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The Guardian en español

Suecia, el ideal progresista de Europa que hoy puede caer en la trampa de la nueva ultraderecha

Simpatizantes de Demócratas de Suecia asisten a un mitin en Motala.

Richard Orange

Hörby —

Al atravesar las ricas tierras de cultivo que rodean el lago Ringsjön en Skåne, la primera señal de Hörby es un cartel que proclama que es “una localidad moderna con mercado y patrimonio histórico”.

Esta afirmación puede ser motivo de burla por parte de los suecos de las grandes ciudades, pero esta localidad agrícola está a la vanguardia de un movimiento que este fin de semana sacudirá el sistema político del país: el auge de los Demócratas de Suecia, un partido contrario a la inmigración. Un rival de peso para los partidos tradicionales de izquierda y derecha.

“Mi objetivo es llegar a ser el doble de grande que el siguiente partido”, indica a The Guardian Stefan Borg, el responsable de la formación en la localidad. Aprovecha un descanso en la campaña para las elecciones locales y nacionales de este domingo para sentarse en una cafetería situada cerca de la plaza principal de Hörby.

Borg cree que sus posibilidades de convertirse en alcalde a finales de este mes son de “más del 50%”. Si gana, sería la primera vez que los demócratas suecos gestionan un ayuntamiento.

El partido también espera que estas elecciones le sirvan para ser más influyente a escala nacional. Desde las últimas elecciones generales, el apoyo a sus políticas ha aumentado debido al malestar por la inmigración. Durante la crisis de refugiados de 2015, Suecia aceptó más solicitantes de asilo per cápita que cualquier otro país de la Unión Europea.

Según una encuesta publicada por Sveriges Radio, en junio, uno de cada cinco votantes apoyaba este partido, lo que le convertía en la segunda fuerza política del país. La semana pasada el apoyo había retrocedido hasta el 17,7%, pero lo cierto es que si este fuera el resultado, representaría otra victoria significativa para un partido extremista en Europa. Para el partido de centroderecha o los socialdemócratas en el poder sería difícil formar gobierno sin el apoyo tácito de los ultraconservadores o sin acuerdos entre la izquierda y la derecha.

Cuando en 2014 Demócratas de Suecia se convirtió en el primer partido de Hörby, con el 27% de los votos, los moderados se negaron a formar coalición con ellos. En parte como resultado, Borg espera que el voto de los moderados no llegue al 10% este domingo, mientras que ellos podrían obtener más del 35% de los votos. “En gran medida, estos resultados se deben al hecho de que somos los únicos que hacemos oposición y la gente lo entiende”, indica.

De hecho, esta situación no solo se da en Hörby. Los Demócratas de Suecia esperan convertirse en el primer partido en 15 de los 33 municipios de Skåne. “Históricamente, siempre hemos mirado a Estocolmo con escepticismo”, señala Borg, en referencia a Skåne y su vecina Blekinge: “Somos unos rebeldes”.

En el Boijertz Conditori, una cafetería que da a la plaza del Hotel Jugendstil de la ciudad, una mujer que vende panecillos de canela explica por qué el partido resulta atractivo a los votantes. “Hemos tenido muchos problemas, muchas peleas de pandillas, navajazos, drogas que se venden abiertamente en las calles”, explica. “Antes era una localidad pequeña y tranquila. No tenías miedo cuando salías. Y ya no es así”.

Una de sus clientas, Hillevi Gustafson, puntualiza que se trata más de una percepción que de una realidad y se remite a una encuesta policial realizada en diciembre. 

“Malmö es como una zona de guerra”, señala Karin, una de las tres hermanas que se sienta en la mesa contigua cuando oye nuestra conversación. “La situación ha empeorado en los últimos dos años”, añade.

El martes, un joven fue abatido a tiros en Malmö, con lo que el número de víctimas mortales en peleas entre las bandas de la ciudad asciende a 11, es decir, a 3,2 por cada 100.000 personas. Los suecos están conmocionados por los tiroteos, comparables a los de Londres, donde 91 personas han sido asesinadas este año. Al igual que ha hecho a nivel nacional, el partido ha sacado provecho de la inquietud que causa la delincuencia en las ciudades y pueblos.

En mayo, Borg se hizo con una lista de los refugios para solicitantes de asilo y otras personas vulnerables. “Tenemos 22 refugios, las llamadas casas HVB, donde van a parar los casos más problemáticos de ciudades como Malmö y Lund”, señala. “La mayoría son migrantes. Y, por supuesto, vienen aquí con todos los problemas que han traído de donde vengan. El consumo de drogas es muy común”.

Borg, que se describe a sí mismo como traductor de la filosofía religiosa rusa en la tradición de Dostoievski, y su colega Cecilia Bladh In Zito, antigua ejecutiva de una compañía eléctrica italiana, son un claro ejemplo del giro que han dado los Demócratas de Suecia, un partido alejado de la clase trabajadora.

“Cuando regresé después de siete años en el extranjero, me quedé conmocionada por la situación”, afirma In Zito. “Me preguntaba ¿qué ha pasado?”. Tardó en apoyar a este partido: “Me creía lo que decían las cadenas de televisión y los periódicos, que era un partido racista”.

En 2012, un representante del partido de la ciudad, Ronny Esbjörnsson, hizo comentarios en Facebook contra los agentes (de inmigración), diciendo que debería haber escuelas exclusivamente para “suecos de pura sangre” y declarando que preferiría alquilar una propiedad a Los Ángeles del Infierno que a musulmanes.

Susanne Meijer, alcaldesa socialdemócrata de la ciudad, tacha al partido de racista. Afirma que se siente orgullosa de que la localidad haya acogido a jóvenes solicitantes de asilo, a los que describe como “chicos con talento e inteligentes que están estudiando y aprendiendo a desenvolverse en la sociedad sueca”. Sin embargo, todo parece indicar que le cuesta convencer a los votantes de que no hay motivo de alarma.

En la carretera de salida hacia el norte, el Ayuntamiento ha puesto otro letrero: “Hörby: aquí vivimos bien y nos sentimos bien”.

Traducido por Emma Reverter

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