La historia no contada de la casa que quedó segunda contra la Casa Batlló
Barcelona no se entendería sin el modernismo, y dentro del Eixample, la llamada Manzana de la Discordia concentra tres de los edificios más icónicos de la ciudad: la Casa Batlló, la Casa Lleó i Morera y la Casa Amatller, esta última diseñada por Josep Puig i Cadafalch, uno de los grandes arquitectos de la época y rival silencioso de Gaudí. Más allá de su estética, la Casa Amatller es un retrato de una sociedad que pasaba de lo tradicional a lo industrial y cosmopolita, un reflejo del auge de Barcelona a principios del siglo XX.
Puig i Cadafalch: mucho más que un arquitecto
Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) no solo dejó su huella en la arquitectura catalana, también fue historiador del arte, arqueólogo y político. Su enfoque sobre el modernismo integraba historia, cultura y sociedad, y su legado en la Casa Amatller muestra cómo un edificio puede ser a la vez vivienda, estudio y símbolo cultural. Antoni Amatller, propietario de la casa, fue un empresario y coleccionista cuya vida se reflejó en cada detalle del inmueble, desde la planta baja hasta el remate superior de la fachada.
Una fachada que habla por sí misma
La Casa Amatller se alza sobre la típica fachada plana del Eixample, pero Puig i Cadafalch reinterpretó estilos como el románico y el gótico catalán para dar vida a una obra cargada de simbolismo. Su remate escalonado, que recuerda a la arquitectura medieval del norte de Europa, se convirtió en uno de los elementos más admirados de la ciudad. Esta zona, además de estética, cumplía un propósito funcional: albergar el estudio de fotografía de Antoni Amatller, aislando los peligros de los materiales fotográficos del resto de la casa y creando un espacio independiente y luminoso.
Cada detalle de la fachada fue cuidadosamente pensado para transmitir la identidad de los Amatller. Desde los marcos escultóricos de puertas y ventanas hasta los esgrafiados de ramas de almendro, símbolo familiar, Puig i Cadafalch integró un lenguaje visual que unía industria, artes y coleccionismo, convirtiendo la fachada en una auténtica narrativa arquitectónica. La combinación de elementos a distintas alturas y efectos de asimetría controlada hacen que la Casa Amatller destaque por su complejidad y elegancia, sin eclipsar, pero rivalizando con la cercanía de la Casa Batlló.
Visitar la Casa Amatller hoy es sumergirse en la historia de una Barcelona transformadora, conocer la vida de un coleccionista apasionado y recorrer un edificio que, aunque quedó “segunda” frente al icono de Gaudí, mantiene un protagonismo propio en el corazón del modernismo catalán. Cada esquina, cada ventana y cada detalle escultórico narran la historia de una época, de un arquitecto visionario y de una ciudad en pleno auge industrial y cultural.
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