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Vacaciones en Twitter

Debate sobre la unidad popular con Ahora en Común y representantes de partidos y candidaturas ciudadanas municipalistas. / Europa Press

Cristina Pardo

Me he ido de vacaciones dos semanas y cuando he vuelto, había dos partidos nuevos de izquierda. Uno por semana. Partidos o proyectos de confluencia popular o plataformas para impulsar ideas con, en mi opinión, mínimas diferencias entre ellos. Me froté los ojos y volví a mirar a la izquierda, para asegurarme de que no estaba viendo doble fruto de los excesos sanfermineros. Y no, no. Ahí estaban, Decide en ComúnAhora en Común. Desde fuera, da la sensación de que están siguiendo una moda, incluso buscando acomodos personales, más que actuando por convicción. Paralelamente, Pablo Iglesias se niega a las llamadas sopas de siglas, incluso ha hablado de “chantaje”. Rechaza unirse con Ahora en Común, igual que rechazó a IU. Y lo hizo en términos durísimos, para muchos ofensivos, casi humillantes. Y hemos llegado a un punto en el que ni siquiera Gaspar Llamazares es capaz de asegurar que IU terminará presentándose a las elecciones bajo sus siglas. Me sobresalté momentáneamente en mi descanso estival, ante la posibilidad de quedar sepultada bajo un número infinito de papeletas a medida que se acerquen las elecciones.

Estando de vacaciones, me asomé a Twitter para descubrir también que éramos cuatro gatos los españoles que no teníamos una opinión clara sobre qué era lo más conveniente para Tsipras con el tercer rescate. Tampoco me atrevía a pronosticar si era mejor que Grecia siguiera en el euro o no y qué había que votar en el referéndum. Escuché a algunos dirigentes políticos de nuestro país y caí en la cuenta de que, según muchos de ellos, si estabas a favor de Tsipras eras de Podemos y si estabas en contra eras del PP. Intenté darle forma a alguna opinión que sonara contundente para disimular mis dudas, pero al final no lo vi necesario porque en Sanfermines suelo salir de Twitter y en las calles de Pamplona nadie me preguntó por Syriza.

Y todavía en periodo de descanso laboral, se celebró la Conferencia Política del PP. El primer día oí de pasada que había dirigentes hablando de primarias, de limitación de cargos y mandatos o de congresos asamblearios. Y todo adornado con cambios de imagen, incluyendo un nuevo logotipo que encierra en un círculo las siglas del PP. Por un momento, pensé que había surgido una nueva candidatura popular o que la verdadera fiesta no estaba en Navarra, sino en Génova. Sin embargo, al día siguiente leí el discurso de Rajoy y vi que el único círculo que reconoce es el círculo vicioso. El líder del PP no tiene la misma prisa que sus subordinados. De hecho, les dejó claro que se darán pasos internos, pero “con orden”. Es decir, no me toquéis las narices porque lo primero sigue siendo la economía. Algo así.

Y cuando se estaban terminando mis días libres, se me ocurrió publicar una foto vestida de blanco y rojo. Y los mismos que le estaban dando consejos a Tsipras sobre cómo proceder con Merkel, me acusaron de apoyar el maltrato animal. Es la barra libre de Twitter. No les pude contestar, porque lejos de ver los toros –pido perdón de antemano–, estaba anclada en un bar de la Estafeta. Qué tiempo tan feliz.

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