La obsesión por el color llevó a los humanos del Paleolítico a recorrer África en busca de jaspe y calcedonia para tener armas bonitas
La estética condiciona incluso las decisiones más prácticas. Da igual que se trate de una herramienta, una prenda o una piedra: cuando hay varias opciones disponibles, lo más habitual es que se elija la que resulte más vistosa, más brillante o con un color más llamativo. Esa preferencia por lo visualmente atractivo no se limita a contextos de ocio o lujo, sino que aparece incluso en decisiones funcionales.
Lo que tiene un aspecto más sugerente, aunque su rendimiento sea similar, suele ganar. No se trata solo de impacto visual inmediato, sino de una inclinación sostenida a lo largo del tiempo hacia lo que resulta agradable a la vista, aunque su utilidad sea idéntica a otra alternativa menos llamativa.
Esta lógica estética, presente en todas las épocas, explica el hallazgo reciente de herramientas prehistóricas talladas en piedras de colores intensos que se recogieron a muchos kilómetros de distancia del lugar donde fueron utilizadas.
La investigación rastreó piedras recogidas a distancias considerables
Un equipo internacional liderado por el arqueólogo Gregor D. Bader, del Departamento de Prehistoria Temprana y Ecología Cuaternaria de la Universidad de Tubinga, ha rastreado la procedencia de cientos de herramientas de piedra encontradas en cuatro yacimientos del actual Reino de Esuatini.
La investigación, publicada en el Journal of Archaeological Science, se centró en los asentamientos de Hlalakahle, Siphiso, Sibebe y Nkambeni, todos situados en zonas alejadas de los principales afloramientos rocosos. La distancia entre los lugares de origen de las piedras y los campamentos estudiados oscilaba entre treinta y cien kilómetros.
El análisis de los objetos se realizó mediante activación de neutrones, una técnica que permite identificar la composición elemental de una muestra con un margen de detalle elevado. Esta metodología, según explicó Bader al medio Phys.org, resultó especialmente útil para determinar la procedencia exacta del jaspe rojo y la calcedonia verde empleados en las herramientas, ya que sus patrones geoquímicos coincidían con los depósitos naturales del valle de Mgwayiza. El investigador señaló que “aunque el método es destructivo, solo se necesitan cantidades mínimas de muestra y los resultados son excelentes”.
Las piedras coloridas no estaban al alcance inmediato de los grupos que las usaron
Los resultados del estudio mostraron que algunas piezas, fabricadas con materiales coloridos como jaspe rojo, calcedonia verde o sílex negro, no pudieron haber llegado a esos yacimientos simplemente por arrastre fluvial. En su colaboración con la investigadora Brandi MacDonald del Reactor de Investigación de Misuri, el equipo estimó los trayectos más probables teniendo en cuenta la geografía, los cauces y la pendiente de los ríos cercanos.
En función de esas variables, el transporte natural solo habría sido viable en el caso del yacimiento de Hlalakahle. Para los otros tres, la distancia exige suponer desplazamientos deliberados de entre 30 y 100 kilómetros por parte de los grupos humanos.
Los investigadores interpretan esos desplazamientos como un indicio de la importancia del valor visual en la selección de los materiales. Según el análisis publicado, “los materiales coloridos y brillantes parecían atractivos para los humanos primitivos; a menudo los empleaban para fabricar herramientas”. Esta preferencia, sin embargo, no se mantuvo constante.
El cambio en los tipos de roca seleccionados no obedeció a factores de acceso o distancia
La composición de las piedras elegidas varió a lo largo del tiempo, como explica el estudio al observar que el sílex blanco y negro, junto con la calcedonia verde, era frecuente en la Edad de Piedra Media. Más adelante, en la Edad de Piedra Posterior, el jaspe rojo adquirió mayor protagonismo. Esa nomenclatura, habitual en el contexto africano, corresponde a una división cronológica específica que difiere en parte de la empleada en Europa, donde se hace referencia al Paleolítico Inferior, Medio y Superior.
El cambio en las elecciones materiales no puede explicarse por la disponibilidad geográfica, ya que las fuentes de jaspe rojo y calcedonia verde se encuentran muy próximas entre sí. La selección, por tanto, no fue condicionada por la localización, sino por una decisión consciente.
Esta dinámica, según el equipo de investigación, puede interpretarse como una expresión más de las redes sociales y culturales que estructuraban las actividades humanas en aquel periodo. Además de las distancias recorridas, el intercambio de materiales entre grupos distintos también entra en las hipótesis de trabajo, aunque no haya pruebas directas que lo confirmen.
Este tipo de investigaciones aporta nuevos elementos a la comprensión de la movilidad en sociedades de cazadores-recolectores. La elección de piedras atractivas y lejanas para elaborar utensilios demuestra que las decisiones tecnológicas estaban atravesadas por criterios simbólicos o estéticos.
En lugar de utilizar el material más accesible, algunos grupos optaban por desplazarse hasta puntos concretos del paisaje en busca de rocas con determinados colores o brillos. Esa preferencia, traducida en desplazamientos considerables, apunta a que incluso en la fabricación de herramientas ya se colaban criterios que iban mucho más allá de lo funcional.
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