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Casi una de cada cuatro personas sin hogar sufre alguna discapacidad

Casi una de cada cuatro personas sin hogar tiene discapacidad y es más vulnerable.

Laura Olías

Manuel llegó a la calle por su discapacidad, que acabó por no permitirle trabajar. Y, a partir de entonces, fue encadenando adicciones y pobreza. “La vida me fue llevando a un pozo muy hondo”, resume. Experiencias que, poco a poco, está dejando atrás. “Estoy sordo de un oído y padezco artrosis degenerativa. Tengo mareos cinéticos que me llevaron a cambiar de trabajo. Era albañil y no podía subir alturas”, cuenta Manuel, que ya tiene reconocido un 51% de discapacidad.

Como él, al menos un 23% de las personas sin hogar tienen algún tipo de discapacidad, un porcentaje cinco veces superior al de la población en general en edad similar, según un estudio de RAIS Fundación para la ONCE.

“Todos los que trabajamos en este ámbito teníamos la intuición de que esto era así, que había una proporción muy importante de personas con discapacidad, pero no había datos”, ha asegurado José Manuel Caballol, director de RAIS Fundación, en la presentación de los resultados del estudio, este miércoles.

Esta entidad sin ánimo de lucro lucha contra la exclusión social, especialmente de las personas sin hogar, y ha colaborado con la Fundación ONCE para poner nombre y cifras a esta “realidad invisible”. La investigación –incluida en el Programa Por Talento, que cuenta con la cofinanciación del Fondo Social Europeo– es pionera en su propósito de relacionar la discapacidad y la exclusión social, en una de sus formas más duras, “el sinhogarismo”.

La investigación señala el mínimo del 23% porque dentro de la muestra de 695 personas sin hogar atendidas por RAIS en la Comunidad de Madrid puede haber más casos de discapacidad. Mientras que los profesionales que participaron en el estudio aprecian discapacidad en un 36% de los entrevistados, sólo un 25% de ellos tienen esa percepción propia. El dato del 23% es de aquellos casos en los que ambos han coincidido.

La discapacidad, agravante de la exclusión social

Respecto al tipo de discapacidad, hay una mayoría de casos con discapacidad física (72,4%), por encima de la mental (46,1%) y sensorial (10,5%). Las causas más frecuentes del origen de la discapacidad son la propia situación de estar en la calle, el consumo de sustancias tóxicas y los malos tratos (38,6%) y las enfermedades no laborales (32,9%). “Entran en un círculo perverso, en el que la pobreza agrava su situación de discapacidad”, afirma Sabina Lobato, directora de Formación, Empleo y Proyectos de la Fundación ONCE.

Para Óscar López, vicepresidente de RAIS, el dato de que el porcentaje de personas con discapacidad sea cinco veces mayor en este colectivo es especialmente preocupante. “No se puede permitir que, en una sociedad como la nuestra, la discapacidad sea un factor agravante para acabar en la calle”.

Manuel no recibe ninguna prestación. “Tengo el certificado de discapacidad pero no es la suficiente como para recibir la prestación”, explica. En su opinión, aunque salir de esta situación depende de su propio esfuerzo, “necesitamos que nos ayuden para que no nos volvamos a extraviar”. Los ponentes destacan un dato: el tiempo medio sin hogar en las personas con alguna discapacidad es de seis años y medio, mientras que en el resto de casos es de tres y medio.

Julia, enferma crónica renal, tampoco tiene ningún tipo de ingresos, pero está tramitando la obtención del certificado de discapacidad. “Espero los resultados de los tribunales médicos, que me dirán qué grado de discapacidad tengo”, dice. Entre las averiguaciones del estudio, destaca que sólo la mitad de las personas encuestadas con discapacidad tienen el certificado que lo acredita.

Las 129 entrevistas en profundidad que siguieron a las primeras encuestas ofrecen dos causas de la falta de la acreditación: el miedo al estigma, que lleva a los afectados a no solicitar el certificado, y los excesivos trámites administrativos para conseguirlo, que representan “una barrera para las personas sin hogar, que muchas veces no tienen los documentos necesarios, ni siquiera el DNI”.

El estudio también arroja otra conclusión: las personas con discapacidad son más vulnerables a sufrir situaciones de violencia, robos e insultos que el resto. La diferencia en el caso de las agresiones físicas es de un 72,5% frente a un 43,8% y, para los robos, un 73,8% frente a un 56,3%.

La inserción gracias al empleo

Ignacio Tremiño, director general de Políticas de Apoyo a la Discapacidad, cree que el camino para la inserción comienza por el empleo. Algunos de los entrevistados para el estudio participan en un vídeo en el que explican que el trabajo es la máxima para sus protagonistas, entre ellos Julia y Manuel. “Es importante encontrar un empleo porque una vez que sales de centros como los de RAIS, donde has estado muy bien y con profesionales, vuelves a estar solo. Y entonces, ¿qué?”, dice Manuel.

Sin embargo, el estudio muestra que las personas con discapacidad buscan menos empleo que el resto de entrevistados. Un 62% de las personas de la muestra sin discapacidad habían buscado empleo en la última semana, pero la cifra descendía hasta el 30% para los que sufren alguna discapacidad.

“El estado de ánimo y la confianza de las personas con discapacidad mejora cuando encuentran un empleo”, apunta Tremiño. Como Manuel, un 59% de los entrevistados se vieron obligados a dejar su empleo cuando aparecieron las manifestaciones físicas o psíquicas fruto de su situación. Tremiño destaca el papel de los Centros Especiales de Empleo y la actuación de la ONCE en los planes de empleabilidad de las personas con discapacidad.

Para Julia, la ayuda del personal de RAIS ha sido fundamental para salir adelante. El estudio señala en sus recomendaciones que es necesario habilitar los centros para personas sin hogar a las necesidades de las personas con discapacidad. En muchas ocasiones, su arquitectura sí es suficiente, pero no los profesionales, que no están capacitados para atender adecuadamente a los afectados.

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