El palacio que Gaudí construyó fuera de Cataluña y que parece sacado de Harry Potter

Palacio Episcopal de Astorga

Ada Sanuy

26 de junio de 2025 09:30 h

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En el corazón de Astorga, una ciudad leonesa marcada por el peso de la historia y el Camino de Santiago, se alza uno de los edificios más sorprendentes de toda la obra de Antoni Gaudí. Lejos del modernismo barcelonés y de las playas mediterráneas, el arquitecto catalán levantó un palacio neogótico que parece sacado de un cuento medieval. Se trata del Palacio Episcopal de Astorga, un edificio monumental que no solo destaca por su singularidad arquitectónica, sino también por la historia que lo envuelve.

Todo comenzó en 1886, cuando un incendio arrasó el antiguo palacio episcopal. El obispo Juan Bautista Grau y Vallespinós, natural de Reus, decidió entonces encargar a su paisano Antoni Gaudí el diseño de un nuevo edificio. Tras visitar el solar en diciembre de 1888, Gaudí presentó un proyecto que fue aprobado por el Ministerio en febrero de 1889. La primera piedra se colocó el 24 de junio de ese mismo año, coincidiendo con la onomástica del obispo.

Construido con granito blanco del Bierzo, el palacio se inspira en la arquitectura gótica, con elementos que evocan tanto castillos como templos. Sus cuatro fachadas flanqueadas por torreones, los ventanales apuntados y la capilla con vidrieras que narran la historia de la Virgen María contribuyen a una estética monumental que no eclipsa, sino que dialoga con la cercana catedral de Astorga. Gaudí, consciente del simbolismo espiritual del entorno, cuidó especialmente esta relación visual y simbólica entre ambos edificios.

Gaudí no lo terminó

La muerte del obispo en 1893 marcó un punto de inflexión. El arquitecto, enfrentado con la Junta Diocesana, abandonó el proyecto con frustración: “Serán incapaces de acabarlo y de dejarlo interrumpido”, llegó a decir. Años después, en 1905, otro obispo intentó sin éxito convencerlo de retomar las obras. Finalmente, el edificio fue concluido en 1913 bajo la dirección de Ricardo García-Guereta.

Desde oficinas hasta un museo

A lo largo del siglo XX, el palacio vivió distintos usos: en 1931 se propuso que acogiera las oficinas de Correos y Telégrafos, fue cuartel durante la Guerra Civil, y vivienda temporal, entre otros. No fue hasta 1964 cuando, de la mano del obispo Marcelo González Martín, se convirtió definitivamente en el Museo de los Caminos, uno de los más destacados de la ruta jacobea. Hoy, sus salas albergan un valioso fondo de arte sacro, escultura medieval y piezas vinculadas al peregrinaje.

Una joya arquitectónica

El edificio no solo impresiona por fuera. Gaudí diseñó una planta baja pensada para la administración diocesana, con un distribuidor central que canaliza el tránsito hacia distintas estancias. En la cripta, concebida con sobriedad inspirada en los antiguos templos, se encuentra la tumba de un noble del siglo XVI. Y en la cabecera del palacio, las gárgolas evocan el imaginario de las grandes catedrales góticas.

El Palacio Episcopal de Astorga es una joya arquitectónica única, un ejemplo de cómo Gaudí supo adaptarse a distintos contextos sin renunciar a su lenguaje formal. Es también una prueba de su conexión con lo simbólico y lo trascendente, incluso cuando las circunstancias lo alejaron del proyecto. Para muchos visitantes, su aspecto fantástico e imponente lo convierte en el “castillo de Harry Potter” que nunca imaginamos encontrar en León.

Este guiño a la cultura popular, que ha circulado entre turistas y aficionados a la arquitectura, subraya la capacidad de Gaudí para crear espacios atemporales que despiertan tanto admiración como imaginación. Porque más allá de su funcionalidad original, el Palacio Episcopal es, sobre todo, una obra de arte que sigue sorprendiendo más de un siglo después.

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