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La expectativa de un cambio histórico en Barcelona centra todas las miradas

Los vecinos de Nou Barris han llenado la plaza Ángel Pestaña en el cierre de campaña de BComú / SANDRA LÀZARO

Arturo Puente

La campaña electoral ha concluido este viernes en Barcelona con todos los ojos puestos sobre ella. El de la capital catalana es el ayuntamiento del Estado que las nuevas opciones municipalistas tienen más a tiro y, en cualquier caso, un buen resultado de Ada Colau y los suyos se da por hecho este domingo. La irrupción histórica de Barcelona en Comú es vista por Podemos y el resto de candidaturas de confluencia como la primera de una hilera de fichas de dominó que conecta este 24 de mayo con las elecciones generales.

Barcelona en Comú ha cerrado su campaña en el mismo sitio donde presentó su programa, la plaza Ángel Pestaña de Nou Barris, un lugar emblemático por ser epicentro del distrito más castigado por la crisis, tradicionalmente más abstencionista y con fuerte arraigo del PSC. Estas tres han sido las consignas que han guiado la campaña de Colau, centrada en unir la nueva ola de cambio en el sur de Europa con la memoria de la Barcelona maragallista conquistada por los barrios. En el último acto, la candidata ha vuelto a reclamar el voto en un tono más áspero que nunca. “Nos jugamos el futuro de Barcelona. Nos va la vida en ello”, ha asegurado Colau.

El cambio de Colau contra el “seny” de Trias

Durante 15 días la exportavoz de la PAH ha recorrido una ciudad literalmente empapelada con su cara, la misma imagen que aparecerá el domingo en las papeletas de una candidatura construida en torno a su figura. La primera parada de Colau fue Nou Barris, acompañada por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, con quien marcó Barcelona como punta de lanza de un cambio de corte estatal y centrada en las clases populares. En el barrio industrial del Poble Nou se dejó arropar por la nueva izquierda sureuropea, representada por Syriza, la eurodiputada de los Verdes, Ska Keller, el Bloco de Esquerda Portugués y el líder de ICV-EUiA, Joan Herrera. Colau mostró su cara más favorable al derecho a decidir en Gràcia, el barrio bohemio y más independentista, acompañada por la monja Teresa Forcades, que lidera el movimiento Procés Constituent y acaba de postularse para encabezar una confluencia similar a Barcelona en Comú pero para toda Catalunya. El 15-M volvió a encenderse por unas horas en el acto central de la formación, celebrado en plaza Catalunya 4 años y 5 días después.

Diferentes paradas en un trayecto que la acabado consolidando como alternativa real a Xavier Trias. Las mayoría de encuestas señalan que los de Colau está entre los 9 y los 10 concejales, solo uno o dos por detrás que CiU. En una ciudad con 32 años de gobiernos de izquierdas a sus espaldas, los nacionalistas solo cuentan con la gestión del actual alcalde, que la mayoría de ciudadanos valoran como buena, para consolidar su mayoría. Convergència ha diseñado una campaña de perfil bajo y centrada en la figura de Trias, con un discurso mucho más en clave social que nacional, en contra de lo que el partido lleva proponiendo los últimos 5 años en la Generalitat. Para darle empaque a su imagen social y caritativa, CiU no dudó en programar un acto con Lucía Caram, quien le hace a Forcades la competencia por la derecha en el ámbito de la política monacal.

Trias ha reivindicado la Barcelona del progreso, la del escaparate al mundo y del “seny” (sentido común), exhibiendo triunfos en materia social vinculados a fomento económico y empresarial. El equipo del alcalde dio el pistoletazo de salida en el barrio del Guinardó, una zona de raíces obreras que en 2011 pasó de una mayoría socialista a una de CiU, un cambio histórico que representa bien el vuelco ocurrido en Barcelona hacia la derecha pocos días después de que los indignados acamparan en plaza Catalunya.

El equipo nacionalista espera ser capaz de no dejar escapar Barcelona. Si lo logra, consolidaría su poder en la ciudad más emblemática y podría amortiguar la crisis que la formación arrastra desde 2012. Pero el empuje de Colau es fuerte y los nervios han aflorado a lo largo de la campaña. Trias ha querido mostrarse como un político pactista, pero no ha evitado cargar contra Colau vinculándola con la agresión que sufrió uno de los candidatos de CiU. También ha tenido que echar mano del president de la Generalitat, Artur Mas, que aparecido en 5 actos cuando estaba previsto que solo estuviera en 3. El discurso nacional ha sido relajado durante dos semanas pero, en la recta final, Trias ha sacado su lado más independentista.

