Un robot a la deriva pasó nueve meses bajo gigantescas plataformas de hielo y sobrevivió para enviar datos sobre la Antártida nunca antes observados
Una corriente fría arrastró el dispositivo hasta un punto donde las brújulas fallaban y la luz desaparecía bajo una masa de hielo compacta. Allí, el flotador Argo quedó a la deriva durante meses sin que se recibiera señal alguna de su ubicación. Los investigadores del programa internacional que coordina estos instrumentos temieron que hubiera quedado atrapado para siempre bajo las plataformas del mar de Denman.
Pasado un tiempo, el aparato emergió a la superficie y recuperó la conexión por satélite, enviando un registro de datos que provenían de zonas nunca antes medidas. Esa transmisión reveló que había sobrevivido en condiciones extremas, y con ello se abrió una nueva ventana para estudiar los océanos que rodean la Antártida.
Los registros térmicos mostraron circulación cálida bajo el hielo
Las mediciones obtenidas durante ese periodo confirmaron que las capas de hielo antártico no son una barrera impenetrable, sino un entorno donde circulan masas de agua cálida capaces de alterar su equilibrio. Los registros recogidos por el flotador mostraron variaciones en la temperatura y en la salinidad que permiten calcular la cantidad de calor que llega hasta la base de los glaciares.
Esa información resulta esencial para estimar el aporte de la Antártida al aumento del nivel del mar, ya que el deshielo bajo las plataformas flotantes determina la velocidad con que el hielo continental fluye hacia el océano. Con ello se obtuvo una base empírica que antes solo podía inferirse mediante modelos teóricos y observaciones satelitales.
El objetivo inicial del proyecto era estudiar el glaciar Totten, una de las masas de hielo más grandes del este antártico. Los investigadores de la agencia australiana CSIRO, entre ellos Steve Rintoul, Esmee van Wijk, Laura Herraiz Borreguero y Madelaine Gamble Rosevear, habían calculado que ese glaciar contiene un volumen de hielo equivalente a 3,5 metros de subida del nivel del mar. Sin embargo, el flotador se desplazó hacia el oeste, donde se encuentra el glaciar Denman, que alberga hielo con un potencial de 1,5 metros de aumento global.
Los datos del Argo mostraron que el Denman también recibe agua relativamente cálida en su base, lo que sugiere una vulnerabilidad similar a la del Totten. Además, el aparato pasó bajo la plataforma Shackleton, donde registró valores que indicaban menor exposición a ese tipo de masas de agua, lo que permite deducir una mayor estabilidad en esa zona.
El desplazamiento cambió el foco desde Totten hacia Denman
Los flotadores Argo son instrumentos autónomos que se desplazan libremente en el océano hasta profundidades de 2 kilómetros. Cada diez días ascienden a la superficie y envían sus mediciones por satélite, registrando perfiles de temperatura y salinidad. Desde hace décadas forman parte del sistema mundial de observación oceánica y permiten seguir la evolución térmica del planeta, dado que cerca del 90% del exceso de calor acumulado en la Tierra se encuentra en los océanos.
Su funcionamiento combina sensores de presión y conductividad con un sistema de flotabilidad variable que regula su descenso y ascenso. Esa capacidad hizo posible que el dispositivo antártico resistiera el encierro bajo el hielo y, al emerger, proporcionara datos inéditos sobre el comportamiento de las aguas polares.
Los resultados obtenidos confirman que tanto el Denman como el Totten son glaciares en equilibrio precario. Su estabilidad depende de la pendiente del terreno sobre el que reposan, pero si el hielo retrocede unos pocos kilómetros más, la configuración se volverá irreversible y el avance del mar continuará durante siglos.
Los científicos subrayan que la pérdida de masa de hielo en la Antártida oriental es tan decisiva como la del sector occidental, aunque esta última se considere más inminente. En el futuro, una red completa de flotadores alrededor del continente podría registrar de forma continua las variaciones térmicas bajo las plataformas, y así ofrecer estimaciones más precisas sobre el ritmo de subida del nivel del mar derivado del calentamiento oceánico.
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