Las abejas demuestran una sorprendente habilidad arquitectónica al construir sobre cimientos mal hechos
Los panales de abejas destacan como una de las construcciones más eficientes que existen en el mundo animal. Cada celda hexagonal permite almacenar miel o albergar crías sin que sobre espacio ni se desperdicie cera.
Este diseño ha sido objeto de admiración desde hace siglos porque logra un equilibrio entre resistencia y ahorro de material que difícilmente encuentra rival. Lo que convierte al asunto en aún más interesante es que esta capacidad no depende de que las bases sean perfectas o regulares.
Incluso cuando el terreno resulta irregular o presenta defectos, las abejas encuentran la manera de mantener en pie una estructura sólida y útil para la colonia.
Los experimentos con impresoras 3D revelan cómo las abejas corrigen celdas artificiales
El estudio publicado en PLOS Biology exploró cómo reaccionan los insectos cuando se enfrentan a cimientos artificiales creados con impresoras 3D. Los investigadores diseñaron superficies con celdas más pequeñas, más grandes o completamente fuera del tamaño habitual, para observar hasta qué punto las abejas podían adaptarse.
A través de esta experimentación, los científicos comprobaron que los animales actuaban de forma coherente y repetida, lo que evidenciaba patrones comunes en su comportamiento colectivo.
En los casos en que las celdas artificiales eran más estrechas de lo habitual, las abejas añadieron cera para ajustar los huecos y aproximarse al tamaño natural de sus panales.
Ante bases que duplicaban las dimensiones normales, levantaron las paredes en ángulo para reducir la abertura y evitar que la miel se derramase.
Y cuando se encontraron con celdas de un tamaño tres veces superior, optaron por construir sobre los vértices y crear nuevas divisiones que les permitían mantener la organización hexagonal.
Científicos destacan el ingenio de las colonias aunque reconocen incógnitas pendientes
La autora principal, Golnar Gharooni-Fard, explicó en el New York Times que “las abejas no siempre tienen el lujo de construir sobre superficies planas”. Esa afirmación ilustra bien la esencia de la investigación, ya que la naturaleza rara vez ofrece condiciones ideales y aun así las colonias prosperan gracias a su capacidad de adaptación.
Michael L. Smith, profesor en la Universidad de Auburn y experto en abejas que no participó en el estudio, declaró al mismo medio que el trabajo le parecía “impresionante”, aunque apuntó que todavía quedan cuestiones sin resolver acerca de cómo coordinan los insectos sus tareas. En su comparación, señaló que “si quisieras entender si los castores son arquitectos, tendrías que ver si podrían construir un puente, no si podrían construir una presa”.
La investigación abre también un camino hacia aplicaciones fuera de la biología. Francisco López Jiménez, coautor y profesor de ingeniería aeroespacial en la Universidad de Colorado Boulder, indicó en el New York Times que los resultados plantean preguntas sobre “cómo distribuyen el trabajo y cómo se turnan”. Estas observaciones podrían inspirar sistemas en campos como la programación informática o la robótica, donde la organización de tareas colectivas es un desafío constante.
Además, Orit Peleg, investigadora de la misma universidad, subrayó en la publicación científica que “estos pequeños constructores parecen tener una comprensión intuitiva de la física que subyace a la construcción colectiva”. Esa frase conecta con otra línea de estudio que asocia el comportamiento de las abejas con modelos de neurociencia, al considerarlas comparables a neuronas que cooperan para llegar a decisiones colectivas.
El debate sobre si estas conductas responden a una inteligencia cognitiva o a un instinto profundamente arraigado seguirá abierto en la comunidad científica. Lo que sí quedó claro con este experimento es que los panales se mantienen firmes aunque los cimientos no ofrezcan facilidades, y ahí radica la verdadera lección de ingeniería que dejan las abejas a su paso.
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