George R.R. Martin se rinde: está cansado del acoso que recibe por no terminar 'Vientos de invierno' y reprocha que sus otras novelas no interesan a nadie
A lo largo de su carrera, George R.R. Martin ha creado civilizaciones enteras y ha destruido imperios con una línea de diálogo. Ha dado forma a siglos de intrigas, conjuras y genealogías como si fueran piezas de un mismo tablero. Pero ahora, el mismo escritor que antes movía ejércitos monumentales con una facilidad desconcertante, se ve atrapado por su propia maquinaria.
Mientras el mundo espera un desenlace para la saga Canción de hielo y fuego - lo que implica finalizar Vientos de invierno y seguir con el resto de libros -, él se dedica a escribir sobre todo lo demás aunque sus seguidores se le echen encima. Aunque ya no intenta esquivar el tema ni calmar expectativas. Está harto de que cada proyecto que anuncia sea recibido como una traición y lo ha dejado por escrito.
Una advertencia a sus lectores más impacientes
En su blog, Martin ha presentado A Dozen Tough Jobs, un nuevo proyecto basado en un relato de Howard Waldrop. Apenas unas líneas después se dirige al núcleo de su público con una afirmación tan directa como incómoda. Dice que es consciente de que ese anuncio “seguro os cabrea, como cualquier cosa que no sea Vientos de Invierno”. Se dirige a todos los que alguna vez esperaron el sexto libro de Canción de hielo y fuego y vuelcan su desesperación contra él y todo su trabajo.
Tras más de una década desde la publicación de Danza de dragones, las teorías, los memes, las suposiciones y la frustración han ocupado el hueco de una novela que no termina de llegar. Él lo resume con una frase que, aunque esté envuelta en sarcasmo, deja entrever su hartazgo: “Nunca terminaré Vientos. Y si lo hago, jamás concluiré Sueño de primavera. Y si acaso lo consiguiera, será un libro horrible”.
Esa reacción no es nueva, pero esta vez ha ido un poco más allá. Martin hace referencia también a los comentarios sobre su edad, su implicación y sus prioridades. Asegura que hay quienes piensan que “ya no me interesa escribir, y que me dedico a gastar dinero y no hacer nada”.
Después enumera sin pausa una lista extensa de trabajos, colaboraciones y publicaciones que ha firmado o editado en los últimos años. Desde la saga de Wild Cards hasta antologías como Viejo Marte o Rogues, Martin ha seguido escribiendo, aunque no siempre lo que sus lectores esperaban. A eso hay que añadirle los proyectos televisivos vinculados a su obra.
Martin reconoce que su vínculo con el lector ya no es el mismo, pero sí lo es con Poniente
Aun así, no intenta justificar ese desvío. Lo que hace es reconocer que el interés está centrado en una sola historia, y que todo lo demás apenas despierta atención. Lo expresa con cierta pena cuando afirma que “sé que nada de esto os interesa. Solo os importa Vientos de Invierno”. Esa percepción ha calado en él, y forma parte de un sentimiento que va más allá de la simple presión editorial.
Pese a todo, sigue manteniendo su vínculo con el universo que él mismo construyó. A través de esa misma entrada, afirma que “me importan los Starks, los Lannister, Tyrion, Asha, Dany... más de lo que podríais imaginar”. No promete fechas, ni lanza compromisos para que luego no se le pueda echar en cara. Pero tampoco descarta que el libro termine existiendo algún día. Lo que sí deja claro es que, ahora mismo, su energía no está centrada solo en eso.
La tensión no reside solo en los retrasos. Está en el desencuentro absoluto entre lo que Martin quiere hacer y lo que se le exige. El autor lleva años sin avanzar públicamente en la novela más esperada de su carrera, mientras invierte tiempo y energía en ideas que amplían su universo creativo, pero alejan aún más la posibilidad de cerrar la historia principal.
Esa distancia entre prioridades ha generado un malestar sostenido que ni siquiera la franqueza del escritor logra disipar. Aunque insiste en que sigue escribiendo, las pruebas se limitan a otros nombres, otras portadas y otros géneros. Su compromiso con Poniente, asegura, permanece intacto, aunque los hechos no lo reflejen con la intensidad que los fans desean.
Por eso, más que resolver dudas, su última actualización ha servido para confirmar un estado emocional: el de alguien que ya no intenta convencer a nadie, porque sabe que ningún proyecto nuevo será bien recibido si no lleva en la portada las palabras que millones de lectores esperan desde hace más de una década.
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