El sorprendente motivo por el que los dos lados de la moneda se llaman “cara y cruz”

Archivo - Monedas de euro

Adrián Roque

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Lo decimos sin pensar: “¿Cara o cruz?” Y en cuanto la moneda vuela, todos sabemos qué estamos esperando ver al caer. Pero detrás de esa expresión tan cotidiana hay una historia que arranca en la Edad Media y que explica por qué seguimos llamando “cruz” a un lado de la moneda… incluso cuando ya no hay ninguna cruz grabada.

La cara: el rostro del poder

Desde que existen las monedas, una de sus funciones ha sido dejar claro quién manda. Por eso, el anverso —lo que popularmente llamamos la cara— solía mostrar el retrato del rey, el emperador o la autoridad que garantizaba su valor.

En el Imperio español, igual que en buena parte de Europa, este lado mostraba a los monarcas Habsburgo o Borbones con toda su pompa. Esa imagen era la garantía de que la moneda tenía respaldo político y económico. Es decir: si llevaba tu cara, era tu dinero.

La cruz: un símbolo que se volvió costumbre

Lo interesante llega con el otro lado. El reverso empezó a llamarse cruz porque, literalmente, muchas monedas españolas llevaban una cruz grabada. No era decoración: tenía un significado religioso, identitario y político. La moneda no solo decía “quién reina”, sino también “bajo qué fe y qué orden”.

Durante siglos, la iconografía cristiana acompañó a las acuñaciones del Imperio. Y esa costumbre se volvió tan arraigada que el nombre popular del reverso quedó fijado como “la cruz”, fuera cual fuera el diseño.

La expresión sobrevivió… aunque la cruz desapareciera

Cuando los territorios de América iniciaron sus procesos de independencia, cada país comenzó a acuñar sus propias monedas. Desaparecieron los reyes españoles, desapareció la simbología cristiana… pero el lenguaje no se mueve tan rápido.

La gente siguió diciendo “cara y cruz” aunque el nuevo reverso mostrase escudos, animales, próceres o paisajes. Incluso en países donde nunca hubo cruces en sus monedas —como Venezuela— el término ya estaba incrustado en el habla cotidiana.

Ése es el poder del lenguaje: hereda símbolos, los guarda, los transforma… y rara vez pregunta si siguen teniendo sentido literal.

De la Edad Media a hoy: una expresión que no se ha ido

Hoy las monedas pueden tener diseños abstractos, números, mapas o estructuras geométricas. Da igual. Para nosotros siguen teniendo cara y cruz porque así las han llamado generaciones enteras antes que nosotros.

En resumen:

  • Cara: el lado donde aparecía el rostro del soberano.
  • Cruz: el lado donde históricamente se grababa una cruz… que ya no está, pero cuyo nombre sobrevivió a base de repetirse.

Un recordatorio silencioso de cómo una simple moneda puede guardar siglos de costumbre y poder. Y la próxima vez que alguien lance una al aire, ya sabrás que ese “cara o cruz” es una reliquia lingüística que nació mucho antes que el propio juego.

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