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Eduardo Gallego: “No hay una edad para aprender programación”

Eduardo Gallego

Sergio Figueroa

Complubot es una de las instituciones que mejor promueve la educación en programación entre los niños de distintas edades. Aprovechando la celebración de la edición anual de Alcabot, nos acercamos a Eduardo Gallego, experto en robótica educativa con más de una década de trabajo en este campo.Es miembro fundador de la Asociación de Robótica Educativa, representante nacional de la RoboCupJunior en España y presidente del comité organizador del campeonato del mundo de la RoboCupJunior en la prueba de Soccer.

Además de su faceta educativa, nos interesamos por uno de los campos de la robótica con mayor potencial de crecimiento a corto plazo, el de las impresoras 3D.

SF: - ¿A qué edad están preparados los niños para estudiar y practicar programación y robótica? ¿A qué velocidad aprenden?

Eduardo Gallego: No hay una edad ni velocidad concreta, depende mucho del interés de los niños y del apoyo de los padres. Por regla general en el curso anual de robótica (una de las actividades de nuestra asociación con 38 niños de 14 centros) tenemos chicos desde los 6 a los 18 años, aunque en ocasiones los hemos tenido de 5. Trabajamos con grupos de 8 niños máximo y aunque la edad es un factor ostentativo, procuramos hacer grupos con niños que tengan en común un mismo nivel de “ganas de hacer cosas”. Aún así tenemos varias velocidades dentro de cada grupo.

SF: - ¿Cómo está el panorama actual de la educación escolar y bachiller en programación y robótica? ¿Crees que debería ser una asignatura obligatoria y por qué?

EG: En España, a diferencia de otros países, no hay contenido curricular de robótica educativa en educación primaría. Hasta la fecha, la robótica educativa formaba parte de la asignatura de tecnología en educación primaria. Creo que con la última reforma reducen aún más la presencia de la robótica en la educación. Justo lo contrario de lo que hacen en países con mejores resultados académicos que nosotros. Por otra parte considerar la robótica como una parte de la tecnología es un error importante de apreciación ya que cuesta encontrar un ciencia o tecnología que no tenga una relación directa con esta.

SF: - ¿Hay gente preparada para enseñar este tipo de asignaturas en colegios o institutos? ¿Qué tipo de formadores serían necesarios?

EG: En general la formación de los profesores es escasa en campos tecnológicos. Por otra parte, un profesor no puede limitarse a tener un “barniz superficial de conocimiento” de la materia que imparte. No se trata de hacer, todos de la mano, un ejercicio concreto, se trata de permitir que el alumno pueda imaginar, experimentar e innovar. ¿Te imaginas una profesora de lengua, aunque fuera de educación infantil, que solo conociera esa parte del idioma que explica?.

SF: - ¿Qué aporta Complubot a este panorama y cómo ayuda a mejorarlo?

EG: Nuestra Asociación tiene como objetivo estatutario la difusión de la robótica educativa en nuestro país. Para llevar a buen término este objetivo realizamos una serie de actividades, como nuestro curso anual de robótica, talleres, conferencias, competiciones. Además realizamos desarrollos libres de programas como ArduLab una aplicación gratuita para poder aprender a experimentar con una placa, de bajo coste, Arduino y unos cuantos sensores. También estamos trabajando en el campo de las plataformas robóticas para la educación todas en código abierto.

Además este año hemos comenzado a impartir nuestros CIFFRE (Curso Intensivo de Formación par Formadores en Robótica Educativa). Ya hemos hechos dos ediciones con un gran éxito y es posible que hagamos alguno más en los próximos meses.

SF: - En Complubot también trabajáis por el desarrollo de las impresoras 3D e incluso hay una competición sobre impresión 3D en Alcabot. ¿Pueden revolucionar las impresoras 3D la forma de producir y de consumir?

EG: Que las impresoras en 3D están siendo una revolución es algo que es una realidad visible. Este tipo de máquinas permiten diseñar y fabricar de forma sencilla objetos funcionales y, lo más interesante, compartir estas ideas y diseños con cualquier otra persona del planeta gracias a Internet.

SF: - Hay varios proyectos y grupos de trabajo que las trabajan desde el punto de vista open source. ¿Qué diferencias hay entre este modelo y el de impresoras 3D patentadas o licenciadas de cara a esa posible revolución?

EG: Una de las principales características de las impresoras en 3D open source es su bajo coste (menos de 500 euros), su amplia documentación, y el proceso de aprendizaje que se produce al construir una por uno mismo. La calidad de impresión que se consigue con una impresora así es igual o superior que una comercial de más de 2000 euros. Esto está permitiendo una rápida difusión y proliferación de este tipo de máquinas en todo el mundo y de forma especial en nuestro país gracias al proyecto CloneWars.

SF: - ¿Cómo se relacionan las impresoras 3D y la educación? ¿Eres partidario de tener una en cada colegio y en cada instituto?

EG: Es posible establecer una fuerte relación entre las impresoras en 3D la educación y la tecnología. Construir una impresora en 3D es un desafío asumible para grupos de 4 a 6 estudiantes guiados por un profesor. Además este tipo de impresoras permiten fabricar piezas generadas por los propios estudiantes con programas de diseño en 3D como el OpenScad. E incluso permite reproducir diseños de terceras personas para realizar proyectos concretos gracias a repositorios de piezas como Thingiverse. A modo de ejemplo dos de las plataformas robóticas para la educación que hemos desarrollado se basan en estructuras de piezas imprimibles.

En este momento conozco varios centros de secundaria que disponen de impresoras en 3D construidas por sus propios alumnos.

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