La medicina no es solo humana: la naturaleza está llena de animales que saben tratar sus males
Aunque no hayan estudiado anatomía, ni tengan instrumental quirúrgico, algunos animales realizan acciones que encajan de forma directa en lo que entendemos por cuidados médicos. En ciertos casos, aplican sustancias en heridas abiertas, eliminan parásitos con métodos eficaces y buscan activamente plantas o elementos del entorno con efectos terapéuticos.
Estas conductas no responden a un comportamiento aleatorio, sino que se repiten de forma sistemática en distintas especies y circunstancias, lo que ha llevado a muchos investigadores a considerarlas formas rudimentarias de automedicación. Lejos de ser excepciones, forman parte de un repertorio conductual más amplio, donde la supervivencia también pasa por saber curarse.
Existen prácticas documentadas que combinan observación, decisión y uso de remedios naturales
Uno de los casos más citados en la literatura científica reciente es el del orangután Rakus, observado en 2022 en la selva de Sumatra. Este ejemplar fue documentado mientras masticaba hojas de Fibraurea tinctoria, una planta utilizada en la medicina tradicional para tratar enfermedades como la disentería o la malaria.
Tras triturar las hojas, aplicó el jugo resultante sobre una herida abierta en su cara, repitiendo el proceso en varias ocasiones. Días después, se le vio cubriendo la zona afectada con fragmentos sólidos de la misma planta, sin que la lesión llegase a infectarse. Según el estudio liderado por Isabelle Laumer, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, este fue el primer caso conocido de tratamiento activo de una herida por parte de un animal salvaje usando un vegetal con propiedades biológicas probadas.
Otras observaciones también apuntan a una conducta organizada y efectiva en el uso de remedios naturales por parte de los grandes simios. Michael Huffman, del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de Nagasaki, ha documentado ejemplos en chimpancés de África que ingieren hojas enteras de plantas no comestibles para expulsar parásitos intestinales. En declaraciones recogidas por IFLScience, Huffman afirma que “cada especie del planeta se automedica de alguna forma”. Esta afirmación se basa en el seguimiento continuado de grupos de primates que muestran patrones de comportamiento muy específicos cuando padecen dolencias.
Además del consumo de vegetación con efectos terapéuticos, existen otras prácticas aún menos frecuentes, como la aplicación de insectos sobre heridas. En 2022, un estudio reveló que ciertos chimpancés usaban pequeños insectos que capturaban y frotaban sobre lesiones propias o de otros individuos del grupo. Aunque aún no se ha comprobado su eficacia, este comportamiento introduce una dimensión nueva en el concepto de automedicación animal, ya que incorpora un agente externo posiblemente con propiedades antimicrobianas.
Entre los insectos también hay ejemplos que han despertado el interés de los científicos. Las orugas Grammia incorrupta, conocidas como orugas lanudas, consumen deliberadamente plantas tóxicas cuando están infectadas por ciertos parásitos. Este comportamiento no se da en individuos sanos, lo que sugiere una decisión adaptativa orientada a combatir la infección.
En el ámbito de las colonias de hormigas, se ha identificado el uso de mezclas naturales como resina vegetal combinada con ácido fórmico, una sustancia que ayuda a proteger a la colonia de infecciones fúngicas. Este tipo de actuaciones refuerza la hipótesis de que el conocimiento medicinal en el reino animal no se limita a los mamíferos sociales, sino que abarca especies muy diversas y con estructuras cognitivas distintas.
En algunos animales domésticos, como cabras o perros, también se han descrito conductas que encajan dentro de esta categoría. Se ha observado, por ejemplo, que ciertas cabras seleccionan plantas con propiedades antiparasitarias cuando presentan infecciones intestinales. Aunque este tipo de comportamientos no siempre se repiten en todos los individuos de una misma especie, su recurrencia en contextos similares ha servido para incluirlos dentro del fenómeno de automedicación instintiva.
Parte de este comportamiento se transmite por aprendizaje entre individuos del mismo grupo
La cuestión de cómo aprenden estos comportamientos ha generado varios debates dentro de la comunidad científica. Huffman defiende que parte de estas conductas son innatas, pero también existen elementos que deben ser adquiridos mediante observación. En su análisis, señala que “para las especies sociales que viven en grupo y son criadas por sus madres, hay muchos aspectos del comportamiento que deben aprenderse: qué plantas se usan, qué parte de la planta, dónde se encuentran en su hábitat, etc.”.
Este aprendizaje por imitación resulta especialmente plausible en animales con estructuras sociales complejas, como los primates, donde se ha demostrado que el conocimiento puede transmitirse entre generaciones.
A pesar de su aparente sencillez, estas conductas revelan una capacidad sorprendente para detectar, seleccionar y aplicar sustancias con propiedades beneficiosas para la salud. Y aunque ninguna cabra preparará una infusión ni los chimpancés guardan pomadas, las estrategias que despliegan demuestran una sensibilidad evolutiva hacia el dolor, la infección y la recuperación que va más allá de algo instintivo. Lo curioso es que, en muchos casos, estas acciones funcionan.
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