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La segunda fila se reivindica en el debate entre alcaldables de Barcelona

Debate entre los alcaldables de Barcelona organizado por la FAVB y BTV / ENRIC CATALÀ

Arturo Puente

Si alguien pensaba que la campaña en Barcelona estaba cerrada en una pugna a dos entre Xavier Trias y Ada Colau, el primer debate con todos los alcaldables de fuerzas con representación, organizado por BTV y la FAVB, ha demostrado que los candidatos pequeños tienen cosas que decir. Con un formato enfocado a los temas sociales –preguntaban representantes de colectivos vecinales y plataformas sectoriales–, Jaume Collboni (PSC), Alfred Bosch (ERC) y Alberto Fernández Díaz (PP) han reivindicado su espacio político con habilidad y han logrado despolarizar el debate.

Jaume Collboni, quizás quien más tenía que perder por ser representante de 32 años de gobiernos socialistas, ha salido en cambio bien parado en una contienda que, sin ser bronca, no ha estado exenta del clásico reparto de reproches de estas citas. Pese a eso, el candidato del PSC ha conseguido empujar la discusión hasta situarse en un virtual centro cerrado por los lados por Trias y Colau.

Collboni, más en su papel de “niño del Guinardó” que nunca, ha dado pinceladas sociales, ha exhibido moderación, ha presumido de gestión y se ha arrogado heredero del socialismo “que ha hecho la ciudad”. Una tarea histórica, la de convertir Barcelona en lo que hoy es, que ha imputado también como halago envenenado a ICV en la persona de Ada Colau. En uno de los peores momentos para el PSC, en general pero sobre todo en la capital catalana, la soltura de Jaume Collboni no ha podido evitar dejar la sensación de ser mucho candidato para tan poco partido.

La alcaldable de Barcelona en Comú tenía la noche ganada antes de comenzar el debate. Las preguntas de unos colectivos cuyo candidato más cercano es ella le dejaban en bandeja desplegar las propuestas estrella de un programa que, se nota, tiene estudiado al milímetro. Remunicipalización del agua, infraestructuras que lleguen a los barrios populares, policía de proximidad o parar proyectos urbanísticos de gran impacto.

Colau ha mantenido un tono prudente pero tajante. Ha aprovechado para enmendarle la plana al resto –“ahora todo el mundo está de acuerdo en todo”, ha señalado, “pero luego las políticas son contradictorias”– sin resultar resabida, y ha asegurado que un ayuntamiento liderado por ella se personaría en casos de corrupción como el del Palau de la Música. Pese a todo esto, solo en unos pocos momentos ha conseguido hacerse con el debate, uno de ellos, claro, cuando ha hablado de vivienda.

“Es una vergüenza que la gente no tenga vivienda”, ha estado de acuerdo Trias. El alcalde de CiU ha comenzado sacando pecho sobre sus logros económicos y descargando responsabilidades en gobiernos anteriores. Por ejemplo, en lo que a modelo urbanístico se refiere: “Ahora parece que me he inventado yo el turismo”, ha ironizado. “El anterior gobierno ha aprobó 66 hoteles, nosotros 24”. Los datos cantaban, pero una parte del público se ha revuelto, enseñando carteles contra el proyecto hotelero del carrer Rec Comtal. Pero el alcalde ha vuelto a la carga en la misma clave: “Rec Comtal lo aprobó ICV y PSC”.

La gestión económica, sin embargo, no le ha valido precisamente las felicitaciones de sus oponentes. Todos ellos, incluído el del PP, le han reprochado que haya llevado a cabo recortes cuando el ayuntamiento tiene superávit, algo a lo que él ha respondido aduciendo que su gobierno ha rebajado los índices de desigualdad.

Alfred Bosch ha llevado la trayectoria contraria a Trias. Ha comenzado suave, casi frío. “Los ciudadanos no quieren que nos remontarnos a tiempos pretéritos y nos peleemos”, ha dicho al principio de su intervención. El de ERC sabía que, si los contendientes ponían el retrovisor, antes o después a Esquerra le alcanzaría alguna bala perdida por su participación –pretérita, eso sí– en algunos gobiernos municipales del PSC.

Pese al comienzo bajo de perfil, en el que incluso ha llegado a mostrar un gráfico al revés, Bosch ha parecido despertar según transcurría el debate, y acabado haciendo mofa del candidato Fernández Díaz, al que ha acusado de ser “del doble no, como los de la doble P”. Finalmente el de Esquerra, como Collboni, ha acabado haciéndose fuerte en el espacio del independentismo de centro-izquierda no disputado por ningún otro contendiente.

Algo parecido le ha ocurrido a Fernández Díaz. Ha estado tan solo en su papel derechista mientras Trias reivindicaba el acento socialdemócrata de su gestión, que ha sacado su artillería para pedir contundencia contra las protestas que acaban en disturbios, recortar en organismos de participación del ayuntamiento y la elevada carga fiscal. Que Ciutadans no estuviera presente en el debate por no tener representación en el ayuntamiento ha sido la gran baza del candidato del PP.

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