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The Guardian en español

Kosovo y Serbia negocian con el apoyo de EEUU un plan para cambiar sus fronteras de efectos impredecibles

Choques entre la oposición nacionalista de Kosovo y la policía

Shaun Walker / Andrew MacDowall

Skopje / Sarajevo —

Un plan de intercambio de tierras apoyado por Estados Unidos para cambiar las fronteras de Kosovo se enfrenta a un creciente número de críticas en la república, en la región y a nivel internacional.

El presidente kosovar, Hashim Thaçi, y su homólogo serbio, Aleksandar Vucic, han sugerido que un intercambio de territorios podría formar parte de un acuerdo que allanaría el terreno para llegar a una solución definitiva entre Belgrado y Pristina.

Kosovo se separó de Serbia en 1999 y declaró su independencia en 2008, que Belgrado nunca ha reconocido. Vucic y Thaçi se han reunido periódicamente bajo el auspicio de la responsable de política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, para sacar adelante un acuerdo que podría poner a Kosovo en el camino de conseguir un puesto en la ONU y mejorar las perspectivas de adhesión a la UE para ambos países.

Aunque ni Vucic ni Thaçi han hecho públicos los detalles del acuerdo, ambos reconocieron en un foro de debate celebrado en Austria el fin de semana pasado que están considerando cambios fronterizos. El acuerdo consistiría probablemente en un intercambio de una zona del sur de Serbia, poblada en su mayoría por personas de etnia albanesa, por una parte del norte de Kosovo con una población de mayoría étnica serbia.

La Administración estadounidense dio un empujón a los planes cuando el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, aseguró que Washington no se interpondría en el camino si Belgrado y Pristina llegan a un acuerdo, revocando así una larga política estadounidense que consideraba indeseable cualquier cambio fronterizo en los Balcanes.

Dos fuentes cercanas al gobierno de Trump señalan que la nueva política se basa en “no poner líneas rojas, pero no dar cheques en blanco”, lo que implica que Estados Unidos está dispuesta a considerar cualquier solución, incluidos cambios fronterizos, lo que no significa que finalmente lo vaya a apoyar. Algunos miembros de la UE han insinuado que también podrían estar dispuestos a apoyar un acuerdo que implique cambios fronterizos.

Vucic se enfrentará a una fuerte oposición interna que vería el acuerdo como una admisión de que Kosovo está perdido para siempre. También hay fuertes críticas en Kosovo, especialmente por parte del primer ministro, Ramush Haradinaj, que el viernes pasado se refirió a las discusiones como “ideas desastrosas”. “El debate público sobre el rediseño de fronteras e intercambio de territorios es una invitación para nuevas tragedias en los Balcanes”, tuiteó Haradinaj.

Muchos analistas regionales e internacionales se han dado cuenta de las posibles repercusiones que tendría tal acuerdo, donde algunas fronteras siguen siendo frágiles y abiertas a desafíos nacionalistas.

La canciller alemana, Angela Merkel, se ha opuesto rotundamente a la idea y tres antiguos altos representantes para Bosnia han escrito una carta abierta a Mogherini instándole a no apoyar ningún plan que contemple intercambios de territorio.

“En resumidas cuentas, no se nos ocurre ninguna política que nos devuelva más a la división y al conflicto en los Balcanes que la que aparentemente algunos ahora apoyan”, escriben Carl Bildt, Paddy Ashdown y Christian Schwarz-Schilling en la carta.

¿Una renuncia a los Estados multiétnicos?

Milorad Dodik, presidente de la región serbia autónoma Republika Srpska, en Bosnia-Herzegovina, y candidato a la presidencia nacional en las elecciones de octubre, ha pedido en varias ocasiones la independencia de la Republika Srpska.

“Creo que a la Unión Europea le gusta este plan porque es 'simple'”, señala Lejla Ramic-Mesihovic, directora de Foreign Policy Initiative BH, un think tank de Sarajevo que ha trabajado sobre este asunto. “¿Pero con qué lógica se opondrá la comunidad internacional a un referéndum en Republika Srpska? Es realmente el momento de renunciar a los Estados multiétnicos en Europa?”, añade.

Una asesora de Dodik señala que las preocupaciones se están exagerando. “El presidente Dodik es uno de los políticos más experimentados en la región y no hará nada, sabiendo lo importante que es para Serbia cerrar la historia con Pristina”, afirma Ana Trisic-Babic, exviceministra de Exteriores de Bosnia.

Sin embargo, existe el temor de que simplemente volviendo a poner el asunto sobre la mesa se alimente a aquellos que quieren reabrir cuestiones que parecían estar resueltas desde hace tiempo.

En Macedonia, que tiene una gran minoría alabanesa y que fue escenario de luchas interétnicas en 2001, a los políticos les preocupan los acuerdos con intercambios de territorios.

“Estas ideas han estado circulando desde las guerras de los Balcanes y este país siempre ha sido firme a la hora de apoyar soluciones políticas a problemas políticos que no requieren fronteras étnicas”, señala Radmila Sekerinska, ministra de Defensa de Macedonia. “Tenemos que recordar que las mayores atrocidades se cometieron con ese objetivo o con esa excusa en mente”, añade.

Otra cuestión clave es si se puede sumar a Rusia a cualquier acuerdo. Vucic se reunirá con el presidente ruso, Vladímir Putin, dos veces en los próximos meses y hasta ahora Moscú ha dado pocas indicaciones de si está listo para retirar su larga oposición a la independencia de Kosovo.

Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, indicó que corresponde a Belgrado y Pristina llegar a un acuerdo, pero afirmó intencionadamente que “el acuerdo tiene que reflejar los intereses del pueblo serbio” si Rusia va a apoyarlo. La portavoz no aclaró cómo evaluaría Rusia esos intereses.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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