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Cooperar

Sabrina Duque

Eran dieciséis. El 14 de marzo de 1761, dieciséis tejedores y aprendices firmaron una carta donde prometían trabajar juntos. Querían comprar juntos los hilos, a un mejor precio, y decidir cuál sería el mejor valor -ni muy alto ni muy bajo- para vender las telas. 

Esos dieciséis escoceses de un pueblo llamado Fenwick se inventaron las cooperativas antes de que se llamasen así. Se bautizaron la Sociedad de Tejedores de Fenwick e hicieron un fondo común para adquirir material de trabajo que todos usarían, compraron víveres al por mayor y con el tiempo empezaron a mejorar su comunidad. Los tejedores fundaron una biblioteca y en 1812 ayudaron, junto a otras dos organizaciones, a financiar la construcción de una escuela. 

Pero el tejido a mano no resistió a la revolución industrial y a las fábricas que producían telas a un ritmo y aun precio que los artesanos no podían igualar. Para 1873 sólo quedaban tres miembros en la Sociedad de Tejedores de Fenwick. Mucha gente del pueblo había emigrado. Los telares habían sido abandonados. Esos tres decidieron poner fin a aquella sociedad. Pero ese no es el fin de esta historia. 

En 1844, casi treinta años antes del final de la Sociedad de Tejedores de Fenwick, veintiocho trabajadores de las fábricas de algodón de Rochdale, en el noroeste de Inglaterra, habían fundado lo que se reconoce como la primera empresa cooperativa moderna: la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale. 

Los salarios de aquellos hombres eran tan bajos que casi no les alcanzaba para comprar comida. Esos trabajadores se unieron por necesidad. Durante cuatro meses sobrevivieron con mucho menos dinero para poder ahorrar. Se habían propuesto que cada uno reuniría una libra, con ese dinero formarían el capital de la empresa que soñaban.  A los cuatro meses, con las 28 libras esterlinas soñadas, abrieron una tienda donde vendían mantequilla, azúcar, harina, avena y velas a un precio más bajo que las otras. Eran productos que sus familias podían comprar, que sus vecinos también, y, por fin, los magros ingresos podían estirarse un poco. Tres meses después, los Pioneros de Rochdale ya vendían té y tabaco en su tienda y se habían labrado la buena reputación de no vender productos adulterados. Su ejemplo se regó y para inicios del siglo veinte, el movimiento cooperativo británico registraba 1493 de esas empresas en todo el reino.   

De Rochdale vienen los principios que comparten las cooperativas de hoy. Que todos se pueden unir y que pueden retirarse cuando lo deseen. Que todos los socios tienen el control. Que los asociados tienen una participación económica. Que deben ser autónomas e independientes. Que deben educar, capacitar e informar a sus integrantes. Que deben cooperar con otras empresas similares. Y que deben concentrar su interés en sus comunidades.  Los principios de Rochdale son la cartilla que señaló el camino a seguir por las cooperativas.  

Una cooperativa es una asociación de personas que se unen por un objetivo en común. Es una pequeña democracia, donde los socios escogen cómo se gestiona y se administra. Es una respuesta de una comunidad ante alguna necesidad: trabajar, comprar, vender, dar crédito. Es una empresa, pero no en el formato clásico. En la cooperativa, los socios se unen por una necesidad. En muchos casos, la necesidad de esos socios no ganar dinero o influencia. En las cooperativas, las ganancias benefician a todos los socios: o se distribuyen o se reinvierten en la empresa. 

El año pasado, la World Cooperative Monitor publicó un informe sobre las cooperativas en el planeta, con datos de 2575 organizaciones: 1855 europeas, 418 americanas, 293 asiáticas y nueve africanas. En el documento se dice que las 300 cooperativas más importantes del mundo facturaron en 2016 más de 2,5 billones de dólares. Y que más de 1156 cooperativas ganan más de 100 millones de dólares al año. Hay más de mil millones de socios de cooperativas en el mundo. 

Las cooperativas son la principal fuente de ingreso para más de 279 millones de personas: si las reunimos, tendrían una población igual a la de Brasil más Colombia más Perú. Casi el 10% de la población económicamente activa mundial. Las cooperativas, dice la ONU, “tienen una brecha más pequeña en las ganancias entre las posiciones más altas y más bajas”. Y las hay tanto en el campo como la ciudad.   

Hoy, primer sábado de julio, es el Día Internacional de las Cooperativas. Lo celebra desde 1923 el movimiento cooperativo. Y desde 1995, la ONU y la Alianza Cooperativa Internacional usan este día para promocionar a las cooperativas. La ONU cree que en las cooperativas están las bases de un futuro donde el desarrollo humano y la justicia social sean la prioridad. Hoy también es un día para recordar a los pioneros. Los de Rochdale. Los de Fenwick. Por cierto, hace once años, en un arranque de nostalgia, en Fenwick reabrieron la sociedad. Pero ahora se llama Cooperativa de los Tejedores de Fenwick y se dedica a conservar la memoria de lo que hizo aquel grupo de dieciséis.

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