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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Nessun dorma

El tenor español Plácido Domingo habla durante su recorrido por el Teatro Degollado en 2016.

Elisa Beni

“Mañana, S.A.R., hará recitar una comedia. Será cosa singular en el sentido de que todos los interlocutores hablarán con música”

Carlo Magni en 1607. Anuncio de la primera ópera: 'La Fábula de Orfeo' de Monteverdi

Yo las creo. Creo a las nueve mujeres que han abierto el fuego de su recuerdo sobre Plácido Domingo. Lo innegable es que hasta Plácido las cree. “Reconozco que las reglas y los valores por los que hoy nos medimos y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado”, dijo en un comunicado. Él no necesita creerlas. Para bien o para mal, en su perjuicio o en su beneficio, él sabe.

Las cosas eran distintas en los años ochenta y mucho antes de esa fecha pero no en el sentido en el que lo afirma Domingo. Las cosas no eran distintas porque el baboseo y el abuso de poder fueran del agrado de las mujeres. No, son otras cosas las que han cambiado. La relación de los hombres con el sexo, de los hombres con el poder, de los hombres con poder con el sexo. Esa ni cambió en el transcurso de los siglos ni ha cambiado ahora. Es una realidad poderosa y probablemente intacta. Yo misma escribí una novela (Pisa mi corazón) que parezca lo que parezca es una historia sobre la relación con el sexo de los hombres con poder. Lo que ha cambiado no es eso, lo que ha cambiado es la aritmética de las consecuencias. Hasta que las mujeres se levantaron y dejaron oír su voz, la historia la escribían los vencedores y esos eran siempre los hombres. Ahora las tornas han cambiado porque la historia puede convertirles en perdedores y eso es lo que modula conductas que antaño vagaron a sus anchas. Esa es la diferencia y bienvenida sea.

Dicho eso, yo las creo. No necesito demasiada fe. Yo también fui una joven profesional en los años ochenta. Ellas hablan de tenores y otras de directores de cine y habría muchas que podrían hablar de directores de periódicos, de radios o de teles. Otras podrán hablar de patrones o de encargados. Las jerarquías tienen distintos atrezzos pero son a la postre patrones de poder. Las creo y, empero, hay cosas que no comprendo ni comparto. ¿Por qué ahora? Son y eran adultas. No fueron abusadas ni agredidas. ¿Por qué esperar treinta años? Yo tengo una historia así. Una historia de no. Una historia que tuvo consecuencias profesionales demostrables. Así funciona el acoso, con represalias tras la negativa. ¿Qué diferencia hay entre el acoso y las aventuras? El consentimiento. Hubo síes. Seguro. No sabemos si mejoraron carreras. Hubo síes porque si te solicita “dios” puede pasar que dios te haga arder en deseos o que dios te deje fría. En eso se basa el éxito de cualquier donjuán, de cualquier mujeriego, en ser inmunes a los noes porque su estrategia es intentarlo siempre y así, a pesar del porcentaje de negativas, cosechar siempre el suficiente número de coitos. Me pasma mucho ese testimonio que afirma que, tras diez años, “me rendí y me acosté con él. Me quedé sin excusas”. No creo que eso pueda interpretarse como una falta de consentimiento. El consentimiento existe o no existe sin importar las razones por las que una lo presta. Consientes por placer, por amor, por diversión, por interés... consientes. Queda en tu propia esfera moral si los motivos que alegas son aceptables para ti mismo o no.

Tampoco me convence el anonimato. En ningún sistema de Justicia se admiten denuncias anónimas. Sucede que el carácter norteamericano y sus propias tendencias morales está convirtiendo en ocasiones una lucha feminista en una batalla moral en la que no rigen normas. Yo ya conté en el #Cuéntalo de Fallarás que también he sufrido episodios similares. Y también fui acosada laboralmente. Llámenme radical, pero si el “no” es rotundo, uno arrostra las consecuencias y se enfrenta a ellas aún a riesgo de salir perjudicado profesionalmente. Yo lo denuncié a sus superiores, aun arriesgando mi puesto. ¿A qué viene denunciar esto ahora no sólo sin reparar en los daños que se inflingen a terceras personas sino asegurándose de que tales daños no irán contra la propia denunciante y su entorno? ¿Qué suerte de cobardía? Yo no les diré el nombre de aquel cafre porque ni su mujer, ni sus hijos, ni sus nietos tienen la culpa de nada, pero si lo hiciera, les aseguro que sería a cara descubierta. La Justicia tardía no es Justicia. Las vendettas sí lo son. Nessun dorma, que nadie duerma, porque cualquiera puede ser despertado por el pasado en forma de golpe bajo. Nessun dorma porque todos pueden ver llegar del pasado a su Turandot que llegue del pasado decapitando pretendientes. Que nadie duerma hasta saber su nombre, el nombre del osado.

Hay otra cuestión, por último, que no puede ser soslayada. El juicio del puritanismo que equipara la vida del artista con su obra. Han cancelado tres actuaciones de Domingo en Estados Unidos. Eso sí que no lo entiendo. El arte está más allá de las personas que lo crean o lo recrean. La obra de arte cobra vida en el corazón de aquel que la disfruta más allá de la realidad personal del artista. Tolstoi es un genio por muy cabrón que fuera con su mujer. Los cuadros de Picasso son un deleite para el espíritu más allá de que él fuera un maltratador.

Nessun dorma es paz para el espíritu en la voz de Plácido Domingo aunque Domingo fuera un baboso acosador.

Sacad vuestras tijeras del arte. El arte no tiene dueño. El arte es dueño de nuestros corazones.

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