontrado es que la mayoría de las instalaciones deportivas se encuentran en barrios ricos y que hay más tiendas con alimentos poco saludables alrededor de los colegios situados en los barrios más pobres”.

No son los únicos estudios que han mostrado esta relación. Durante los últimos años, varios equipos de investigadores han realizado investigaciones similares en distintas ciudades del planeta y han mostrado que las disparidades en el acceso a alimentos saludables en los barrios son un motivo de preocupación global.

Modificar zonas urbanas como prevención

Además, Franco destaca que este tipo de estudios son “muy potentes dede el punto de vista de la salud urbana”, ya que ofrecen herramientas para poder realizar intervenciones que permitan reducir el problema. “¿Qué tiene un efecto mayor desde el punto de vista de salud pública, convencer a una persona de que coma mejor o cambiar el entorno en el que vive para que sea más saludable para todos?”, plantea este epidemiólgo.

En este sentido, los autores del informe norteamericano presentan una serie de sugerencias para reducir la disparidad en los índices de obesidad, entre las que destacan el aumento de la inversión para crear parques y centros de deportivos seguros y de calidad en los barrios más desfavorecidos, así como actualizar la legislación urbana de forma que permita reducir la prevalencia de los desiertos y los pantanos de alimentos.

Sin embargo, Franco insiste en la necesidad de actuar sobre el crecimiento de la desigualdad interna en las ciudades. “Incluso cuando decimos que la causa de la obesidad infantil es que los barrios pobres venden más comida basura, no debemos perder de vista que el problema fundamental es que tenemos una segregación económica rampante”, afirma el epidemiólgo. En Madrid, por ejemplo, “la segregación socioeconómica residencial es muy clara y así lo estamos viendo desde hace años, incluso antes de que comenzaran los procesos de gentrificación y turistificación de la ciudad”.

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