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Vicenta Llorente, la 'niña de Rusia' que llegó a ser una experta mundial en insectos

Vicenta Llorente (sostiene en brazos al hijo de un nativo) durante una expedición científica por el desierto de Karakum (Turkmenia), recogiendo parásitos de los camellos. Junto a ella, aparece el médico Emilio Kerbabayev.

Marta Macho-Stadler

Profesora de matemáticas, Universidad del País Vasco —

Vicenta Llorente del Moral nació en Algorta (Vizcaya) el 17 de septiembre de 1930. Al comenzar la Guerra Civil su padre, Clemente, se incorporó como voluntario al Ejército Republicano. Fue herido de muerte en Elorrio el 26 de septiembre de 1936. Su madre, Rafaela, quedó viuda, con dos hijos y encinta. No le quedó otro recurso que aceptar que Vicenta y su hermano mayor, Miguel, fueran evacuados a la Unión Soviética.

Tras un largo viaje, los dos hermanos llegaron a su destino, Leningrado (actualmente San Petersburgo), junto a otras muchas niñas y niños del bando republicano. Vicenta se encontraba indispuesta al desembarcar, la trasladaron a la enfermería y los dos hermanos quedaron separados. Tardaron casi dos años en encontrarse.

Un nuevo hogar

Como al resto de hijos de las personas del bando republicano, en la Unión Soviética recibieron a Miguel y Vicenta con familiaridad. Allí pudieron estudiar y llevar una vida sin sobresaltos, al menos unos pocos años. Su situación se complicó cuando el ejército nazi invadió la Unión Soviética en junio de 1941 y empezaron a escasear los alimentos.

Miguel descuidó sus estudios y lo enviaron a Sarátov (al sureste de Moscú), donde aprendió el oficio de tornero. Vicenta terminó sus estudios de secundaria y, en 1948, se matriculó en la Facultad de Edafología y Biología de la Universidad Estatal de Moscú. Años después, la propia Vicenta recordaba con aprecio sus vivencias durante aquella época:

"Fueron años difíciles pero espléndidos. Por la cantidad de idiomas que uno podía escuchar, aquello parecía la ONU, aunque el ruso era el punto de referencia de entendimiento. Tenía una biblioteca y varias salas de lectura donde se preparaban los exámenes. También disponía de un salón de actos en el que se representaban obras de teatro, se interpretaban conciertos y se celebraban conferencias, casi siempre de los mejores actores, músicos y profesores. A veces, los recitales estaban organizados por distintos colectivos de residentes: ucranios, gentes de otras repúblicas soviéticas, alemanes, checoslovacos, polacos, rumanos, chinos, indonesios, coreanos y nosotros mismos. Los españoles éramos un grupo numeroso; llegamos a formar un coro y un cuerpo de baile propios que interpretaba temas de nuestro folclore; un grupo que tenía mucho éxito y que era tratado con un cariño especial cuando se conocía el porqué de nuestra presencia en la URSS."

Los años pasaban. Miguel y Vicenta desconocían la suerte de su madre y su hermana pequeña. ¿Habrían sobrevivido? Sin noticias de ellas, todo parecía indicar que su futuro continuaría de por vida en la Unión Soviética.

Vicenta se especializó en entomología, el estudio científico de los insectos. Una vez licenciada fue a trabajar al Instituto de Epidemiología de Asjabad (actualmente Turkmenistán) junto a su amiga Elvira Mingo Pérez.

Las dos entomólogas permanecieron tres años en aquel instituto. Se concentraron en el estudio de dípteros transmisores de enfermedades. Allí, Vicenta estudió dolencias como la leishmaniosis, una enfermedad zoonótica que se transmite a personas y animales a través de la picadura de las hembras de los flebótomos. Su gravedad varía dependiendo del tipo de leishmaniosis, pero puede llegar a ser mortal.

De vuelta a España

En 1956 Vicenta regresó a España tras enterarse de que su madre y su hermana habían sobrevivido. Eran felices en la Unión Soviética, pero añoraban a su familia:

"Las autoridades, funcionarios y compañeros que nos trataron quedaban estupefactos al ver nuestra tremenda ilusión por regresar y argüían que ellos –los soviéticos– nos habían acogido con gran cariño, que pensaban que éramos felices allí (¡que ciertamente lo éramos!); no nos comprendían… Pero olvidaban que aunque los ‘niños de la guerra’ habíamos recibido del pueblo ruso todo lo que poseíamos: asilo, educación, comprensión y apoyo, cultura e idioma, trabajo e integración, la ilusión y añoranza por abrazar a nuestros seres queridos no había dejado de estar presente ni un solo día de los muchos años pasados en las alejadas estepas orientales… En mi caso, diecinueve."

Vicenta pudo convalidar sus estudios universitarios y, junto a Elvira Mingo, comenzó a trabajar en el Instituto de Edafología (CSIC, Madrid) bajo la supervisión del entomólogo Salvador V. Peris Torres.

Vicenta Llorente se casó con Jorge Prado Fernández, otro “niño de la guerra”. Tuvieron un hijo. Aunque Jorge tenía el título de Doctor ingeniero energético en la Unión Soviética, no pudo convalidar sus estudios en España; el Colegio de Ingenieros Industriales no aceptaba la homologación de estos diplomas.

Vicenta siguió investigando los dípteros, pero también fijó su mirada en los ortópteros (como saltamontes, grillos o langostas), y llegó a convertirse en una reconocida experta. Gracias a una beca de ampliación de estudios, viajó al Reino Unido e investigó durante un año en el Museo Británico de Ciencias Naturales de Londres, donde conoció a colegas de su especialidad.

Vicenta Llorente obtuvo el doctorado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid años después de haber regresado a España. Durante su larga carrera científica, junto a sus colaboradores, ha descubierto diecisiete nuevas especies, cuatro subespecies y dos subgéneros en el ámbito de la entomología.

Entre sus muchos escritos, destacamos dos de sus monografías: Libro Rojo de los Ortópteros ibéricos (1985), escrito junto a Stanley K. Gangwere y Manuel García de Viedma, y Los Pamphagidae de la Península Ibérica (1997), en colaboración con Juan José Presa Asensio.

A pesar de estar jubilada, Vicenta Llorente ha seguido investigando sobre esos insectos que han llenado su trayectoria investigadora. De vez en cuando aún le llaman para pedirle asesoramiento sobre algún _bicho extraño –o un grupo de ellos– que ha aparecido sin previo aviso.

Nota del autor

Mi más sincero agradecimiento al profesor José Ignacio López-Colón por facilitarme sus trabajos sobre Vicenta Llorente y las fotografías que aparecen en esta publicación. José Ignacio ha mantenido numerosas conversaciones con la protagonista de este artículo. Escribió la primera biografía sobre esta científica en 2005, tras varios años de entrevistas con Vicenta, un texto que recomiendo encarecidamente leer. Muchas gracias por rescatar la historia de Vicenta Llorente y, a través de ella, de una parte de nuestra Historia que no debemos olvidar.

Este artículo es una versión revisada de Vicenta Llorente del Moral: estudiando insectos que se publicó en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU el 29 de mayo de 2018.Vicenta Llorente del Moral

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.The Conversationaquí

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