Competición por ganar, pero también por el tercer puesto

La batalla electoral se ha polarizado en los últimos meses tanto en beneficio de Trias como de Colau, uno por ser el alcalde en ejercicio y encabezar las encuestas y la otra por ser un fenómeno político que ha arrasado como un vendaval con el equilibrio partidista tradicional. Pero, por detrás de las dos primeras espadas, se ha dado una dura pugna por el tercer puesto entre tres partidos, PSC, ERC y C's, a tenor de lo que dicen los sondeos.

El PSC, partido hegemónico en Barcelona durante décadas y que ha dejado su impronta en la mayoría de estructuras políticas de la ciudad, ha competido en el peor momento posible, una crisis que le deja fuerza de la competición por la victoria y le arrastra a un intento desesperado por salvar los muebles. Pese a la mala situación del partido, Jaume Collboni, el candidato socialista, ha aprovechado cada pequeña oportunidad que la campaña le ha brindado, sobre todo los debates televisivos. En ellos, el candidato del PSC ha sabido emerger como alternativa a Trias desde la izquierda moderada, patrimonializando el buen recuerdo que los barceloneses tienen de las primeras etapas del partido en el Gobierno municipal. En el acto final de campaña, celebrado en el Baix Guinardó, Collboni ha cargado a dos bandas. “Trias ha dejado una ciudad fracturada y parada”, ha asegurado sobre el candidato de CiU, pero también ha repartido contra Colau, a quien ha acusado de hacer un discurso “improvisado” y “más teórico que práctico”.

Los debates televisivos también han sido aprovechados por Alfred Bosch, el candidato de ERC, a quien le ha sobrado campaña al final del discurso en clave nacional. Por momentos sepultado tras la muletilla “Barcelona capital del nuevo Estado”, el candidato independentista ha tenido problemas a la hora de situar el debate en torno a la cuestión soberanista que tan buen resultado le dio a su partido en las elecciones europeas, cuando ERC consiguió dar el “sorpasso” a CiU en Barcelona ganándole en número de votos.

Esquerra ha mirado también a la izquierda progresista y ha cerrado su campaña en la rambla 11 de Setembre de Sant Andreu, una vía con nombre de ecos nacionales en uno de los barrios más populares. El candidato se reivindicaba así heredero de una tradición del catalanismo popular más soberanista con la que, de hecho, Bosch cuenta entre sus filas, por el goteo de exmiembros del PSC que se han ido a ERC. “¡Igualdad, honestidad y capital de Estado!”, ha proclamado en compañía de su mentor y líder, Oriol Junqueras, que también se juega la alcaldía en la localidad Sant Vicenç dels Horts.

Ciudadanos, con su candidata Carina Mejías, ha sido el tercer partido en liza en la lucha por el tercer puesto. La formación de Albert Rivera hizo una declaración de intenciones al abrir y cerrar su campaña en un hotel, y el discurso tecnócrata, de regeneración ordenada y de ariete contra el independentismo se mantuvo en las siguientes semanas. Mejías tiene en su haber una dilatada trayectoria, la mayor parte de ella con el PP, y ha trufado sus mítines de propuestas que guiñaban los ojos a su electorado más españolista, como eliminar símbolos nacionales catalanes de la ciudad. “C’s es la alternativa sensata ante la amenaza del separatismo, el populismo y el continuismo”, ha asegurado la candidata en la cena de lujo con la que han cerrado.

El PP se refugia en el discurso antiinmigración y la CUP se juega entrar

Alberto Fernández Díaz, candidato a la alcaldía del PP, ha seguido la línea marcada por su partido a nivel catalán para refugiarse del empujón de Ciudadanos en el discurso más derechista contra la inmigración. El del PP ha puesto en práctica en la capital el “modelo Albiol”, en referencia a Xavier Albiol, que ganó la alcaldía de Badalona con un discurso xenófobo contra la población migrante de la tercera ciudad catalana. Ha repartido panfletos racistas en el barrio con más inmigración de Barcelona, ha prometido mano dura contra los ocupas de Can Vies y, en los compases finales, ha acabado atacando frontalmente a Ciudadanos, a quienes ha acusado de improvisar.

La CUP, con un pie dentro del ayuntamiento y otro fuera, ha sido el séptimo partido de la campaña. Ha compensado la falta de atención mediática por la imposición de bloques electorales con frenesí en redes. Con un mensaje de enmienda a la totalidad al modelo de ciudad de los últimos 36 años, la candidatura, capitaneada por María José Lecha, ha ido cuajando según se acercaba la cita electoral. Según las encuestas, la formación de izquierda independentista, sobrepasa por la mínima el 5% de los votos, una cifra que les metería por primera vez en el consistorio barcelonés con dos concejales. De conseguirlo, la CUP afianzaría en la capital el salto hacia adelante que pretende dar en los Països Catalans.

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