Un estudio desmonta la etiqueta de anticatalanismo asociada al Espanyol y expone cómo se construyó ese relato

El Espanyol ha sido tachado de anticatalán pese a ser uno de los mayores representantes de Catalunya

Héctor Farrés

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El nombre del Espanyol genera lecturas políticas que van más allá del ámbito deportivo. En Catalunya, ese término se ha interpretado en ocasiones como una toma de posición ideológica, porque algunos sectores lo asocian al españolismo político. Esa percepción se ha reforzado desde espacios ligados al FC Barcelona, donde se afirma que el Espanyol representa una opción anticatalana. Este debate se ha instalado durante décadas y ha condicionado la imagen pública del club. Esa carga simbólica, no obstante, exige una explicación basada en hechos documentados y contrastables.

El estudio de David González y Javier Robles, publicado en la revista Materiales para la Historia del Deporte y divulgado inicialmente por Marc Mossull, examinó el papel del RCD Espanyol durante la campaña autonomista de 1918-1919. La investigación partió de documentación de la época y de prensa contemporánea para evaluar la conducta institucional del club. Los autores concluyeron que el Espanyol optó por no posicionarse, una actitud compartida con la mayoría de equipos, salvo el FC Barcelona. Esa neutralidad fue reinterpretada después como rechazo al catalanismo, pese a que los hechos no apuntan a una militancia política contraria.

El respaldo exclusivo del Barça marcó el relato posterior sobre aquellos años

El Estatuto de Autonomía de 1918-1919 se convirtió en un punto de referencia para el relato posterior. La campaña trascendió el ámbito político y sumó apoyos sociales, culturales y deportivos, entre ellos el del FC Barcelona, que fue el único club que se adhirió de forma explícita. El Espanyol decidió mantenerse al margen, una postura que González describió como ausencia de pronunciamiento. Robles precisó que esa actitud fue similar a la del resto de equipos y que no implicó una posición anticatalanista, aunque el contexto de polarización facilitó lecturas interesadas.

La prensa catalanista afín al FC Barcelona desempeñó un papel importante en la difusión de esa lectura. En un momento en que el fútbol ya generaba identidades políticas y sociales, el Espanyol fue presentado como la antítesis del Barça. Daniel Carbó, periodista de La Veu de Catalunya conocido como Correcuita, impulsó esa imagen desde sus artículos. Según el estudio, caricaturizó al club como contrario al catalán, defensor del unitarismo y alineado con símbolos españoles, una representación que llevó incluso a un conflicto judicial con la entidad blanquiazul.

Frente a esa narrativa, 125 socios del Espanyol firmaron en 1919 un manifiesto publicado en dos diarios. El texto defendía la compatibilidad entre el catalanismo y la pertenencia al club, además de reivindicar la neutralidad política y la pluralidad interna. Entre los firmantes figuró Josep M. Tallada Paulí, vicepresidente del Espanyol y dirigente de las juventudes de la Lliga Regionalista. González explicó que el manifiesto respondió a la presión mediática y mostró que el club agrupaba sensibilidades distintas en un contexto social tenso.

Nuevos proyectos buscan corregir una visión histórica muy asentada

Ese posicionamiento no logró revertir la imagen fijada con el paso del tiempo. Robles señaló que el Espanyol aún arrastra ese estigma debido a la falta de estudios históricos centrados en la entidad. La mayoría de trabajos sobre deporte y política en Catalunya han tomado como referencia fuentes como Carbó, sin revisión crítica.

El RCDE History Lab, impulsado por González y Robles, trabaja ahora con fuentes primarias para ofrecer una visión documentada que muestre al Espanyol como un club históricamente integrador, capaz de agrupar corrientes diversas sin una adscripción política única.

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