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The Guardian en español

La experiencia de ser 'au pair' se pervierte: largas jornadas, acoso y salarios bajos

'¿Intercambio Cultural o trabajadora del hogar barata?' es el nombre del estudio que ha detectado el problema

Anne Davies

Ser au pair es una oportunidad para vivir una experiencia de inmersión cultural, en la que habitualmente mujeres jóvenes viven en una casa de otro país durante un tiempo. La idea surge en las familias de clases acomodadas europeas como aventura para sus hijas. El acuerdo solía incluir alojamiento, comidas y dinero “de bolsillo” a cambio de cuidar a los niños y realizar tareas livianas en el hogar. Sin embargo, hoy la situación ha derivado en un abuso por parte de la familia que algunos investigadores relacionan con la explotación laboral. 

Un estudio realizado por dos investigadoras de las universidades de Sidney y Mcquaire, revela que el 60% de las mujeres que hacen esta actividad en Australia en realidad se encuentran trabajando 36 horas a la semana, no solo cuidando a los niños, sino cocinando, limpiando y realizando otras tareas del hogar. Casi una cada diez mujeres, o el 8%, informó que trabajaba más de 50 horas a la semana.

Laurie Berg, profesora de derecho de la Universidad de Tecnología de Sydney, y Gabrielle Meagher, profesora de sociología de la Universidad Macquarie, han llevado a cabo un sondeo de casi 1.500 au pairs.

Las investigadoras concluyeron que la experiencia termina siendo la de una canguro que vive en el hogar, pero sin sueldo ni condiciones laborales. En Australia, el salario promedio legal por hora, teniendo en cuenta el valor del alojamiento y las comidas, era de 11 euros, pero la paga promedio era de 9,85 euros por hora.

Dos de cada cinco mujeres tuvieron uno o más problemas graves como sentirse obligadas a trabajar más de lo que esperaban (26%), tener que realizar tareas diferentes a las que esperaban (21%), no recibir el pago acordado (10%), ser víctima abuso verbal (8%) y de acoso sexual (1%).

Este estudio llega después de otro similar que realizaron las investigadoras sobre la explotación de mochileros que, según la ley australiana, deben realizar 88 días de trabajo en el campo –por ejemplo, recogiendo fruta– para poder pasar un segundo año en Australia con una visa para trabajo y vacaciones.

Un trabajo diferente al acordado

En los comentarios, algunas participantes relataron haber recibido gritos, haber sido obligadas a trabajar con fiebre, haber tenido que ayudar en el negocio de los padres, haber tenido que estar disponibles 24 horas del día, todos los días, y haber sido golpeadas por el padre del hogar.

Australia no tiene un programa oficial de au pairs ni una visa específica para las au pairs y la mayoría entra al país con una visa de trabajar y vacaciones, que se les otorga a jóvenes que quieren trabajar en Australia durante al menos un año.

Pero algunas mujeres entran al país con visa de turista (2%), que no les permite trabajar legalmente. “La demanda de au pairs a menudo se explica por la necesidad de las familias australianas de tener cuidado infantil a bajo coste, pero el estudio indica que muchas familias se aprovechan de la amplia oferta de mujeres con visa de vacaciones y trabajo para obtener también servicios de cuidado del hogar a bajo coste”.

La gran mayoría de las au pairs que participaron del estudio eran mujeres jóvenes y Europeas: el 35% de Alemania, el 14% de Francia y el 11% del Reino Unido. Dos tercios de las participantes en el sondeo online tenían 23 años o menos y la mayoría realizó su estadía con una familia de dos adultos y más de dos niños, en una ciudad grande.

Algunos utilizaron una agencia intermediaria, pero otras encontraron el empleo ellas mismas a través de sitios web. Solo la mitad tenía un contrato por escrito con la familia y la mayoría ni siquiera negoció las condiciones de empleo. En un tercio de los casos, el trabajo terminó antes de lo pactado.

Más de un tercio (36%) dijo que les echaron del trabajo y que les dieron un día o menos para irse, y el 53% tuvo cuatro días o menos. Esto significa que muchas se quedaron sin tener donde dormir a la noche siguiente.

Meagher explicó que el estudio sugiere que puede haber un gran desequilibrio de poder entre las au pairs y las familias, lo cual deja a las au pairs en una situación de mucha vulnerabilidad. “Una cada seis se sintió forzada a quedarse en una situación difícil porque no tenían ningún otro sitio donde ir”, dijo Meagher.

El informe también cuestiona la función protectora de las agencias que colocan a las jóvenes en las casas de familia. De manera significativa, a las au pairs que utilizaron los servicios de una agencia para acordar las condiciones, no les fue mejor en relación a la cantidad de horas de trabajo, salario o inclusión en las actividades familiares. Laurie asegura que existe un vacío legal respecto de la regulación de esta fuerza de trabajo y sus derechos.

“Hay cierta confusión entre las au pairs y las familias sobre los estándares mínimos aceptables, porque cada agencia tiene una perspectiva diferente”, dijo. “Por ejemplo, las leyes de inmigración consideran a las au pairs como trabajadoras pero la Defensa de Trabajo Justo y la Oficina Australiana de Impuestos son menos claras respecto a cuándo una au pair se convierte en empleada”. y añade que a menudo, cuando una au pair se contacta con la Defensa no obtiene ninguna respuesta.

Traducido por Lucía Balducci

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