Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Roberto Minervini regresa al Festival de Cine de Sevilla para denunciar el incontrolado uso de armas en EEUU

Fotograma de 'The Other Side'

Amalia Bulnes

Ya hace dos ediciones, Roberto Minervini (Fermo, Italia, 1970) sorprendió al espectador del Festival de Cine de Sevilla con un impresionante retrato contemporáneo del sur rural de Estados Unidos y de las aisladas comunidades agrícolas y religiosas que salpican su paisaje. En Stop the Pounding Heart plasmaba un fresco verdaderamente americano, pero paradójicamente, con una factura mucho más cercana al cine europeo independiente. Dos años después, el italoamericano repite fórmula -la del retrato social y antropológico-, paisaje -los del estado de Louisiana en esta ocasión-, y factura; pero le añade una componente nueva que le hace crecer y lo consolida como uno de los cineastas-documentalista con una voz más sólida y personal del amplio espectro internacional: la crítica social y el posicionamiento político.

Todas estas cosas se encuentran dentro de The other side (El otro lado), película con la que ha sido seleccionado este año para la Sección Oficial del Festival de Sevilla, un retrato descarnado, sin concesiones ni almíbar, extremo y poco complaciente de la “verdadera” sociedad norteamericana. Rodada, como decimos, en las entrañas del país (Louisiana), The other side relata con dureza las vicisitudes de un joven inmerso en el mundo de las drogas, en libertad condicional -por lo que no puede llevar armas consigo-, y en contacto con grupos paramilitares que se entrenan con técnicas de guerra “para defender a sus familias” y a los que consideran la ortodoxia americana.

A pesar de su acercamiento al cine de lo real, Minervini, que vive en Estados Unidos desde hace quince años y siempre se ha interesado por abrir en canal a la sociedad americana para mostrarla sin concesiones, asegura que esta producción no pretende ser un mero documental, sino una película “definitivamente política” que aborda controversias “trascendentales” y poco afrontadas en Estados Unidos, como la libertad de armas.

Quiere el cineasta incentivar un debate social sobre aspectos clave de los Estados Unidos de los que, en su opinión, apenas se habla y si se afrontan, sólo se hace de manera interesada y sesgada durante las campañas electorales: “De los quince años que llevo viviendo en Estados Unidos, los últimos ocho los he pasado en el sur, y creo que hace falta un debate político abierto sobre muchos asuntos, por ejemplo sobre las bandas paramilitares”.

The other side muestra con crudeza los planteamientos de estas células instaladas en el Sur más profundo que, no sin muchas dificultades, permitieron a Minervini rodar sus entrenamientos y sus actividades y entre cuyos integrantes el director italiano creyó identificar a algún agente del FBI, infiltrado para conocer los objetivos de estos activistas y las intenciones del cineasta.

Paul Vecchiali o el triunfo del amor

No obstante, el cine -como la vida- tiene tantos perfiles como miradas personales y motivos generacionales de sus creadores. Y, mientras que Roberto Minervini lanza en las pantallas dardos a la conciencia social de un país; el veterano Paul Vecchiali -segundo gran protagonista de la jornada en el SEFF- cree que su profesión tiene más que ver con la de un investigador que persigue hallar “una cierta poesía” en sus producciones.

Vecchiali, de nacionalidad francesa y nacido en Córcega hace 85 años, participa en la Sección Oficial -aunque fuera de competición-, con su última producción, C'est l'amour. Colaborador de las publicaciones Cahiers du cinéma y La Revue du cinéma, esta película es una bella continuación de su cine anterior y, al igual que toda su obra, gira en torno al amor y mantiene las habituales dosis de humor y de protagonismo musical de su dilatada trayectoria cinematográfica.

No obstante, y quizás porque los caminos del amor son infinitos y su relato es inagotable, para Vecchiali sólo hay una regla cuando se decide a afrontar un nuevo proyecto: “Nunca volver a hacer la misma película; no me gusta repetirme; ante todo soy un buscador, un investigador, en el sentido científico del término, que espera que su investigación tenga el premio de alcanzar una cierta poesía”.

El SEFF proyecta también durante esta semana ocho de sus películas más reconocidas, que abarcan desde L'Etrangleur, una de sus primeras obras, rodada en 1970, hasta Nuites blanches sur la Jetée, producida el año pasado.

Etiquetas
stats