La arqueología se cruza con la Biblia en Egipto: unas inscripciones podrían nombrar a Moisés por primera vez

Moisés recibe las tablas de la ley con los Diez Mandamientos (Foto: cuadro de Gebhard Fugel en Wikimedia Commons)

Héctor Farrés

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Golpeó la roca y el agua brotó. Levantó los brazos y el mar se abrió. Subió solo al monte y bajó con dos tablas grabadas. Según se indica en la Biblia, Moisés no fue un líder común. Se le atribuye haber sido el responsable de conducir a un pueblo entero por el desierto, de mediar entre humanos y divinidad, de imponer una ley escrita cuando aún se vivía entre clanes y tribus. En ese trayecto, la entrega de los mandamientos definió no solo a una comunidad, sino a buena parte de las culturas posteriores.

Un hallazgo epigráfico en la península del Sinaí reabre la investigación sobre la figura bíblica

Más de 3.000 años después, el nombre de Moisés ha aparecido vinculado a un conjunto de inscripciones semíticas halladas en Serabit el-Khadim, una antigua mina de turquesa situada en la península del Sinaí.

El investigador independiente Michael S. Bar-Ron sostiene que varias de esas marcas, grabadas en un sistema llamado proto-sinaítico, contienen fórmulas como Esto es de MŠ o Dicho de MŠ, con lo que podrían aludir directamente a la figura bíblica. Su propuesta, recogida en una proto-tesis elaborada durante ocho años de estudio, ha agitado el debate académico.

Una mina antigua alberga grabados semíticos que han sido vinculados por un investigador con el nombre del profeta Moisés

El análisis se centra especialmente en dos inscripciones denominadas Sinaí 357 y Sinaí 361, que fueron documentadas a principios del siglo XX y conservadas en el Museo del Antiguo Oriente Próximo de Harvard. Bar-Ron ha utilizado escaneos en tres dimensiones y fotografías de alta resolución para sostener que ambas comparten rasgos lingüísticos, estilísticos y estructurales que apuntan a una única autoría, vinculada a un escriba semita formado en la élite egipcia. Esa formación encajaría con la imagen tradicional de Moisés como educado en la corte del faraón.

Un alto cargo egipcio de origen semita podría haber inspirado el relato de José en el Génesis

Las inscripciones están datadas en el reinado de Amenemhat III, en plena dinastía XII del Imperio Medio egipcio. Según Bar-Ron, el tipo de escritura que emplean está relacionado con una variedad semítica antigua, muy próxima al hebreo bíblico pero con rasgos arameos.

Aunque se encuentran dentro de una mina egipcia, su contenido incluye referencias a deidades como El, dios asociado al culto hebreo, y expresiones con estilo poético, lo que refuerza la hipótesis de una autoría consciente y literaria.

Una de las afirmaciones más llamativas del estudio es que el visir egipcio Ankhu, documentado en otras fuentes arqueológicas, podría corresponder al personaje de José descrito en el Génesis. Bar-Ron argumenta que en la inscripción Sinaí 350 aparece un cartucho híbrido con grafías egipcias y semíticas, así como referencias al dios El.

Todo ello sugiere la participación de un funcionario semita en tareas de alta responsabilidad bajo el mismo faraón, lo que cuadraría con el relato bíblico de un hebreo encumbrado por su capacidad de interpretación onírica.

Las marcas en piedra revelan una disputa religiosa que alteró símbolos y deidades en las inscripciones

Además de los nombres, el conjunto de las 22 inscripciones analizadas refleja un posible conflicto religioso. Algunas ensalzan a la diosa Baʿalat, asociada a la figura egipcia de Hathor, mientras que otras parecen haber sido alteradas posteriormente para sustituir sus símbolos por invocaciones a El.

Bar-Ron interpreta esta superposición como un indicio de tensiones teológicas dentro del mismo grupo social, quizá motivadas por un cambio de culto o liderazgo. En sus palabras, recogidas por el medio estadounidense Patterns of Evidence, el investigador afirma que “vemos inscripciones devocionales que alaban a Baʿalat, solo para ser después tachadas por escribas posteriores que las sustituyen por alabanzas a El”.

Moisés transformó la historia de su pueblo con gestos que lo elevaron a la categoría de figura fundacional

Por otra parte, algunas expresiones, como nimosh, que puede traducirse como salgamos, sugieren un discurso colectivo con voluntad de huida. Unido a la presencia de un templo quemado dedicado a Baʿalat en la misma zona, Bar-Ron plantea que allí pudo registrarse un movimiento real de ruptura religiosa, tal vez incluso protagonizado por el propio Moisés.

Las críticas académicas no han logrado silenciar el interés por el hallazgo

La tesis, sin embargo, está lejos de ser aceptada de forma general. El egiptólogo Thomas Schneider, de la Universidad de Columbia Británica, ha calificado estas propuestas como infundadas, al considerar que “la identificación de letras es arbitraria y distorsiona la historia antigua”. Pese a las críticas, el conjunto de inscripciones ha reactivado el interés por un yacimiento al que apenas se prestaba atención desde hace más de un siglo.

De confirmarse alguna de las hipótesis planteadas, se abriría la posibilidad de que ciertos elementos del relato del Éxodo tuvieran un anclaje arqueológico más allá del texto bíblico. Por ahora, el nombre MŠ tallado en piedra sigue provocando interpretaciones de todo tipo, tanto dentro como fuera de la academia.

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