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Liberland, donde el neoliberalismo tiene su propio (micro)Estado entre Serbia y Croacia

La bandera de Liberland

David Sarabia

A la orilla del Danubio, en un terruño de siete kilómetros cuadrados no reclamado entre Serbia y Croacia se encuentra Liberland. Probablemente nunca oyeron hablar de ella, pero la micronación existe desde abril del 2015 y, a pesar de no estar reconocida por la ONU ni por ningún otro país del mundo, su presidente Vit Jedlicka saca pecho diciendo que así, de entrada, ya son “tres veces más grandes que Mónaco”. Por cierto que en San Cristóbal de la Laguna (Tenerife), Liberland tiene su embajada española.

Allí no vive nadie, pero a finales del 2017 contaba con unas 480.000 peticiones de ciudadanía, incluyendo 100.000 desde Oriente Medio y unas 18.000 de EEUU. Técnicamente la micronación se encuentra en tierra croata, que antes del inicio de la Guerra de los Balcanes era suelo serbio. El espacio llevaba desierto 25 años hasta que Jedlicka, de origen checo, aprovechó la coyuntura, cogió una bandera y autoproclamó el territorio como suyo. “Por supuesto, tenemos algunos problemillas con nuestros vecinos, pero creo que seremos capaces de resolverlos antes o después”, le contaba a Today en julio de este año.

Entonces, ¿qué es Liberland? “Es un estado que pretende aplicar los valores libertarios en lo económico y muchos otros aspectos políticos”, explica a eldiario.es Alberto G. Toribio, experto en blockchain y CEO de Coinffeine. La moneda oficial de la micronación son los Méritos, aunque también admiten bitcoin y otras criptodivisas como Ethereum. Su lema es “vive y deja vivir” y cualquiera puede formar parte del proyecto. Solo hay que registrarse en su web.

Los Méritos son el sustento del Estado

En Liberland no se pagan impuestos, pero los ciudadanos pueden contribuir a través de donaciones. El que paga, colabora y puede tomar partido en las decisiones políticas: es la recompensa por donar voluntariamente, lo que vendría a ocupar el lugar de los impuestos. Por otro lado, los Méritos están limitados por el gobierno y equivalen a un dólar, aunque la idea de Jedlicka es poder intercambiar divisa con otros países.

Esos Méritos funcionan de forma muy similar a Ethereum. G. Toribio establece una comparación entre ambas criptodivisas: “Las personas que pueden generar bloque y que de alguna forma van a validar las transacciones, son personas que se ven 'obligadas' a realizar un depósito y bloquearlo allí. A partir de ese momento se les permite crear bloques y ser mineros”.

G. Toribio considera que el paralelismo entre ambas criptos “es interesante por varios motivos: el primero es que si quieres participar en la vida política o, en general, si quieres participar del estado, tienes que ser socio por así decirlo. Tienes que compartir unas preocupaciones pero sobre todo tener unos incentivos que aquí no son otros que económicos. Por otro lado, les permite atraer fondos de fuera, ingresas divisa”.

Un paraíso fiscal reconocido abiertamente

En web de la micronación se pueden ver todas las donaciones que recibe. El año pasado, Liberland ganó 334.000 dólares (292.719 euros) y 212.250 dólares (186.016 euros) en criptodivisas. Las donaciones totales ascendieron a 96.889 dólares (84.914 euros). Sus características le hacen parecer un paraíso fiscal pero basado en criptodivisa.

“Realmente, no es que la criptodivisa ayude al liberalismo”, continúa G. Toribio. “A lo que te ayuda es a tener una herramienta económica, a desarrollar tu política económica, pero esa política puede ir a favor del liberalismo o puede ir en contra”, dice el experto en blockchain, que duda de que los bancos vayan a mostrarse interesados en invertir en Liberland.

“Ni si quiera para aquellos que operan en paraísos fiscales y que se sienten cómodos con ese tipo de políticas. Porque este país no está reconocido por ningún otro, entonces no cuenta con las mismas garantías”, continúa. A diferencia de Mónaco, las Islas Caimán, Belice o Panamá, en Liberland “no se pueden llevar ese tipo de acciones a cabo con unas ciertas garantías”.

La micronación, que también edita su propia prensa digital (Liberland Press), no cuenta con ejército y se declara neutral en política internacional. Por cierto, que también tiene playa.

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